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lunes, 4 de marzo de 2013

El legado de Platón

Platón
En la introducción al volumen Una ética para nuestro tiempo (Cristiandad, Madrid, 2002), Romano Guardini habla de Platón. Aunque disiente del pensador ateniense en alguna de las tareas que debe desempeñar el Estado según La República (custodiar el orden moral), no deja de señalar algo que sigue siendo actual para el hombre de hoy y de siempre. Guardini escribe: "Su filosofía ha puesto en claro para siempre una cosa: tras la confusión de la sofística ha mostrado que existen valores incondicionados, que pueden ser conocidos y, por tanto, que hay una verdad; que esos valores se reúnen en la elevación de lo que se llama 'el bien', y que ese bien puede realizarse en la vida del hombre, según las posibilidades dadas en cada caso" (Una ética para nuestro tiempo, 109). Para quien se mueva en la tradición de una filosofía realista, alejada del relativismo y escepticismo propio de nuestros tiempos, el texto que acabamos de citar no sólo le habrá resultado verdadero, sino también bello. Quizás haya sentido incluso cierta alegría, pues la verdad y el bien son portadoras de ella.


Para Guardini, siempre siguiendo a Platón, el bien tiene sus raíces en lo divino: "Su filosofía ha mostrado que el bien se identifica con lo divino, pero que, por otra parte, su realización lleva al hombre a su propia humanidad, al dar lugar a la virtud, la cual representa vida perfecta, libertad y belleza", y más adelante añade "nuestro tiempo, a pesar de su escepticismo, anhela una interpretación de su vida diaria hecha a partir de lo eterno" (Una ética para nuestro tiempo, 109-110).

La ética, de alguna manera, consiste en la realización del bien eterno en el hombre finito a partir de la virtud a la que define Guardini como la unificación de todas las energías, dinamismos y potencialidades que se dan en el hombre en torno a un valor moral que realiza en su vida. En la virtud, con la palabras de Guardini, "(...) un valor moral se convierte en dominante que unifica la abundancia vital de la personalidad" (Una ética para nuestro tiempo, 115). Esta polarización de la virtud que se verifica en la vida del hombre puede evidenciarse, por ejemplo,  en la virtud del orden, al alude nuestro autor en el escrito que estamos comentando. En la persona que vive la virtud del orden todo queda unificado y configurado en relación a ella. Esto se de tal modo que la virtud se convierte en un modo de relacionarse con el mundo.

Ahora bien. ¿Cómo se adquiere la virtud? El orden puede ser fruto de un gran esfuerzo ascético o puede surgir en la personalidad del individuo de manera natural, según las disposiciones del propio temperamento.  "Ambas formas de virtud son buenas, ambas necesarias." (Una ética para nuestro tiempo, 117). Depende también del individuo el hecho de que la virtud en él pueda enfermar. Esto sucede cuando el hombre pierde el dominio sobre ella. Pensemos, por ejemplo, cuando el orden se convierte en perfeccionismo. 

La mentalidad actual entiende que las virtudes son algo ajeno al hombre, pero hay que recordar que "éstas, no son ningún esquema general que se imponga al hombre, sino la propia humanidad viviente, en cuanto es llamada por el bien y se realiza en él" (Una ética para nuestro tiempo, 123). Por eso, señala nuestro autor como hemos visto antes, que hay cierta "afinidad electiva" entre los diversos caracteres y las virtudes.  Hay gente que tiende al orden, a la veracidad o la generosidad. Pues bien, esto es importante según Guardini por dos motivos: "Es importante ver esto para la comprensión de  la vida moral de las diversas individualidades. Pero también es importante para la cotidianidad práctica. Pues la labor moral hará bien en partir de aquello en que uno se siente en su casa, para avanzar a partir de ahí y dominar también lo extraño " (Una ética para nuestro tiempo, 124).

En las próximas semanas o quizás meses me voy a detener en la vertiente educadora de Romano Guardini comentado algunas obras de carácter ético como también su labor como educador de la juventud. Así pues de la virtud o del bien entendida "(...)  como aquello cuya realización es lo que de veras hace al hombre ser hombre" (Una ética para nuestro tiempo, 110), vamos a estar hablando en este blog durante un tiempo.



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