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viernes, 4 de marzo de 2016

Persona e libertà. Saggi di fondazione della teoria pedagogica

En el congreso sobre Romano Guardini que tuvo lugar en Roma el pasado 4 y 5 de noviembre, pude conocer a uno de los grandes estudiosos y expertos de Guardini en Italia, Carlo Mario Fedeli. El prof. Fedeli es autor de un libro titulado Persona e libertà. Saggi di fondazione della teoria pedagogica (Editrice Scuola, Brescia, 1987). Es un volumen que hacía tiempo había despertado mi interés y que sólo como volumen de segunda mano y a través de amigos he podido conseguir. Carlo Fedeli recoge en él algunos ensayos de Romano Guardini cuyo tema principal es la educación. También contiene otros que si no lo abordan directamente tienen mucho que ver con este fenómeno como es el ensayo dedicado al "encuentro" o como la última parte de Mundo y persona que también hace parte del libro.

Hemos dedicado en este blog algunas entradas al tema de la educación en Romano Guardini. Sin embargo, en ellas apenas hemos esbozado la cuestión pedagógica en Guardini. El volumen Persona e libertà. Saggi di fondazione della teoria pedagogica es de obligada lectura para quienes busquen estudiar la faceta pedagógica de Guardini. Además de los dos ensayos antes citados en sus páginas encontraremos  Fondazione de la teoria pedagogica junto a  La libertà viviente, Libertà e inmutabilità, Spirito viviente que forman como el primer ensayo y según palabras del propio autor una unidad como reflexión pedagógica. El libro concluye con un ensayo titulado la credibilità dell'educatore. 

Como en tantas ocasiones añoramos la traducción al castellano de muchos de los ensayos contenidos en este volumen. Esperamos que la reedición de las obras de nuestro autor en los últimos años, dé el último empujón a ciertas editoriales y pronto tengamos en nuestras librerías la traducción de estos ensayos. Por ahora, debemos conformamos con estas exquisitas y muy cuidadas traducciones al italiano, que sólo disfrutamos quienes conocemos esta lengua.

domingo, 6 de octubre de 2013

La ascesis (VI) como dominio y defensa de la técnica

Quisiera terminar como empezamos esta serie de entradas hablando de la necesidad de la ascesis en el ámbito de la técnica. Queda lejos y desterrado el mito del eterno progreso que pareció impulsar el avance de la ciencia en siglos pasados. Hoy sabemos "(...) que la técnica en su conjunto supone tanta amenaza como seguridad proporciona, que causa tanto prejuicio como provecho; y surge la preocupación de que todo ello pueda provocar una catástrofe para la existencia humana" (Ética. Lecciones en la universidad de Munich, BAC, Madrid, 2000, 309). En otros libros (Cartas del lago de Como, Dinor, San Sebastián, 1957) Guardini hace una reflexión general sobre la oportunidad que la ciencia nos proporciona en la medida que la humanicemos. Pero nosotros concretaremos aquí el tema y lo aterrizaremos al ámbito individual y personal, es decir, en "(...) el peligro de que la actividad tecnológica que nos rodea por doquier nos agreda a nosotros mismos y llegue a destruir lo más importante que tenemos: la libertad, la interioridad y la fuerza de la persona" (Ética. Lecciones en la universidad de Munich, 309).

Uno de los elementos propios de la tecnología es la inmediatez que ha provocado que la vida humana se desarrolle a gran velocidad. Realizar multitud de tareas en tiempos extremadamente cortos aumenta nuestra capacidad de trabajo y provoca cierto atractivo y hasta seducción. Sin darnos cuenta, podemos eliminar de nuestra vida espacios de reposo sin el cual la velocidad a la cual viajamos nos puede hacer perder fácilmente el rumbo o sentido. De nuevo tenemos delante un "contraste": movimiento y reposo. "Ahora bien, el reposo no es sólamente ausencia de movimiento, sino algo en sí mismo, el otro polo del elemento temporal. El conjunto solo está completo con el movimiento y el reposo. Sin reposo no hay nada esencial: ni conocimiento, ni asimilación de la obra de arte, ni relación con otra persona...." (Ética. Lecciones en la universidad de Munich, 309). Lograr ese equilibro entre movimiento y reposo en un mundo donde todos tienen prisa y los eventos se suceden a velocidades vertiginososas es un verdadero ejercicio ascético.

Guardini alude al ruido sobre el que no nos vamos a detener, pero también habla de otro elemento propio de la cultura tecnológica contemporánea: "Otro de los grandes peligros de la técnica es la agresión constante de estímulos". Además añade: "Nos llegan nuevas impresiones sin cesar. Estas impresiones vienen preparadas de forma cada vez más hábil, más refinada, más estimulante." (Ética. Lecciones en la universidad de Munich, 309). Y podríamos preguntarnos dónde se encuentra el peligro en todo ello. Quizás no nos damos cuenta pero la excesiva publicidad y sobreestimulación a la que estamos sometidos ha deteriorado enormemente nuestra capacidad de contemplación. Urge recuperar la mirada capaz de entender una obra de arte o extarsiarse ante un amanecer, porque nuestros sentidos están perdiendo sensibilidad ante los contenidos de la televisión y la pantalla del móvil.
 "(...) la capacidad de ver se ha deteriorado. (...) Y la consecuencia es que los sentidos -es decir, los órganos con los que el hombre capta el mundo- se gastan. Con todo este ver, el hombre no acumla más conocimiento del mundo, sino que lo pierde. Se le viene encima un alud de impresiones fragmentarias, y disminuye lo que de verdad importa, la interiorización del mundo con toda su carga de sentidos auténticos, con su grandeza y su fuerza, su profundidad. Todo se difumina." (Ética. Lecciones en la universidad de Munich, 312). 
Educar de nuevo la mirada y los sentidos en un entorno saturado de impresionanes es un ejercicio de verdadera ascésis. Como lo es también luchar contra la uniformidad en el decir y en el pensar, es decir, luchar contra lo políticamente correcto. La sociedad tecnológica ha generado a través de los medios de  comunicación y sin ella quererlo un tipo de hombre: "Al final tenemos ante nosotros al hombre de la masa, y además en la peor de sus versiones: la de la masa entregada." (Ética. Lecciones en la universidad de Munich, 313). ¿No es cierto lo que acabamos de leer? Es un hombre entregado al pensamiento único y a  la dictadura del relativismo. Contra ello Guardini nos invitaría al ejercicio de la ascesis: 
"Yo tengo que  aprender a hacer, no algo diferente, sino lo que debo hacer; a pensar no algo diferente, sino la verdad. En este caso, por tanto, la ascesis significa ejercitarse en el coraje de ser uno conseucnete con uno mismo; de pensar por uno mismo, de formarse uno us propia opinión; de mirar con los propios ojos; de hacerse su propio entorno con el propio esfuerzo. No es nada fácil, ni resulta cómodo. Significa buscar el centro de uno mismo y desde él salir al encuentro del mundo, matenerse fiel a uno mismo, aguantar las contradicciones. Todo esto cuesta trabajo y exige ánimo". (Ética. Lecciones en la universidad de Munich, 313).
Hemos hablado de los peligros que puede entrañar la cultura tecnológica contemporanea y no de la maldad de la tecnología porque de suyo no la entraña. Pero un uso inadecuado, como viene confirmándo la histora, entraña una serie de peligros que exigen del hombre  un ejercicio ascético para dominarse a sí mismo y desde ahí a la tecnología. Termino con Guardini: "Habría aún que decir al respecto, pero pienso que todos estaremos de acuerdo en que se trata de algo importante, tan importante, que si el hombre no aprende a hacerlo, sencillamente estará perdido." (Ética. Lecciones en la universidad de Munich, 313).






lunes, 23 de septiembre de 2013

La ascesis (V): lo más alto no se da sin lo más bajo

Frecuentemente en mis clases cuando abordo el tema de la libertad suelo decir a mis alumnos lo siguiente: el animal no puede no querer aquello que apetece. Es decir, en el mundo de los animales la voluntad se reduce a las apetencias. Querer y apetecer se identifican. En el ámbito humano no sudece así: puede apetecerme comer ahora pero decido y quiero no hacerlo porque no es ni el momento, estoy asistiendo a una clase, ni tampoco el lugar, me encuentro en un aula de la universidad. Cuando un animal tiene hambre y se le ofrece comida no puede no comer hasta saciarse; cuando un ser humano maduro y responsable tiene hambre y se le ofrece comida puede perfectamente rechazarla por diversos motivos: se encuentra a dieta o no es el momento ni el lugar como antes señalábamos. Querer y apetecer en el ser humano no se identifican. La renuncia a las satisfacción de los apetitos, no para reprimirlos, pero sí para darles un orden, sentido y mesura es otro de los nombres que recibe la ascesis: "La forma más simple de la ascésis es la renuncia" (Ética. Lecciones en la universidad de Munich, BAC, Madrid, 2000, 307).

Los apetitos, es decir, las tendencias a la realización de algo pueden tener diversa naturaleza. Pueden estar ligadas plenamente al ámbito  sensible, como en el ejemplo anterior, pero pueden tener su raíz en otra clase de pasiones: así puede apetecer apropiarnos de lo ajeno o desear un mal al prójimo. También en estas situaciones la voluntad humana puede rechazar y renunciar a sastifacer aquello a lo que en un primer lugar se tiende.

Todo lo anterior es de todos conocido y en este sentido el pensamiento de Guardini no aporta ninguna novedad. Donde quizás sí nos sorprenda es en el siguiente elemento, del que quizás tenemos noticia, pero sobre el cual en pocas ocasiones se piensa. Guardini afirma que la energía vital en el hombre se da en tres niveles: biológico (instintos), psicológico (pasiones) y espiritual (ansia de conocer, crear, amar, etc). Nuestro autor subraya que la energía empleada en un nivel va en menoscabo de los otros. Así, quien viva volcado en los instintos o pasiones no tendrá fuerza para dar respuesta a las tendencias espirituales, y viceversa, entregarse enérgicamente al mundo del espíritu supone dejar de alimentar la esfera biológica o psíquica tal como la hemos descrito antes. Con palabras de Guardini: 
"La persona que quiere crecer, alcanzar redimientos superiores y una forma de existencia más noble, renuncia a la satisfacción inmediata con el fin de ahorrar energías en lo inferior y poder orientarlas hacia lo más elevado. (....) Es un fenómeno conocido por la sabiduría de todos los tiempos: no puedes tenerlo todo; tienes que elegir; puedes alcanzar lo más elevado si renuncias -en una medida que la experiencia y la prudencia enseñan- a lo de más abajo. La vida del hombre que vive dignamente está plagada de estos fenómenos de transposición a niveles más altos. Lógicamente, en este aspecto pueden darse también casos enfermizos; podemos encontrarnos con conciencias para las que la vida no consista más que en deberes, rendimientos y espíritu. Se necesita por tanto, mesura, prudencia. En esto consiste, precisamente, buena parte de lo que llamamos sabiduría." (Ética. Lecciones en la universidad de Munich, 315).
Subraya Guardini la prudencia y medida con la que se ha de realizar este travase de  niveles. Esto me ha hecho recordar un texto que frecuentemente uso en mis clases. De alguna manera alcanzar lo más alto no se puede dar sin renunciar a lo más bajo, pero también hay que tener en cuenta, como decía C.S. Lewis en su libro Los cuatro amores (Rialp, Madrid, 2005) que lo más alto no se puede dar sin lo más bajo aunque sirva tan sólo de mero apoyo o sostén. Y así, antes de abordar el afecto, la amistad, el amor erótico y la Caridad inicia su libro con un capítulo dedicado al placer (gustos y amores por lo sub-humano).

domingo, 30 de junio de 2013

Romano Guardini: La interioridad o el alma del hombre (III)

Hemos hablado del silencio, de la soledad y del descanso como elementos configuradores de la interioridad humana, es decir, de aquello que denominamos alma. Todo ello a partir de cuanto dice Guardini en la carta VIII de su libro Cartas sobre la formación de sí mismo. Nos queda por abordar un último elemento, la espera, a la que dedicaremos hoy nuestras reflexiones.

La lectura de Guardini me ha enseñado que todo lo vivo no se produce, es decir, no se hace, sino que surge y cada uno de sus elementos tiene el momento y el tiempo adecuado para manifestarse. La espera es la condición de posibilidad del desarrollo y evolución de lo vivo. El alma humana, la persona humana está viva y por ello en ella debe reinar la espera, es decir, en ella todo tiene un tiempo. El hombre de hoy, envuelto en las tecnologías de lo inmediato, es incapaz de vivir la espera, identifica la máquina con el ser vivo, lo automático con lo espontáneo, la fría planificación con la evolución y el desarrollo. Pero en cada uno de estos ámbitos rigen leyes muy distintas. Además, lo realmente valioso y auténtico tiene su tiempo de maduración y hay que saber esperar. 
"Hay personas que no son capaces de percibir la ley profunda conforme a la cual va surgiendo todo lo que es auténtico. Piensan que se puede hacer todo. Piensan que se puede decir todo, leer todo, hacer todo, disfrutar de todo. Y que cada uno puede hacerlo en todo momento. Las personas que esperan saben que esa es una actitud plebeya. Conocen la profunda verdad de que todo tiene su tiempo, como dice el libro del Eclesiastés" (Cartas sobre la formación de sí mismo, 140).
 Ahora bien, la espera no supone la inacción, sino actuar en el momento adecuado, cuando la ocasión lo requiere, pero mientras llega ese momento hay que saber esperar. De otro modo, la vida no se desarrolla según sus propias leyes y es fácil echarla a perder por quemar etapas. Todo esto supone una humildad y confianza en Dios de la que habitualmente carecemos. 
"El hombre que espera sabe que lo más profundo, lo mejor, no se puede producir, sino que surge. Dios lo crea, y la naturaleza, su sierva. A los dos hay que dejarles sitio para que actúen. También esto forma parte del significado de saber esperar. Ciertamente, nada surge solo; no nos está permitido quedarnos mano sobre mano, cada cosa a su momento, la palabra recta, la obra recta. Entonces prospera y da buenos frutos. A ese momento preciso es a lo que hemos de estar atentos, y eso implica saber esperar." (Cartas sobre la formación de sí mismo, 140-141).

Sólo espera el que está en paz, el que no vive solicitado ni seducido por el tráfico de lo fugaz y pasajero, de lo inmediato y lo caduco. ¡Cuántas cosas fuera de su tiempo y también de su lugar! Esto en la educación es de vital importancia. El ser humano está en evolución ¿No percibimos como a veces se fuerza y se aceleran los aprendizajes, las habilidades y actitudes que queremos que adquieran nuestros hijos? Y qué insistencia tan pertinaz como alocada de introducir a los adolescentes e incluso niños en el ejercicio de la propia sexualidad, siempre con el argumento de que es lo natural ¿seguro? Consecuencia de toda está impaciencia es la destrucción de la esencia de las cosas, pues al romper las fronteras temporales que las delimitan  se quedan sin el contorno que las configuran y se vacían de contenido.

 Por último señalar que también la espera con la acción oportuna tiene la estructura de un contraste.
"Ya ves, una vez  más, que saber esperar y la acción decidida son dos caras de la misma moneda. La espera permite que la acción venga en el momento correcto, que esté rodeada del entorno adecuado, que  despliegue toda su fuerza y alcance su meta. La espera permite que tenga lugar una acción, cosa distinta de que meramente pase algo. Estamos de nuevo ante la respiración de la vida, cuyos movimientos alternativos son la actitud expectante y la acción decidida." (Cartas sobre la formación de sí mismo, 142).

Hasta aquí el comentario de los cuatro elementos configuradores del alma: silencio, soledad, descanso y espera. Pero Guardini no concluye aquí sus reflexiones. Dice que este es el punto de partida para entender y vivir realidades como la pobreza evangélica, la paz de los hijos de Dios, el sacrificio, la virginidad o el verdadero sentido del descanso dominical. Vale la pena leer esas últimas páginas de la carta VIII de Cartas sobre la formación de sí mismo donde además analiza el mundo moderno y lo lejos está cuanto ha propuesto en páginas anteriores.


(Sobre el volumen que estamos tratado Cartas sobre la formación de sí mismo  y para introducir al lector sobre el contenido del mismo se puede ver esta reseña de Raquel Guerrero Villada ). 

lunes, 13 de mayo de 2013

Educar en Romano Guardini (II). El carácter de la actividad educativa

Si la semana pasada reflexionamos sobre los elementos (algunos de ellos) que constituyen el fenómeno educativo hoy nos centraremos en tres consideraciones que aparecen bajo el epígrafe "El carácter de la actividad educativa" (Etica. Lecciones en la Universidad de Munich, BAC, Madrid, 2002, 693-697) y que a mi juicio son presupuestos que todo educador debe tener presente en su quehacer diario.

El primer presupuesto es la apertura del hombre al mundo. ¿Qué queremos significar con esto? Mientras el animal se relaciona de un modo unilateral con el mundo dada su especialización morfológica y la determinación instintiva, el hombre es apertura, es decir, tiene un cuerpo inespecializado que le permite adaptarse a cualquier ámbito vital y además posee pocos y débiles instintos. Así el hombre está referido al mundo como a un todo, el ser humano es apertura a la totalidad del cosmos. Esto significa que el hombre debe aprender a instalarse y generar su propio entorno, su propio mundo, a partir del cual realizar su existencia. Esta instalación no lo cierra a otros ámbitos: "un campesino puede dedicarse al trabajo del campo y de las comunidad, y sin embargo darse cuenta de que es un artista y comenzar a tallar, lo cual puede enriquecer su vida, e incluso traerle conflictos de naturaleza persona y profesional" (Etica. Lecciones en la Universidad de Munich, 693). La educación debe de tener presente este presupuesto. La persona humana no está cerrada ni determinada, todo lo contrario, lo que le caracteriza es la apertura a la totalidad. 
 "Esta libertad de movimientos confiere su carácter a todo el proceso educativo y le diferencia fundamentalmente de lo que hace el pájaro cuando enseña a sus retoños a volar y a buscar alimiento, o de lo que hace el zorro cuando les enseña a  atrapar a su presa, o a precaverse del peligro. El animal instruye a sus hijos en el entorno, y ello por la necesidad del mismo impulso que le lleva al apareo, a la construcción del nido, a la alimentación de sus hijos. (...) El ser humano, por el contrario, cuando educa, debe mantener la conciencia de que pone al joven ser humano en relación con el mundo" (Etica. Lecciones en la Universidad de Munich, 695).
El segundo presupuesto es que el ser humano padece un desorden constitutivo o lo que es lo mismo, no está en orden. Al afirmar esto queremos subrayar el hecho que a diferencia del animal, en el hombre actúan impulsos que le pueden llevar a actuar en contra de sí mismo, es decir, de modo inhumano. "En él existen posibilidades de comportamiento falso cuyo origen no está en que los órganos hayan sido dañados o los instintos se hayan vuelto inseguros, sino en que hay impulsos eficaces abiertamente inadecuados respecto a sus fines, e incluso dañinos" (Etica. Lecciones en la Universidad de Munich, 695-696). Todo ello es consecuencia de la libertad espiritual que caracteriza la vida humana. En contraposición al mundo animal donde todo se desarrolla de modo espontáneo y seguro por la existencia de los instintos, el hombre sin embargo debe aprender a serlo. Los seres humanos estamos llamados (como títulaba Millán Puelles, a una de sus obras)  a La libre afirmación de nuestro ser. En resumen: 
"El ser humano es una realidad compleja, de ahí que la educación nos sea únicamente el desarrollo de disposiciones, o la ordenación de un entorno, o la capacitación para el encuentro, sino sobre todo que el educador ayude al educando a distinguir por sí mismo el bien del mal, lo beneficioso y lo dañino, a ver las contradicciones internas y a encontrar un camino hacia adelante" (Etica. Lecciones en la Universidad de Munich, 696-697).
El tercer presupuesto es el siguiente: tanto el educando como el educador son personas. Volvamos a la comparación con el mundo animal para entender este aspecto. En las especies animales el individuo está ordenado a la existencia de la especie. Los individuos de especies en extinción que se conservan en algunos zoológicos son valiosos no por sí mismos, sino porque pertenecen a una especie. El hombre no, el ser humano es importante no por pertenecer a la especie homo sapiens, sino por ser él, es decir, por ser persona. Cada persona es única, es irrepetible y esa unicidad, ese carácter individual la hace irremplazable, insustituible. El educador tiene que tener conciencia del carácter personal, es decir, único e irrepetible de cada educando.
 "Un educador debe de tener este sentimiento. A pesar de todas las reglas de experiencia, a pesar de toas las finalidades y órdenes; debe volver siempre en su más íntima actitud a aquella conciencia que no se expresa en la frase «¡ese niño, uno más entre cincuenta!», sino en esta otra: «¡Tú, niño, único en tu relación conmigo!» Quien no hace eso es un criador de individuuos estatalmente utilizables, un amaestrador de fuerzas económicas experimentadas, pero no un educador de ser es humanos" (Etica. Lecciones en la Universidad de Munich, 698).

lunes, 25 de marzo de 2013

Romano Guardini. Comprender al otro

1. ¿Qué es la comprensión?

Hoy toca hablar de la comprensión y para empezar debemos aclarar exactamente a qué nos referimos con este término. La comprensión es el fundamento de la convivencia humana. Pero algunos dirán ¿no conviven en sorprendente armonía las hormigas, las abejas y muchos individuos de especies animales superiores? ¿No se da la comprensión en el mundo animal? No. Los animales viven juntos organizados por los instintos propios de su especie y esa "convivencia animal" está ligada a la supervivencia de la especie a través de la reproducción, de la alimentación y de la defensa en los peligros. La comprensión humana que fundamenta nuestra convivencia se da 
"Cuando la relación vital en cuestión está formada por seres en cada uno de los cuales vive una interioridad que se vela en un exterior, pero que también se expresa a la vez en él y, por tanto, puede ser leída ahí por otro ser análogo." (Una ética para nuestro tiempo, 255-256). 
Por lo tanto, se trata de alcanzar la interioridad de la persona y allí se puede llegar porque ella voluntariamente la manifiesta o porque ciertos signos exteriores de modo espontáneo y natural nos conducen a ella: "Comprensión significa entonces saber leer y escuchar lo que se pretende en el interior, partiendo de lo observado exteriormente" (Una ética para nuestro tiempo, 256).

2. ¿Cómo comprender al otro?

Dejando de lado el fingimiento, cuando el otro esconde hábilmente su interior con la finalidad de no ser realmente comprendido, existen una serie de elementos que nos ayudan en la comprensión mutua. El primero de ellos es saber descubrir lo que está detrás de una mirada, un gesto, una palabra, un comportamiento, una disposición de ánimo. A partir de lo patente entrever lo latente.  En este ir detrás debemos atender también al temperamento: 
" Por ejemplo, si alguien se pone brusco en un momento determinado, la compresión significa ver cómo ese sentimiento encaja en el conjunto de su ser. Un determinado modo de conducta indica en aquél algo diferente que en el otro. Cuando una persona tímida se pone brusca porque quiere ocultar su interioridad es algo totalmente diferente que cuando un desvergonzado se pone violento para imponer su voluntad." (Una ética para nuestro tiempo, 257).
Romano Guardini
Todo lo anterior exige una aguda mirada y una fina sensibilidad.  A ello hay que añadir la experiencia,  pero no porque en los diversos encuentros uno vaya a extraer leyes universales de comportamiento, sino porque la experiencia desarrollará en nosotros una mirada más clara y una mayor capacidad de adaptación al otro.

¿Por que hay tan poca compresión? Guardini es muy claro en su respuesta: "Eso tiene diversos motivos. Tomemos uno: que a las personas se empieza por clasificarlas en las que se soportan y las que no se sorportan. Con eso, ordenadas por el egoísmo, las personas quedan en dos grandes cajas, marcadas por adelantado"(Una ética para nuestro tiempo, 259). Claro, que esto ocurre de manera involuntaria. La compresión surge cuando supero esta fueza natural y le concedo al otro ser él mismo, sin ningún tipo de prejuicio que desvirtúe mi conocimiento. El otro tiene derecho a ello. 
"El comienzo de toda compresión reside en que el uno le conceda al otro lo que es: que no le considere con lo ojos del egoísmo; que, por interés propio, le prescribe cómo ha de ser, sino con los ojos de la libertad, que empieza por decir: sé el que eres; luego: y ahora querría saber cómo eres y por qué" (Una ética para nuestro tiempo, 328-329).
 Señala Guardini la importancia de la autocompresión desde el prójimo. Es decir, que el médico considere como lo ven sus pacientes, y el profesor cómo lo consideran sus alumnos, tan pronto como entra en el aula, explica la lección, los atiende en sus horas de tutoría. El marido tendría que considerar cómo lo contempla su mujer y viceversa. "No es fácil hacerlo así. Hay que intentarlo muchas veces; ejercitarse precisamente este verse desde otro. Si se lograr verse así, sin que el yo se meta en la mirada y enderece la imagen lo que ahí se hace visible puede ser muy desagradable, pero ayuda a la verdad" (Una ética para nuestro tiempo, 262). El fruto de todo ello no será únicamente conocerse mejor, sino sobre todo, enjuiciar mejor a los demás. 

3. La comprensión en Dios.

La creación del hombre de Miguel Angel
Como es habitual, y siguiendo ese principio que desarrollamos en la entrada El legado de Platón, hay que mirar a Dios para llegar a entender una virtud en profundidad. "¿Comprende Dios? Verdaderamente, sí que lo hace, y ¿¡cómo sobrepasa esta comrensión a toda medida humana!" (Una ética para nuestro tiempo, 262). Dios nos comprende de modo muy distinto a como lo hacen el resto de los hombres. Él nos ha creado y por lo tanto, ningún rincón de nuestro ser queda oculto a su mirada. El acto creador es el fundamento de su comprensión, pero precisamente la naturaleza de ese mismo acto creador nos une a la comprensión humana, en la medida que ésta empieza respetando el ser del otro, dejándole ser quien és. Dios al crear nos respeta, nos dejar ser lo que somos, criaturas libres. 

Pero el mismo acto creador de Dios nos puede conducir a comprendernos a nosotros mismos. Es en la mirada de Dios sobre nosotros donde alcanzamos nuestra verdadera comprensión, donde nos encontrarnos con nuestra verdad: "en la mirada y la mano de Dios es donde te haces dueño de ti mismo"(Una ética para nuestro tiempo, 264).

Comprender por lo tanto es imitar la mirada de Dios sobre el hombre. Una mirada que contiene lo que uno es y lo que está llamado a ser: "Hemos de aprender del gozo que tiene Dios en cada hombre; de la generosidad con que él le pone en su libertad: de su pura comprensión, que no sigue al ser de las cosas, sino que lo fundamenta, pues él nos ha dado ser su imagen y semejanza" (Una ética para nuestro tiempo, 264). Dos ejemplos para terminar: la amistad y el matrimonio.

"¿Cual sería el más puro cumplimiento de lo que significa la amistad? Que un amigo tuviera sobre el otro este sentir: en su mirada soy completamente el que soy. Su mirada no me estrecha: me hace lo que soy, no como reproche, sino que en ella es  donde empiezo a ser por completo yo mismo.
Sería matrimonio perfecto aquél en que la mujer pudiera tener el sentir de que en la mirada de su marido es donde alcanza su pleno ser; y, recíprocamente, que el marido se encontrase a sí mismo auténticamente en el saber de su mujer. Sí, cuando cada uno de ellos pudiera verse en la mirada del otro como el que ha de llegar a ser. No porque ahí la vanidad organice fantásticamente una compañía que nunca podría existir, sino porque el amor ve las posbilidades que todavía duermen en el otro" (Una ética para nuestro tiempo, 264-265).


lunes, 28 de enero de 2013

La verdadera imagen de Romano Guardini

Prof. Dr. D. Alfonso López Quintás Catedrático
Emérito de la Universidad Complutense de Madrid
Empiezo esta entrada con cierta precaución porque en ella voy a comentar un libro del que podemos considerar el mayor experto de Romano Guardini en el ámbito hispano y uno de los más importantes a nivel internacional: D. Alfonso López Quintás. La verdadera imagen de Romano Guardini (EUNSA, Pamplona, 2001), es una excelente introducción al pensamiento y principales obras de Romano Guardini. 

Antes de reseñar brevemente su contenido debo anotar que el volumen está dedicado a Ángel Sánchez-Palencia Martí, profesor de antropología de la Universidad Francisco de Vitoria (Madrid). El profesor Sánchez-Palencia realizó su tesis doctoral guiado por las manos expertas de D. Alfonso. Tuve el placer de conocer al Dr. Angel Sánchez-Palencia y trabajar junto a él cuando dirigía el departamento de humanidades de la citada universidad. En esos años entablamos  una verdadera relación de amistad. De esa amistad de la que habla C. S. Lewis en su libro Los cuatro amores y que se funda en el común afecto hacia una misma cosa (en nuestro caso un modo y un estilo peculiar de vivir la universidad y ser universitario) y que hace exclamar con sorpresa a quienes participan de ella lo siguiente: "¿Cómo, tú también? Yo pensaba ser el único" (C.S. Lewis, Los cuatro amores, Rialp, Madrid, 2000, 77).

La verdadera imagen de Romano Guardini está estructurada en ocho capítulos. Los dos primeros dedicados a la actualidad y vigencia del pensamiento de Romano Guardini. En el  tercer capítulo se habla de Guardini como educador de la juventud y los escritos relacionados con ello, como por ejemplo Cartas sobre la formación de sí mismo (Palabra, Madrid, 2000). Los cinco restantes se centran en el contenido de una obra o varias obras claves del pensamiento de Romano Guardini. 

Así, Las etapas de la vida (Existen tres ediciones en castellano de esta obra) viene tratado en el capítulo 4. Lo interesante de López Quintás es que no se limita a resumir el contenido de una obra, sino a descubrir el sentido de ella en el contexto de la vida y el pensamiento de nuestro autor. Así, Don Alfonso relaciona las diversas etapas de la vida con otros libros y con la misma biografía de Guardini. 

La ética es el tema que configura todo el capítulo quinto a la luz del comentario de algunos pasajes de la tantas veces citada en este blog Ética. Lecciones en la Universidad de Munich (BAC, Madrid, 2000) y de otro escrito del que algún día tendremos que comentar y profundizar titulado Una ética para nuestro tiempo (Cristiandad, Madrid, 2002).

 El capítulo sexto está dedicado a qué significa ser cristiano. Parte un libro que recoge las últimas lecciones de Romano Guardini en su cátedra de Munich, poco antes de su jubilación: La existencia del cristiano, (BAC, Madrid, 1997). La cosmovisión cristiana del mundo y la existencia del cristiano están intimamente relacionadas. Cómo configura la fe la vida y la existencia del cristiano hasta el punto de que podemos hablar de la persona cristiana vienen comentados en este capítulo a través de la obra citada y de otras.

La vida de oración copa el capítulo séptimo. En él se habla de la importancia que daba Romano Guardini a la vida de oración, sus formás básicas, su aportación en el ámbito de la liturgía y también de diversas formas de oración popular como el Rosario, el Vía Crucis, etc. Sobre ellas escribió Guardini algunos opúsculos que han sido reeditados recientemente (El vía crucis de nuestro Señor, Desclée de Brouwer, Bilbao 2008 y El Rosario de Nuestra Señora, Desclée de Brouwer, Bilbao 2009). Aunque el libro clave en este tema, al que también se hace referencia, es Introducción a la vida de oración, (Palabra, Madrid, 2002). Este libro me ha hecho personalmente muchísimo bien y no miento cuando digo que habré regalado a amigos y familiares alrededor de unos quince ejemplares.

Concluye el libro con un capítulo dedicado a los contrastres como clave de interpretación de la vida humana. Ésta no está llena de contradicciones sino de contrastes. Evidentemente es un comentario al conocido ensayo escrito en los años 20 El contraste. Ensayo de una filosofía de lo concreto viviente (BAC, Madrid, 1996) y que Don Alfonso domina perfectamente al haber sido tema de sus tesis doctoral y tener publicados estudios sobre el tema (Romano Guardini y la dialéctica de lo viviente, Cristiandad, Madrid, 1966).

Cierran el volumen dos apéndices sobre la vida de nuestro autor y sobre su bibliografía. En general es un libro excelente para introducirnos en la obra de Guardini escrito por uno de sus mayores conocedores y que fue alumno suyo en Munich.

lunes, 26 de noviembre de 2012

La autoridad (II)

La semana pasada hablamos de la autoridad y lo vamos a seguir haciendo durante algunas semanas. El tema aparece en la Etica. Lecciones en la Universidad de Munich, como vimos la semana pasada, pero también en otros dos volúmenes por lo menos. El primero de ellos es La existencia del cristiano (BAC, Madrid, 1997, 402-415) al hablar de la autoridad de la Iglesia. El segundo es Preocupación por el hombre (Ediciones Cristiandad, Madrid, 1965, 111-123) que recoge diversos ensayos y conferencias, uno de ellos titulado "El ateismo y la posibilidad de la autoridad". De algún modo, los tres textos tienen sintonía en el sentido que hablan todos de lo que no es la autoridad, de la esencia de la autoridad y su especificidad, de los ámbitos propios de la autoridad: los padres y el estado. Por último también en todos encontramos una referencia al fundamento último de la autoridad en Dios. Así pues, he decidido crear una serie de entradas sobre el tema de la autoridad y seguir el siguiente esquema: la esencia de la autoridad, la autoridad de los padres, la autoridad del estado, la autoridad de la Iglesia. 

1. Dificultad para entender la autoridad

Volvemos en esta entrada a la esencia de la autoridad de la que ya hablamos la semana pasada. Recordemos que la autoridad es la obligación moral que surge no tan sólo de la norma o mandato recibido sino también de la misma instancia de la que emana ese mandato. Y la primera idea que quisiera subrayar es la dificultad que presenta este fenómeno para examinarlo y comprenderlo. Y esto por varios motivos: 

a) El primero es que la autoridad es un experiencia lejana y ausente en la cultura actual. Desde la Edad Moderna hasta nuestros días la autoridad ha sufrido un constante desprestigio hasta hacerla incomprensible para el hombre de hoy:
"tenemos que hablar ahora de un fenómeno que le resulta muy lejano al hombre de hoy: el de la autoridad. Hemos de habérnoslas con una sensacion de extrañeza e incluso de resistencia interior, (...). La idea de autoridad -y sobre todo la viviencia y la actitud que le dan soporte- se encuentra destruida; se ha diluido y sus elementos no sólo son irreales sino que se consideran peligrosos" (Etica. Lecciones en la Universidad de Munich, 357).
Esta lejanía que provoca incomprensión, hace que se la iguale en ocasiones al totalitarismo o la dictadura. "Hoy día hay un temor generalizado a la autoridad. Se la equipara con la violencia, la represión, la dictadura y se la rechaza en nombre de la libertad." Sin embargo, continua Guardini "En realidad, la autoridad está esencialmente relacionada con la libertad, de modo que no sólo presupone a ésta sino que la protege" (La existencia del cristiano, 411).

b)  Por otro lado "(...) el fenómeno mismo -como sucede en todo lo realmente vivo- se resiste a la razón."  (Etica. Lecciones en la Universidad de Munich, 363). Es decir, se resiste a la tendencia, también moderna, de abstraer, racionalizar, conceptualizar en exceso a la hora de intentar comprender los fenómenos vitales de la realidad y del hombre. En el fondo, Guardini está haciendo referencia al "contraste" como clave de interpretación y compresión. Pero esto nos llevaría muy lejos. En todo caso, lo que quiere decir Guardini queda bien explicado en la introducción a su obra El contraste. Ensayo de una filosofia de lo viviente-concreto. (BAC, Madrid, 1996).

c) También dificulta la comprensión de la autoridad la disolución de una de las  instancias donde de manera natural se da, como es la familia: "La actual desintegración de la familia pone de hecho en tela de juicio la autoridad de los Padres. (...) El hombre de hoy no tiene ya, por lo general, ninguna sensibilidad para la idea de autoridad, sino que considera a los padres en plan práctico, en su función de dar cobijo, alimento y ayuda en el curso de la vida." (La existencia del cristiano, 404). Así, el individuo contemporáneo pierde uno de los ámbitos donde se experimenta de manera natural y originaria la autoridad. Pero de ello tendremos ocasión de hablar cuando hablamos de la autoridad y familia. 

d) Por último la desaparición del elemento religioso en la sociedad termina por obstaculizar la experiencia y la compresión de la autoridad. Esto se entiende fácilmente si volvemos al ejemplo de la familia. La autoridad de los padres remite a una instacia superior: la divina. Su capacidad de obligar moralmente al hijo no reside en ellos sino que apunta hacia el bien absoluto que es Dios. "La existencia de Dios y la fe en Él, la conciencia de su autoridad absoluta, en el que manda y el que obedece, son esenciales para que sea posible la autoridad . (...) En la medida en que desaparece la fe en Dios, la relación con Él percibida de modo viviente, se deshace la autoridad." (Preocupación por el hombre, 122).

2. Lo que no es autoridad y las formas intermedias de autoridad

Como modo de evidenciar lo que es la autoridad, Guardini la distingue de otras formas aparentes de autoridad y de lo que denomina modos intermedios de autoridad. 

a) La primera forma falsa es la obligación que nace de la fuerza.  La obligación moral que apela a nuestra conciencia no puede ser impuesta por la violencia. Por esto mismo la fuerza, la coacción física, la violencia política están muy lejos de ser autoridad, aunque el estado o el poder político usen ese término. La autoridad apela a la libertad del individuo desde un punto de vista moral y no mediante amenazas física o psíquica. La fuerza obliga de modo externo al individuo mientras que la autoridad apela a su conciencia, su interioridad. Como es habitual, hay una referencia explícita al nazismo cuando ejemplifica esto. (Cfr. Etica. Lecciones en la Universidad de Munich, 363-364).

"Tampoco podemos hablar de ella cuando un hombre aparece ante otro con la fuerza espiritual, psicológica e incluso corporal a que nos referimos al decir que alguien tiene una fuerte personalidad." (Etica. Lecciones en la Universidad de Munich, 364).  Aquí todavía no tenemos la presencia de la autoridad. A veces afirmamos que cierta persona es una autoridad en tal campo de la ciencia. Sin embargo este modo de hablar es una analogía. Del mismo modo, incluso, cuando afirmamos la autoridad del "hombre que vive ejemplarmente. Ejerce influjo especial, un efecto de formación moral. Y -a diferencia del mero maestro- no sólo por su palabras y el peso de sus argumentos, sino por su ejemplo y por todo su ser: por el hecho de que también procura hacer él mismo lo que proclama: por la fuerza estimulante y contagiosa de su personalidad" (Preocupación por el hombre, 114). Aquí podemos constatar que ciertos individuos influyen en otros pero no existe la obligación que constatamos en la autoridad.

Por ultimo conviene destacar lo que denomina Guardini formas intermedias de autoridad. Veámos como lo explica:

"Pero existen tambien una serie de formas intermedias. Tienen un carácter de autoridad delgada para hacer frente a determinadas tareas. La autoridad originaria, tanto la de los padres como la del Estado, se orienta a la vida dentro del campo respectivo; tienen algo de creativo y, gracias al carácter primigenio de su poder, procuran el orden obligando. En cambio, las formas intermedias de las que hablamos estás limitadas: el profesor, a la escuela; el maestro de taller, a la fábrica, etc." (Etica. Lecciones en la Universidad de Munich, 369).

lunes, 12 de noviembre de 2012

Iniciación a la lectura de Romano Guardini

Algunos compañeros y amigos que han descubierto la figura de Romano Guardini a través de este blog me ha formulado la siguiente pregunta: ¿Qué libros y en qué orden debo leer para introducirme en el pensamiento de Romano Guardini? No es fácil responder a este interrogante. Además, creo que todavía no conozco suficiente la obra de nuestro autor para acertar con el elenco. De todos modos voy a intentar ofrecer un pequeño listado de sus obras en castellano que espero sirva al fin del que venimos hablando. Atentos, lo que a continuación haremos no tiene nada que ver con listado bibliográfico de toda la obra de Guardini. Se trata de algunas obras para iniciarse en el pensamiento de nuestro autor.
La primera de ellas es Apuntes para una autobiografía (Ediciones Encuentro, Madrid, 1992). Se trata de un libro de apenas 180 páginas donde Guardini da cuenta biográficamente de dos cosas: a) el inicio y desarrollo de su carrera académica; b) la vocación sacerdotal y su ministerio. En  el fondo estas son las dos facetas, académica y sacerdotal, en las que podríamos resumir su vida. Facetas que vivió de manera unitaria.

En relación a su pensamiento dividiría en este momento en dos áreas sus obras: filosóficas y teológicas (conscientemente me dejo las de comentario e interpretación literaria. Creo que no son las adecuadas para inciarse). Con respecto a lo primero, la filosofía, aconsejaría la lectura del primer volumen de la triología Obras (Cristiandad, Madrid, 1981), donde podemos encontrar los siguientes ensayos: Europa, realidad y tarea; El Ocaso de la Edad Moderna (este ensayo es muy importante); El poder. Una interpretación teológica. Todos ellos se encuentran como digo en este primer volumen que recoge una selección de obras de Romano Guardini. También filosóficamente, entiendo que es muy importante el volumen Mundo y Persona (Encuentro, Madrid, 2000) y el libro Preocupación por el hombre (Editorial Guadarrama, Madrid 1965). Este último volumen hay que buscarlo en librerías de segunda mano y contiene conferencias  ensayos muy interesante. Algunos de ellos se han reditado hace poco en el volumen Escritos Políticos (Palabra, Madrid, 2011).

Sus obras teológicas son igualmente atractivas. Elijo tres: en primer lugar El Señor. Meditaciones sobre la persona y la vida de Jesucristo. (Ediciones Cristiandad, Madrid, 2002); mi segunda obra hay que adquirirla en librerías de segunda mano y es Meditaciones teológicas (Ediciones Cristiandad, Madrid, 1965) donde encontraremos  "Meditaciones sobre los tres primeros capítulos del Génesis", "Meditaciones sobre el Padre Nuestro","Sabiduría de los Salmos" ..etc; en tercer lugar, aunque debía aconsejarlo como el primero Introducción a la vida de oración (Palabra, Madrid, 1999) que es uno de los libros espirituales que más bien me han hecho y no me canso de regalar.
Dejo para el final un par de obras sencillas dirigidas al gran público, a aquellos que no suelen moverse por el mundo académico. Éstas son: Las etapas de la vida (Palabra, Madrid, 1997) y Quien conoce a Dios sabe del hombre. (PPC, Madrid, 1997). Especialmente este último ensayo, al que se puede acceder en internet con un click en el título del mismo, creo que es de los mejores textos introductorios para acercarse al pensamiento de nuestro autor.
Espero que esto haya servido. La próxima semana comentaré algunos libros sobre la vida de Romano Guardini que también son camino de aproximación a nuestro autor.

domingo, 4 de noviembre de 2012

Libertad y Verdad en Romano Guardini II (La familia)

Llevamos dos semanas comentando una conferencia de Romano Guardini titulada Libertad  (en Preocupación por el hombre, Editorial Guadarrama, Madrid, 1965, 127-142). La semana pasada identificamos el núcleo vertebrador de todo este escrito, es decir, lo que Romano Guardini denominaba convicción y que no es otra cosa que el conjunto de principios éticos que configuran la conciencia del hombre a partir de los cuales construye su existencia. Guardini afirma que el ejercicio de la libertad exige la convicción tal como acabamos de explicar, y aterriza esta idea en varios ámbitos humanos: la profesión, la familia, la enseñanza, la vida política, la libertad de información. Hace una semanas nos detuvimos en la profesión, hoy lo haremos en la familia.  

"Libertad significa que la persona llegada a responsabilidad pueda estructurar su familia conforme a la voz de su corazón y al juicio de su conciencia" (Libertad en Preocupación por el hombre, 132). Esto se concreta en la libertad de elegir a la mujer o al hombre que se ama sin que esta decisión esté condicionada por leyes raciales, medidas económicas o de otra índole impuestas por el estado, que el hombre y la mujer puedan crear esa comunidad básica que se llama familia, que el hogar que habiten tenga carácter privado y no pueda ser allanado por el Estado, que tenga y acojan los hijos que deseen, que "sobre su educación deben decidir ante todo los padres, y sólo luego, y de acuerdo con ellos, los poderes públicos" (Libertad en Preocupación por el hombre, 132). En resumen: "Libertad significa que el hombre tenga la posibilidad de fundar según su conciencia esa célula básica de toda comunidad humana que se llama familia, de desarrrolar como le parezca justo esa forma elemental de toda cultura, sin miedo de que lo que construye para que sea su casa sea destruido desde fuera, bien por el Estado, bien por el partido o por lo que sea" (Libertad en Preocupación por el hombre, 133).

Ahora bien, todos estos derechos naturales de la persona humana adquieren su verdadero sentido en la medida que se tiene una convicción clara sobre lo que es el matrimonio y la familia. Y esto se da en primer lugar cuando la persona humana ha llegado a una edad o madurez que le permiten ejercer ese derecho: "No tiene sentido reclamar esa libertad de elección amorosa e inviolabilidad de la casa si antes el hombre y la mujer no conocen y están preparados para la responsabilidad de esa elección y la fidelidad a la comunidad del matrimonio y casa" (Libertad en Preocupación por el hombre, 134).

Y en segundo lugar, y volvemos a la idea vertebradora, en la medida que exista en los individuos una convicción clara de lo que es el matrimonio y la familia y estén dispuestos a asumir lo que esto comporta. De ahí que Guardini vuelva a recordar lo siguiente: 
"Hemos de volver a considerar con claridad que esa exigencia sólo tiene en sí un núcleo de realidad cuando detrás de ella hay algo más que una simple aventura erótica o una ordenación jurídica: es decir, cuando hay una decisión de persona a persona que funda fidelidad y produce vida de comunidad: cuando los padres saben que en cada hijo se trata de un destino humano que les está confiado y se esfuerzan por darle la formación de conciencia, la configuración de contenido vital que luego puede servirle para construir su existencia. Todo esto ha de ser deseado realmente, en disciplina y renuncia. Si no ocurre así, si la familia se convierte en esa forma suelta que cada vez es más ¿qué habrá de significar áun el derecho a su libertad? ¿la posibilidad de que cada cual haga lo que se le antoje?" (Libertad en Preocupación por el hombre, 133).
Cuando desaparecen la convicciones sobre lo que es el matrimonio y la familia y el deseo de hacerlas vivas desaparece también entonces su derecho y libertad y surge el totalitarismo: "La coerción totalitaria sobre el matrimonio sólo se hace posible cuando el portador vivo de la libertad, el hombre responsable, ha perdido hace mucho el deseo de comunidad de fidelidad, de vinculación familiar, de configuración viva de la casa" (Libertad en Preocupación por el hombre, 133).

Todo lo dicho me hecho reflexionar sobre lo que considero ingerencias del Estado en el ámbito del matrimonio y la familia a través de una nueva legislación. Ha sido posible y sólo es posible, en la medida que ha desaparecido de una gran parte de los individuos de la sociedad la seriedad para vivir con resposabilidad lo que implica el matrimonio y la familia. Los valores como la fidelidad, la generosidad, la entrega y el amor recíproco y estable, según lo pide la dignidad de la persona, no resultan atractivos y no se encuentran vivos en los individuos. No se cree en ellos. Por ello, el Estado, bajo el sofisma de reconocimiento de derechos y en nombre de la libertad, ha podido imponer dictatorialmente nuevas formas de familia y de unión personal, que no fomentan la estabilidad de estas comunidades humanas, sino todo lo contrario, al hacerlas efímeras,  pasajeras o reversibles. El amor humano que debería fundarlas se ha convertido en epidérmico o superficial.  Se dice que se quiere fomentar la libertad, pero ésta exige búsqueda sincera de la verdad, convicciones sobre la realidad y obediencia a la misma. En la medida en que esto desaparece, la libertad se transforma en arbitrariedad que no se somete a ningún principio vinculante, sino a la voluntad del individuo (o del Estado), que no respeta la verdad y busca imponerse (a veces con violencia o totalitariamente) a los demás.






lunes, 22 de octubre de 2012

¿Qué es la profesión?

Durante las próximas semanas nos ocuparemos de la conferencia que Romano Guardini pronunció el 19 de julio de 1960 en el antiguo ayuntamiento de Munich como motivo del 20 aniversario del atentado contra Hitler. En recuerdo de las personas que intentaron salvar a Alemania del Nazismo, nuestro autor habló de la libertad. El texto es muy rico. En futuras entradas profundizaremos en él. Hoy quiero detenerme en un tema secundario que aparece en relación a la libertad: la profesión.

¿Qué es la profesión? Creo que todos sabríamos definirla pero no con el acierto, la riqueza y la profundidad como lo hace Guardini. Leamos con atención: “La profesión es el punto de intersección de la existencia individual y la colectiva: el lugar donde el individuo se encuentra en la conexión del todo y donde la totalidad recibe vida de la obra del individuo.” (Libertad en Preocupación por el hombre, Guadarrama, 1965, 130-131).
 
Es decir el ejercicio profesional es el punto donde me encuentro con la comunidad, con la sociedad y ésta se encuentra conmigo. ¿En qué consiste este encuentro? En el servicio, es decir, donde la comunidad recibe vida a través de la obra, del trabajo del individuo. Al mismo tiempo, el individuo entra en conexión con la totalidad, conoce sus necesidades y le sirve según el modo y manera como se siente llamado. Este aspecto vocacional de la profesión también es reseñado por Guardini. Así escribe: “Se refiere a la actividad a que soy llamado por parte de mi ser: si entrar ahora en si la vocación profesional viene aún de más lejos. Naturalmente hay gradaciones de evidencia y fuerza. Es afortunado el que puede decir: Sé que estoy dotado para esto: me siento impulsado a esto: mi tarea vital ha de ser ésta, y ninguna otra” (Libertad en Preocupación por el hombre,131). No siempre podemos decir que el ejercicio profesional responde a una llamada vocacional tan nítida como la antes descrita. Por eso, Guardini también reconoce que “Ese ser llamado puede debilitarse y verse como: Dentro de las posibilidades dadas, eso es lo que mejor corresponde a mis disposiciones. Incluso puede limitarse a un punto de vista superficial, pero muy real: De esa manera puedo servir, del modo más decente, al sustento vital mío y de mi familia” (Libertad en Preocupación por el hombre, 131). Por lo tanto, la profesión tiene también raíces alejadas de la  vocación pero igualmente legítimas.

 En el contexto de la conferencia que estamos analizando Guardini señala que la profesión la debe elegir el individuo y nadie más que él. Pero esta libertad presupone por parte de cada uno cierta madurez humana y responsabilidad, es decir: “Presupone que la persona, llegada a responsabilidad, sepa que está, dentro del contexto del conjunto social, en un puesto que, a la vez que para él, tiene importancia para todos. Es real en la medida en que, quien la reclama, sienta la responsabilidad por la cosa y el gusto por su buena realización” (Libertad en Preocupación por el hombre, 131-132). También presupone por parte del Estado facilitar la libertad de elección por todos los medios que tenga a su alcance, especialmente los referentes a la formación.  Lo puesto por el individuo como la tarea del Estado es igualmente importante. Porque si desaparece la responsabilidad y madurez del individuo como la conciencia de lo que implica y es el ejercicio de la profesión para él y para toda la comunidad, entonces, es fácil que aparezcan los totalitarismos (en forma de estado u otras variantes) y se señale al individuo su lugar de trabajo al margen de su libertad. Para nuestro autor, la aparición de los totalitarismos, como tendremos ocasión de ver en próximas entradas, no es consecuencia de fuerzas externas que se imponen con violencia al individuo, sino que proceden de la debilitación interna del individuo que al carecer de principios absolutos, valores trascendentes y convicciones queda indefenso y por lo tanto a merced del más fuerte. La violencia que se ejerce sobre él puede ser política, pero también mediática, social, etc. De este último aspecto tendremos ocasión de hablar en más ocasiones.

 

 

domingo, 23 de septiembre de 2012

Síntesis del concepto de persona en Romano Guardini

Durante siete entradas hemos analizado el concepto de persona en Romano Guardini. Con la finalidad de ordenarlas todas y dar una visión de conjunto de lo que hemos estado haciendo durante algunos meses, he decidido elaborar un esquema que sirva de síntesis de nuestro trabajo. Así pues, ofrezco la siguiente guía:  
Las fuentes. El 28 de mayo iniciamos nuestra breve investigación indicando las fuentes principales donde informarse sobre el concepto de persona en nuestro autor. 
Los estratos de la persona. El 4 de junio hablamos de los tres estratos en los que Guardini configura a la persona humana: a) conformación (Gestalt), b) individualidad (Individualität) y personalidad (Persönlichkeit).
Lo específico de la persona. El 11 de junio examinamos los dos rasgos que especifican a la persona humana: la autoposesión y su carácter único.
Los peligros de la persona. El 18 de junio concluimos la primera serie de entradas sobre la persona hablando de los pelígros que la pueden hacer enfermar: la exclusión de la verdad, el amor y la justicia de la vida personal.
El encuentro. Ya en septiembre,  iniciamos el curso con algunas reflexiones sobre el encuentro y la persona.
La persona y el Estado Moderno. El 9 de septiembre apareció en nuestro blog unos comentarios sobre uno de los grandes enemigos de la persona en la modernidad: los estados totalitarios.
La persona y Dios. Por último, el 17 de septiembre, evidenciamos la clave de compresión de la persona en Romano Guardini, su relación con Dios.
Con todo ello no hemos agotado el tema, pero creo que sí hemos logrado introducirnos a él abriendo el horizonte a quienes deseen profundizar en la antropología de Romano Guardini.

martes, 4 de septiembre de 2012

La persona en Romano Guardini (V). El encuentro

Despúes de un descanso estival de tres semanas retomamos nuestra actividad en el blog. Durante julio y agosto nos ocupamos, entre otras cosas, del ensayo Las etapas de la vida en la edición que aparece en la Ética. Lecciones en la Universidad de Munich (BAC, Madrid, 2000). En las próximas semanas retomaremos un tema ya tratado: el concepto de persona en Romano Guardini. Antes del verano le dedicamos cuatro entradas pero ya anunciamos que el asunto no estaba agotado y que todavía analizaríamos tres aspectos más: el encuentro, la persona y el estado moderno, la persona y Dios.

Acercamientos al término "encuentro".
En Libertad, gracia y destino Guardini escribe: “El hombre, pues, está hecho no sólo para la acción recíproca con los otros seres, sino para el encuentro, y en su consumación se realiza. Existe referido a lo otro y al otro, y mientras esté «referido a» se realiza, se edifica y se hace más él mismo.” (Libertad, gracia y destino,Lumen, Buenos Aires, 40).

Ahora bien, ¿Qué es para Guardini el encuentro? Para responder a esta pregunta debemos en primer lugar aclarar cómo puede un objeto o una persona entrar en relación con otro objeto o persona y en segundo lugar subrayar la condición básica de posibilidad de todo encuentro: la libertad.
Empezamos con el primer aspecto. Un objeto puede encontrarse con otro en sentido amplio de una manera mecánica, como cuando una roca golpea a otra, o un animal tropieza con un árbol, o una persona caminando por la calle choca con otra. Aquí no tenemos propiamente un encuentro. Tampoco lo tenemos cuando en el plano biológico dos seres vivos se relacionan, por ejemplo, cuando una planta se relaciona con otra de modo simbiótico o cuando un organismo entra en contacto con un elemento clave de su ámbito vital (la planta con la tierra o un animal acuático con el agua marina o fluvial). Por último no tenemos un encuentro cuando se da una interacción a nivel meramente psicológico, es decir, veo algo o alguien sin más. En palabras de Guardini:
"Por lo dicho resulta ya manifiesto que debe darse para hablar de encuentro: en primer lugar, que me tope con una realidad; pero no solo me la tropiece, en una interacción simplemente mecánica, biológica o psicológica. Que tome distancia respecto de dicha realidad, que me fije en lo que tengo enfrente, que me llame la atención su singularidad y que tome postura y adopte una conducta práctica respecto a eso" (Ética. Lecciones en la Universidad de Munich, 187-188).
La libertad como condición de posibilidad del encuentro
La condición de posibilidad, dice Guardini, de que pueda acontecer lo anterior es la libertad. Una libertad que nuestro autor divide en dos planos: material y formal. Es decir, sólo puede darse el encuentro en la medida que existe la posibilidad de una relación universal con la totalidad. De este modo quedan excluidos los animales, presos por el determinismo instintivo, que limita su relación con la realidad a aquello que les es significativo desde ese punto de vista. Guardini lo explica así:
"Para tener un verdadero encuentro no puedo estar limitado a determinados ámbitos. Tal es el caso del animal que sólo entra en relación con aquellos animales a los que se debe, con los que ptertence a su entorno. Tanto es así, que ni siquiera llega a advertir a animales que no sean sus presas" (Ética. Lecciones en la Universidad de Munich, 188).
De lo anterior deducimos que solo la persona humana es capaz del encuentro en sentido estricto, ya que posee una libertad material que le posibilita potencialmente la relación con la totalidad, cosa que no se da en el mundo animal.  "Esta libertad material, entendida como posiblidad de una relación universal, va acompañada de otra libertad formal. El hombre no tiene que, sino que puede, entrar en relación con. Puede elegir entre varios objetos, y puede también, sin más renunciar a entrar en relación (Ética. Lecciones en la Universidad de Munich, 189)".

El encuentro en sentido estricto
Las matizaciones hechas hasta ahora nos permiten entender lo que es el encuentro que debemos de concebir como el momento en el que yo al toparme con una realidad material u otras personas, excluyendo una relación meramente funcional o utilitaria, "me introduzco en el ámbito de su significado, lo descubro, y se me invita a que, en la forma debida, tome una postura al respecto" (Ética. Lecciones en la Universidad de Munich, 189). En Libertad, gracia y destino Romano Guardini lo describe así:
 “Encuentro es más que la mera yuxtaposición de las cosas y de los seres vivos,  en los que las interacciones proceden condicionadas por las correspondientes formas de relación. Tal manera de estar juntos se da constantemente en la vida de los hombres, desde el choque y la caída hasta los complicadísimos procesos de mecanismo social.
Pero encuentro es algo muy distinto.  Encuentro significa que el hombre se presenta ante una cosa o un ser vivo y, sobre todo, ante otro hombre; considera su forma, percibe su valor esencial, es herido por su poder...Así puedo yo encontrar el mar o un árbol; un hombre que hasta me era desconocido, o con el cual había estado ya muchas veces. «Soy herido por el rayo de su ser»; soy tocado por su acción. La relación se consuma cuando el otro hombre también «encuentra», y a mí precisamente (Libertad, gracia y destino, 40-41).”
La persona está llamada al encuentro con la realidad, es decir, a descubrir el sentido de ésta y a partir de ello a tomar la actitud adecuada y justa frente a ella, es decir, de tratarla a la luz de la verdad. Los encuentros con las cosas y con las personas constituyen el ámbito existencial en el que la persona vive. Ella es una trama de relaciones a partir de encuentros que constituyen su mundo vital. Guardini llega a decir: "Mientras más vital es un hombre, mientras más originaria su relación con el mundo, con más frecuencia vive encuentros, y más tiempo le dura la facultad de tenerlos, hasta la vejez. Lo contrario de esa facultad es la costumbre, la indiferencia, el esnobismo (Ética. Lecciones en la Universidad de Munich, 190)".
 
Como suele suceder en este blog no hemos agotado el tema del encuentro. Así pues, tarde o temprano volveremos a él. Queda pendiente tocar, por ejemplo, en qué medida el encuentro nos puede conducir a la dimensión religiosa de la realidad y puede ser el incio de salir de uno mismo y de la entrega a los demás.