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lunes, 24 de junio de 2013

Romano Guardini: la interioridad o el alma del hombre (II)

La semana pasada hablamos del silencio y la soledad. Hoy abordamos la cuestión del descanso, como actitud o virtud que configura la interioridad, es decir, aquello que denominamos el alma de una persona. Llama la atención que el descanso sea una actividad que dé peso, solidez y gravedad a la interioridad personal. Sin embargo, como veremos a continuación, posee una importancia parecida o superior a los elementos que comentamos la semana pasada.
Creo que en ninguna época de la historia de la humanidad la persona humana ha estado tan necesitada de descanso como en la nuestra. Éste no consiste en la diversión, es decir, aparcar las tareas y ocupaciones que nos impone el trabajo y la vida cotidiana, abandonándonos a otro tipo de estímulos que nos seducen, nos alteran y no permiten que estemos en nosotros mismos. La vida moderna, sea en el trabajo o en las horas denominadas de ocio, no deja al hombre verdaderamente descansar. Siempre parece mantenerlo frenéticamente ocupado. Guardini dice que:
 "Descansar significa dejar de ir a la caza de nuevas metas, de pasar a toda prisa por el instante. Detenerse y permanecer. Tener presente.(...) Saber descansar significa estar abierto a una dimensión de eternidad. Significa haber superado el desosiego y la prisa. Entonces estamos en condiciones de percibir lo que permanece: el ser. A quien sabe descansar se le han abierto los ojos para lo eterno. Sólo él contempla lo permanente, lo esencial. Solo él posee. Solo él sabe lo que es la alegría. Solo él sabe lo que es la paz" (Cartas sobre la formación de sí mismo, Palabra, Madrid, 2000, 138).
El descanso, pues, significa abandonar la prisa, la precipitación, el desasosiego sea en el trabajo como en la diversión. Se trata de detenerse para vivir con profundidad el tiempo presente y desde allí  alcanzar por la contemplación lo esencial, lo eterno, lo duradero, lo que de verdad permanece. Sólo de este modo alcanzamos de verdad el sosiego interior que requiere nuestra alma. Es hora de hacer examen ¿Qué actividades me proporcionan realmente sosiego? ¿Qué actividades me ponen en contacto con la paz y la serenidad que trasmite lo eterno, lo valioso, lo permanente? La naturaleza, la lectura, los largos paseos por parajes naturales, el mar, la oración, las conversaciones con amigos, etc. Quizás la pregunta sea ¿Cuándo realmente he descansado? ¿Conozco realmente la experiencia del descanso?

El descanso tiene también una estructura contrastada. Es decir, está referido a un polo opuesto que es la actividad. Descanso y actividad constituyen un contraste y de nuevo la imagen de la respiración, inspirar y expirar, puede ser aplicada aquí como analogía perfecta:
"Tanto es así que solo del descanso procede la verdadera actividad. Pues esta tiene su origen en la contemplación de lo eterno; en el contacto con lo que permanece. El descanso es para la obra lo que la tierra callada para la planta. Le da fuerza, plenitud y duración. Es el alma de la actividad, nos hace ricos y fecundos. Y de esa actividad, vuelve el alma en busca de descanso" (Cartas sobre la formación de sí mismo, 139).

Sobre el volumen que estamos tratado Cartas sobre la formación de sí mismo  y para introducir al lector sobre el contenido del mismo se puede ver esta reseña de Raquel Guerrero Villada . 

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