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lunes, 19 de noviembre de 2012

La autoridad

Debería hablar esta semana de algunos libros sobre la biografía o la obra de Romano Guardini. Pero voy a aparcar esa tarea porque hoy he tratado con mis alumnos del tema de la autoridad y hemos descubierto cosas que no puedo dejar de comentar. Guardini habla de la autoridad en innumerables ocasiones. Yo me voy a centrar en lo que aparece en  un libro tantísimas veces citado en este blog: Ética. Lecciones en la Universidad de Munich (BAC, Madrid, 2000, 357-381). Demasiado extenso sería resumir su contenido en la entrada de un blog. Así pues selecciono algunas ideas que me han parecido especialmente interesantes.

1. La autoridad

La autoridad es la obligación moral o ética que percibimos al recibir una orden o mandato de alguien. Y nos obliga moralmente por la misma naturaleza de la orden que es conforme al bien como por la persona de la que emana esa orden, por ejemplo, nuestros padres.  La cuestión aquí es ¿en qué se funda esa obligación? en otras palabras ¿por qué experimento esa obligación? Guardini rechaza diversas opciones bastante razonables pero a su juicio inexactas. Por ejemplo, porque lo mandado es razonable o conforme a mi opinión; porque quien me lo pide tiene cierta ascendencia psicológica, personal, carismática sobre mí (padre, maestro, etc). Estos elementos de carácter psíquico influyen en la obediencia a aquel mandato, pero en ellos no se asienta la obligación de realizarlo. ¿De dónde pues nace esa autoridad? Nuestro autor habla de que en el caso de la autoridad se da una unión entre la persona y el sentido ético que de manera natural ella comporta y el carácter ético de la norma o mandato que recibo.Con palabras de Guardini:
"Precisamente esto es lo que quiere decir el concepto de autoridad: el hecho de que en determinadas relaciones de la vida en común la realidad concreta de una persona y el sentido ético de lo que ella representan forman un verdadera y propia unidad." (Ética. Lecciones en la Universidad de Munich,  366-367).
 Cuando hablamos de autoridad es muy importante el carácter ético del mandato que recibimos. Si este mandato va en contra de la norma moral la obligatoriedad desaparece, se debilita, pierde vigencia. "Mejor dicho: mientras siga teniendo legimitimidad, permanece también su autoridad (en nuestro caso, el padre sigue siendo padre), pero esta autoridad ya no convence, sino que sólo exige. Y entonces su reconocimiento por parte de los destinatarios representa una gran esfuerzo. (Ética. Lecciones en la Universidad de Munich,  367)."

Pero cuando hablamos de autoridad es esencial y clave la persona de quien emana la norma o mandato pues ella hace parte del sentido ético de ese mandato o norma, hace parte esencial de la obligatoriedad que nace de la misma: "(...) Cuando se habla la verdadera autoridad, la persona de quien la ostenta es un elemento del entramado de sentido mismo. (...) Esto es autoridad: la unión radical del sentido ético y de la realidad concreta que anuncia dicho sentido" (Ética. Lecciones en la Universidad de Munich,  367). De ahí que no es lo mismo que un profesor nos diga que aquí hay una norma ética y debiéramos cumplirla que esto mismo lo recibamos de nuestro padre. La autoridad en sentido propio se da en la partenidad.

Prescindiendo de lo religioso Guardini afirma que en sentido propio las formas originarias de autoridad son los padres y el Estado. 
"Pero existen también una serie de formas intermedias. Tienen un carácer de autoridad delegada para hacer frente a determinadas tareas. La autoridad originaria, tanto la de los padres como la del Estado, se orienta a la vida dentro del campo respectivo; tienen algo de creativo y, gracias al carácter primigenio de su poder, procuran el orden obligando. En cambio, las formas intermedias de las que hablamos están limitadas: el profesor, a la escuela; el maestro de taller, a la fábrica, etc. (Ética. Lecciones en la Universidad de Munich,  368-369)."
2. Fundamento de la autoridad

La autoridad no puede fundarse en la persona que la ostenta. De algún modo ella está también obligada a la norma ética, de modo que el bien la trasciende. En sus formas más originarias la autoridad encuentra sus raíces en el ámbito religioso. Es decir "(...) la verdadera autoridad es Dios mismo. Él es el ser absoluto. Él es independiente de todo lo que no es Él. No tiene necesidad de ninguna cosa ni del conjunto de las cosas, del mundo. Tiene consistencia en sí mismo y se basta a sí mismo". (Ética. Lecciones en la Universidad de Munich,  372).

Quienes critican la dimensión religiosa lo hacen muchas veces alegando un estado de inmadurez, sea en el desarrollo del propio individuo o de la historia misma de la humanidad. Lo religioso pertenecería al mundo de la infancia o a pueblos primitivos. Del mismo modo, 
"(...) el rechazo a la autoridad como instancia ética, sea instintivo o racional, presupone la convicción de que la autoridad y la obediencia son formas de conducta ética primitivas, con un sentido puramente pedagógico y un lugar mientras el hombre no es independiente. El niño debe obedecer porque su espíritu es todavía incapaz de juzgar y su facultad de decidir aún no está a la altura de la realidad, pero en cuanto llega la madurez esto se acaba. Lo mismo vale para el hombre en general:  conforme crece a lo largo de la historia, la autoridad retrocede."(Ética. Lecciones en la Universidad de Munich,  375).
Para Guardini esto es falso. La autoridad es una experiencia ética originaria y por lo tanto propia de la existencia humana. La experiencia ética del hombre no es la de encontrarse con la norma ética de modo abstracto y frío que nos impera su cumplimiento obligatorio. Normalmente la recibimos de una autoridad que nos invita y ayuda y se compromete con nosotros en la tarea de realizarla. La ética no es cumplimiento de normas, es la obediencia a las mismas y la obediencia supone respuesta y la respuesta implica llamada y la llamada alguien que llama.
 "¿Qué significa esto desde la perspectiva de la vida? Que yo nunca me encuentro solo con la norma. Siempre está por medio el Dios vivo. Más exactamente: si Él me obliga, Él se hace por así decirlo, responsable de esa obligatoriedad, Él está implicado en la realización ética. Consiguientemente, él nos garantiza que dicha relación tiene el sentido que pretende y también que es posible realizarlo."(Ética. Lecciones en la Universidad de Munich,  376).
Obedecer por lo tanto es un encuentro no con una norma abstracta sino con la realidad personal de Dios. Y en cuanto encuentro personal puede darse el amor. Éste surge en una experiencia ética originaria. Esto se entiende mejor si trasladamos este esquema al mundo de la familia:
 "También aquí comineza -no; está ya- el amor. Al ejercer su autoridad desde el respeto a la libertad del hijo, y al mismo tiempo desde su responsabilidad sobre él, los padres entran en comunión ético personal con él, en la responsabilidad del yo paterno para el tú filial. Pero al hacerlo, los padres, a su vez, obedecen a Dios, que le exige que asumen el derecho y el deber, la soberanía y la carga de la autoridad. Al hacerlo ellos así, Dios mismo se implica en la relación, y en todo este entramando de mando y obediencia opera la relación con la autoridad absoluta. Esto significa la frase de que los 'padres representan a Dios'. (Ética. Lecciones en la Universidad de Munich,  377).







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