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lunes, 9 de septiembre de 2013

Ascetismo III: predisponerse a Dios

Existe un ámbito del que todavía no hemos hablado y que está íntimamente relacionado con la ascética. Me refiero a la cuestión religiosa. Una primera aplicación de la ascética a lo religioso nos podría hacer pensar que la cercanía o lejanía de Dios en relación al hombre depende de las fuerzas o del empeño que éste ponga. En este sentido, el ejercicio ascético sería un cierto voluntarismo que llevaría al hombre con sus propias fuerzas hasta el umbral de Dios.

Sin embargo,  creo (es una opinión personal) que esta no es la adecuada interpretación que debemos hacer del papel de la ascética en el ámbito de Dios. Más bien, la ascética ayuda a acercarse a Dios en la medida que ordena al hombre y lo predispone a la acción divina. En la medida que quita obstáculos, disipa brumas, abre el corazón y la inteligencia a la fuerza de la gracia y a la luz de la fe. Es Dios quien actúa si le dejamos. En este "si le dejamos" creo que reside el papel de la ascética cristiana. 

Cuanto hemos dicho se podría deducir del siguiente texto de Guardini y que se encuentra al final del capítulo dedicado a este tema del libro Una ética para nuestro tiempo (Cristiandad, Madrid, 2000) que venimos comentando: 
 "El hombre no es llevado a Dios con la violencia. Si no se educa a sí mismo para ello; si no se toma tiempo para la oración, por la mañana y por la noche; si no convierte la fiesta del Señor en una ocasión importante; si no tiene a mano ningún libro que le muestre algo de la anchura, la longitud y la altura y al profundidad de las cosas de Dios (Ef 3, 18), entonces la vida se le escapa constantemente a uno fluyendo por encima de las quedas amonestaciones que llegan desde dentro. Quien es así, cuando ha de estar ante Dios, se aburre y todo le parece vacío (...) Para sentirse en casa ante Dios, de modo que uno trate con él a gusto y con sensación de presencia plena, hace falta también ejercicio -como en todo asunto serio-. Debe hacerse de modo voluntario y con autosuperación, una y otra vez, y entonces, como gracia, se recibe el regalo de la sagrada cercanía." (Una ética para nuestro tiempo, 224).
Con estos comentarios termina Guardini prácticamente sus reflexiones en este libro sobre la ascesis. Empezó criticando la visión equivocada y oscurantista que la Modernidad nos presenta del termino para conducirnos a un noción del término como elemento indiscutible de una vida que quiera alcanzar su plenitud:
 "Así, hemos de aprender a considerar el ascetismo como elemento de toda vida bien vivida. Haremos bien en ejercitarnos en ello, tal como, en obsequio a la mesura, se ponen límites a un impulso; tal como se deja lo menos importante, aunque sea atractivo, para hacer lo más importante; tal como uno se domina a sí mismo para adquirir libertad espiritual..." (Una ética para nuestro tiempo, 224-225).
 Sin embargo el tema de la ascesis es abordado por Guairdini en otros libros. Recordemos que se introdujo en nuestro blog con motivo de nuestras reflexiones sobre la técnica y la necesidad que tiene el hombre de hoy de tener un dominio sobre sí mismo para ejercer un dominio responsable sobre el mundo de la técnica. En este sentido la semana que viene continuaremos hablando de este tema a partir de lo que se expone en la  Ética . Lecciones en la Universidad de Munich, BAC, Madrid, 2000, 300-315.

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