El pasado 17 de febrero de 2012 tuvo lugar en Madrid, organizado por el Prof. Dr. D. Julián Vara Martín, de la Universidad CEU San Pablo, una jornada de estudio sobre Teología de la historia en La ciudad de Dios de San Agustín. Fui invitado por D. Julián a participar en dicha jornada y preparé una breve comunicación en la que comparé el El Ocaso de la Edad Moderna con La Ciudad de Dios.
Parece, a primera vista, que ambas obras no son parangonables. El escrito de Romano Guardini tiene su origen en una introducción a un curso sobre Pascal que finalmente se convirtió en una serie de conferencias pronunciadas en la Universidad Tubinga en el semestre de invierno de 1947-48 y en la universidad de Munich en el semestre de verano de 1949. Vieron la luz como ensayo en 1950. La obra de San Agustín se gestó durante 13 largos años (413-426) y es mucho más extensa y profunda. El ensayo de Guardini consta de tres capítulos y el volumen de Agustín de dos partes, cinco volúmenes y veintidós libros. El contexto en el que nacen es también muy distinto. Romano Guardini, según decíamos anteriormente, estaba trabajando en un curso sobre Pascal. Agustín se enfrenta a la acusación por parte de los paganos de los desastres del imperio aunque algunos autores, como Salvador Antuñano de la Universidad Francisco de Vitoria, ven en la Ciudad de Dios algo más que una apología del cristianismo, a saber, "(...) es la exposición del designio divino cuya realización misteriosa y paradójica se está consumando en la historia" (Salvador Antuñano, San Agustín. La ciudad de Dios. Estudio preliminar,Tecnos, Madrid 2007, p. 120).
Sin embargo, a pesar de estas diferencias, hay un elemento que las hermana: las dos obras confrontan la historia con la Revelación. El ocaso de la Edad Moderna no puede no constatar, al analizar la Edad Moderna, la desaparición de Dios del horizonte cultural, y las consecuencias que esto tiene en la concepción del hombre y del mundo. Además se acerca a la Ciudad de Dios al describir en la primera parte el paso del Mundo Antiguo al Medioevo, lugar exacto en el que se encuentra Agustín. En todo caso, en breve se publicarán en la Revista Espíritu las comunicaciones de esta jornada, y allí expondré en forma de artículo mis conclusiones sobre esta comparación.
Esta comunicación también ha sido ocasión para indagar en la afinidad entre ambos autores. Es conocido de todos que Romano Guardini es un agustiniano. Además de dedicar dos ensayos al obispo de Hipona, Principio: una interpretación de San Agustín (publicado junto al ensayo La cuestión judía, Editorial Sur, Buenos Aires, 1963, pp. 31-88) y La conversión de San Agustín, (Agape, Buenos Aires, 2007), ha sido interesante constatar que ambos poseen una antropología con un fuerte carácter existencial, donde la conversión juega un papel importantísimo, y donde el hombre sólo puede ser definido a la luz de Dios.
En cuanto salga a la luz este artículo en el que sigo trabajando lo comunicaré por si a alguien le interesa profundizar en el tema. Mientras tanto espero algunos comentarios que puedan enriquecer lo dicho en esta entrada.
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