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lunes, 17 de diciembre de 2012

La autoridad (V): la autoridad de la Iglesia

1. ¿Qué es la Iglesia? 

Antes de introducirnos en la autoridad de la Iglesia, creo conveniente aclarar qué es para Guardini la Iglesia. Para ello, partamos del siguiente hecho: "Cristo era consciente, y lo dijo expresamente, de que el efecto de lo que Él era, el desarrollo de lo que El había revelado, el influjo de su obra redentora serían de una importancia decisiva para 'todas las gentes....hasta la consumación del mundo' (Mt 28, 19-20)" (La existencia del cristiano, BAC, Madrid, 1996, 366). Ahora bien, ¿cómo se iba a realizar esto? No como ha sucedido con otros pensadores o grandes hombres, cuyo pensamiento se transmite a través de sus discípulos, libros, textos. El Señor no trajo únicamente ideas: "El Señor sabe que lo que El trajo es una realidad, una verdad y una instrucción divinas; tiene, pues, que ser conservado en su sentido originario y seguir ejerciendo su influjo" La existencia del cristiano, 366-367). Se trataba de conservar, transmitir y hacer real lo que Cristo trajo: la redención. La Iglesia, que nace en Pentencostés, asumirá esa misión. Ella no sólo custodia el mensaje de Cristo y lo transmite, sobre todo dispone de los medios necesarios para hacerlo real a través de lose de ls sacramentos. Para realizar esta tarea la Iglesia tiene autoridad.


2. La autoridad de la Iglesia
En la autoridad de la Iglesia se dan las dos carácterísticas que hemos subrayado como propias de toda autoridad. La obligación moral de obedecer que se da frente a la autoridad de la Iglesia surge en primer lugar porque en Ella, como en ningún otra instancia, está Dios. Cristo la dota de esa autoridad divina: " Los que en ella hablan no son sólo hombres, por bien dotados e inteligentes que sean y muy encumbrados que estén; el que habla a través de ellos es Cristo, según lo afirma El con toda claridad: El que a vosotros oye a mí me oye, y el que a vosotros desecha a mí me deshecha.' (Lc 10, 16) (La existencia del cristiano, 413)"

Pero también la Iglesia tiene autoridad por la obra que realiza y el mensaje que comunica. La relación de los creyentes con la Iglesia, no es la de unos hombres que examinan un mensaje, lo analizan y fruto de ello asienten con lo que ella dice o no. Puede ser que alguien me diga que debo comportarme de una manera u otra o que, según su parecer, en determinadas cuestiones se debe proceder de este modo o de este otro. En este caso
"Su hablar no es más que la transmisión de una teoría que verificada, estoy justificado a aceptar o rechazar. No ocurre eso con la palabra de la Revelación, que llega a mí por medio de la Iglesia. Aquí hablan de una verdad que debe salvarme, es decir, llevarme más allá de mí mismo. Rebasa mi capacidad de juicio; por eso, la actitud que manifiesto a la misma es la de la fe. Evidentemente, aquí se presupone que se sabe lo que es la Iglesia y que, a través de ella, habla la Revelación. La fe no es echarse una carga encima a ciegas. A base de una experiencia a veces larga y de una examen y un estudio a fondo, el que hasta entonces no había sido alcanzado por el mensaje llega a comprender que es lo justo: cree en la Iglesia y a la Iglesia porque su propia conciencia se lo exige " (La existencia del cristiano, 413).
3. Conflictos con la autoridad de la Iglesia.
Señala Guardini un par de dificultades que pueden surgir y de hecho han surgido en relación al ejercicio de la autoridad de la Iglesia. En primer lugar cuando ejerce su autoridad como lo hace la autoridad del Estado, es decir, "(...) que el comportamiento de la autoridad eclesiástica, la manera de concebirse ésta a sí misma y el modo de autoafirmarse se adapten al esquema de los procedimientos estatales"  (La existencia del cristiano, 413).  Al ser la Iglesia una realidad concreta y estar insertada en la historia y sometida sus visicitudes puede haber caído en este error. Pero estas equivocaciones tienen a veces raíces históricas que no siempre han sido suficientemente valoradas: "Recordemos, por ejemplo, el hecho de que sus obispos, los abades de sus monasterios, etc., fueron durante la invasión de los bárbaros -y depués, a lo largo de siglos- los más importantes  promotores del orden, la civilización y la vida intelectual y, hasta la Alta Edad Media, los más importantes soportes de los emperadores y su acción de gobierno. Todo esto trajo consigo muchas veces una asimilación del ejercicio de su autoridad al ejercicio de la autoridad profana" (La existencia del cristiano, 414).

En segundo lugar pueden aparecer dificultades entre doctrina y modo de vivir autoritarios de un lado  y el juicio individual sobre la verdad y forma personal de vida por otro. Este conflicto puede desembocar en un final trágico. Todo depende "de que el portador de la autoridad comprenda que debe tener en cuenta la libertad de las personas individuales, (...) Pero también depende de que los particulares vean en la Iglesia el órgano viviente transmisor de la Revelación" (La existencia del cristiano, 415) y no una policía de la fe.

En todo caso, el que cree de verdad en la Iglesia sabe que en Ella se da una verdad que supera los límites de la búsqueda personal  individual y que bajo su guía alcanza una libertad interior superior. También sabe que en Ella renació a una nueva vida por el Bautismo y que en cierto sentido la Iglesia es su madre. Esto genera una confianza capaz de superar los conflictos y dificultades que hemos señalado.

4. Epílogo
Quedo insatisfecho con la breve introducción a la Iglesia que se hace en este escrito. En las páginas 335 a 415 de La existencia del cristiano encontraremos un breve tratado de eclesiología a la luz del pensamiento de Romano Guardini.

lunes, 10 de diciembre de 2012

La autoridad (IV): El estado

1 ¿Qué es un Estado? 

La segunda forma básica de la autoridad es el Estado. De algún modo también se encuentra ligada al origen de la vida pero de modo distinto al de los padres. El niño no nace aislado en una familia, sino que ésta pertenece a una comunidad. "El estado tiene el deber, de acuerdo con los padres de ordenar la vida que se renueva constantemente partiendo de la vida del conjunto del pueblo" (Preocupación por el hombre, Ediciones Cristiandad, Madrid, 1965, 116). A partir de la legislación que emana del Estado se ordena la vida de la comunidad en busca del bien común. Cuando yo me encuentro con una ley percibo la obligación de obedecerla.

Para entender adecuadamente la autoridad del Estado debemos aclarar en primer lugar ¿qué es un Estado? Lo podríamos definir a partir de tres elementos. Por un lado un pueblo entendido como comunidad de invididuos que comparten un mismo territorio, una misma leguna y cultura, un historia común. Por otro lado, a todos estos elementos se le añade un elemento unificador que es el poder político y económico, el poder de quien dirige a esa comunidad o grupo. Por último, se encuentra el orden, entendido éste como la integración de voluntades e intereses comunes y las ventajas que esto reporta,  virtud que lleva consigo el descubrimiento de que los individuos son personas que poseen una dignidad y de que ésta debe guiar moralmente la ordenación de la comunidad. Es decir, "la conciencia, por tanto, de que la vida no es sólo un acuerdo de intereses en lucha, sino también obra de muchos, que son personas; y que el acuerdo reposa, en definitiva en una trama de obligaciones morales, en cuya virtud cada uno puede fiarse del otro (La existencia del cristiano, BAC, Madrid, 1996, 407)". Por último, hay tercer elemento que hace parte de la naturaleza del hombre y que los griegos supieron captar y realizar de modo excelso. Con palabras de Guardini: "La voluntad política que siente que la comunidad moralmente ordenada de muchos constituye uno de los valores más grandes y su realización es esencial y bella" (La existencia del cristiano, 407).

2. El fundamento de la autoridad del Estado: la soberanía

El Estado desarrolla su autoridad a partir de las leyes. Éstas buscan el orden y el bien común de la comunidad política. Pero  la obligación en el cumplimiento de estas leyes no reside en su eficacia, sino en que han sido promulgadas por el Estado en el que reside "la soberanía". Esta soberanía puede adoptar diversas formas, monárquica, democrática, república, etc. Lo importante es que es ella reside la autoridad del Estado.

Ahora bien, el Estado tienen sus límites en su ejercicio de promulgar leyes. La obligación de obedecerlas desparece, como pasa con los padres, cuando ordena algo en contra del bien moral: "En cuanto manda algo que ca contra la ordenación ética, esto se anula. En cuanto manda algo pernicioso, surge en todo caso la posibilidad de la crítica; sólo que es preciso un procedimiento objetivamente ordenado para darle vigencia." (Preocupación por el hombre, 117). Otro límite, o quizás el mismo pero desde otra perspectiva, es la libertad de la persona misma. La autoridad está ligada esencialmente a la libertad a la que intenta proteger y de algún modo fomentar. Esto lo vimos ya en el ámbito de la familia. Pero ocurre también con el Estado:
"El derecho del Estado a promulgar leyes encuentra su límite en que los miembros del Estado no son individuos de una colonia animal, sino personas, es decir, tienen libertad y responsabilidad propia, y su libertad sólo puede ser limitada por el Estado en la medida en que sea necesario para hacer posible la máxima libertad de todos. De la autoridad del Estado ha de decirse en todo caso que forma parte de su deber animar la autodeterminación ciudadana del individuo, y desplegarla conforme a sus posibilidades" (Preocupación por el hombre, 116-117) .

3. La crisis de la autoridad del  Estado Moderno

Pero quizás, lo más interesante en relación a la autoridad del Estado, son las reflexiones de Romano Guardini sobre el proceso histórico que ha desembocado en la crisis del Estado Moderno. En los tres escritos que estamos usando para elaborar estas reflexiones sobre la autoridad del Estado habla de ello. El punto de partida de nuestro autor es el origen mítico de la autoridad del Estado:
"(...) los comienzos del orden estatal se expresa de ordinario en un mito, según el cual un ser divino se une con un ser humano. De esa unión nace un hijo, un héroe, que, gracias a su visión superior de las cosas, su valentía y poder personales, pero también, y esto es lo decisivo, debido a la confirmación proveniente de su origen metafísico, domina el caos, peligro primordial de toda existencia histórica; funda ciudades, impone leyes instauradoras de orden, suscita actividades útiles, promueve la vida del espíritu, etc. Esa confirmación o sanción religiosa combina los dos aspectos del poder y la razón, el influjo fáctico de las instancias que ejercen dominio en la función de los mediosy la obligación que procede de la validez de la razón y la norma moral. Esta unidad se llama autoridad" (La existencia del cristiano, 408-409).
De algún modo este mito se encarnó en Occidente o tomó vida en el agustinismo político y en otras formas de gobierno medievales que encontraron "(....) su última expresión conceptual en esa idea para nosotros hoy tan extraña, de que el rey lo es por la gracia de Dios." (Etica. Lecciones en la Universidad de Munich, BAC, Madrid, 2000, 358.)

Con la modernidad desaparece Dios del horizonte cultural. Evidentemente que esto afectó a muchos elementosculturales que se transformaron o desparecieron. También el Estado se vió afectado. Al desaparecer el elemento religioso el Estado de algún modo perdió autoridad o la tuvo que buscar o encontrar en otra parte. Así surge el principio de "Toda la autoridad reside en el pueblo mismo, que nos que ordena su existencia partiendo del poder pleno que le es propio, o traspasa las tareas de gobierno a personas que él mismo determina: primero, a unos representantes suyos que legislan (...)" (Etica. Lecciones en la Universidad de Munich, 359). Aquí contemplamos una migración del poder del Rey al  pueblo. Si nos fijamos bien, el elemento religioso no termina de desaparecer. Los nacionalismo del XIX y también XX, entrañan en su concepción de pueblo o nación una última instancia metafísca: "Desde esta perspectiva el pueblo aparece, por una parte, como una relaidad histórico-empírica y por otra, como una realidad metafísica. Es lo primigenio, igual que su polo opuesto, la personalidad individual. (...) De aquí la aceptación del carácter inapelable de la voluntad popular, la veneración mágica del resultado electoral" (Etica. Lecciones en la Universidad de Munich,359).

Sin embargo, este elemento o transforndo metafísico ha ido progresivamente desapareciendo y con él también de algún modo la capacidad de obligar el Estado. La obediencia a la ley se va fundando poco a poco en su eficacia, en su poder fáctico en la resolución de cuestiones, etc. Pero esto también va desapareciendo dando lugar a la crisis del Estado Moderno: "El Estado ya no se justifica ni por el sentido de las cosas ni por su eficacia, sino que tiene su fundamento en la desconfianza y la fuerza. Yendo a lo concreto: la policía adquiere una importancia cada vez mayor. Y esto no es más que desconcierto e impotencia" (Etica. Lecciones en la Universidad de Munich, 360-361). Conclusión: un Estado que impone las leyes por la fuerza hace tiempo que ha perdido su autoridad. La encarnación de este tipo de estado son las dictaduras y los totalitarismos


lunes, 3 de diciembre de 2012

La autoridad (III): la autoridad y la familia

Como ya hemos comentado anteriormente Guardini entiende que para que se de la autoridad se deben dar dos condiciones: a) aquello que me propone la autoridad me interpela de modo ético o moral, de tal modo, que me siento obligado a obedecer, pues es conforme a lo bueno; b) la instancia que  propone esa exigencia ética es concreta, es decir, es una realidad humana, sea individual, los padres, o una institución social e histórica como el estado (Cfr. Preocupación por el hombre, Ediciones Cristiandad, Madrid, 1965, 115). Hoy vamos a hablar de una de esas instancias:  los padres.

1. La autoridad de los padres como autores de la vida

La cultura actual ha ido difuminando progresivamente la figura y el papel de los padres. Se ha reducido su función al ámbito meramente pedagógico. Sin embargo, los padres son los auctores vitae, es decir, la fuente de la vida. Tienen en sus manos la vida de sus hijos, con su devenir y su destino. Éstos proceden, dependen y viven confiados a ellos. Desde este punto de vista "Lo que ellos dicen no es solamente consejo para el niño, no es solamente ayuda, no es solamente ejemplo o aleccionamiento, sino que le vincula en conciencia" (Preocupación por el hombre, 115). Así pues, lo dispuesto por el padre y la madre obliga moralmente a sus hijos. Evidentemente esto tiene un límite, cuando lo mandado no es conforme con lo bueno entonces desaparece la obligación. Pero mientras se respete esto, los hijos están llamados a obedecer a sus padres confiadamente. Así pues, "Autoridad y obediencia son una misma forma de realización del bien, impuesta por el hecho de que el hombre llega a la vida sin responsabilidad, y la ordenación moral se aparece encarnada por medio de los autores de la vida" (Preocupación por el hombre, p. 116).

Ahora bien, esta autoridad no está llamada a ejercitarse indefinidamente. Incluso desde la niñez los padres deben ir haciendo su autoridad innecesaria, de tal modo que los hijos vayan madurando y asumiendo progresivamente su responsabilidad moral. Como dice Guardini "(...) la autoridad de los padres tiene la obligación de hacerse superflua a sí misma, esto es, de no estorbar la incipiente capacidad del niño para su autodeterminación moral, sino animarla, despertarla e incluso formala conscientemente." (Preocupación por el hombre, p. 116). En otro momento también dice, "(...) los padres deben saber que están ante una libertad creciente, y no tienen que limitarla, en obsequio al orden, sino incluso han de fomentarla, en tal obsequio, hasta el día en que cesa en abosoluto su autoridad y la persona joven toma posesión de sí misma."  (Preocupación por el hombre, p. 118)

2. Fundamento de la autoridad de los padres

 El fundamento de la autoridad en la medida que ésta es un fenómeno ético y ligado esencialmente a la ética se remite al fundamento del bien. No podemos encontrar un fundamento dentro de este mundo. La autoridad de los padres no obliga en razón de lo útil o eficiente. La autoridad no obliga en razón de estrategias pedagógico-didácticas que colaboran en el desarrollo de los niños, del adolescente o del joven. La autoridad de los padres obliga moralmente, es decir, éticamente, en razón del bien. Y su fundamento por lo tanto no es intramundano sino que trasciende lo meramente humano para asentarse en lo religioso, en lo divino. Guardini desarrolla esto detenidamente en la las páginas 372 a 374 de la Ética. Lecciones en la Universidad de Munich (BAC, Madrid, 2000). En La existencia del cristiano (BAC, Madrid, 1997) habla de ello en estos términos: "En su autoridad se manifiesta un aspecto que no dimana de la realidad humana de los padres, sino que es de naturaleza trascendente; ellos son represetantes de la soberanía ordenadora del que es auctor vitae, autoridad absoluta: Dios" (La existencia del cristiano, 404). En Preocupación por el hombre  también lo subraya: "Los padres, conforme a su sentido más profundo, no son sólo personas que cumplan sus determinadas funciones, y, para poderlo hacer de modo más eficaz, tengan un peso especial recibido del arjé, del principio de la vida, sino que represetan una isntancia que está sobre ellos; hacen presente a Dios como el creador de toda la vida, como el auctor vitae absoluto" (Preocupación por el hombre, p. 118).

Quizás a la luz de esto podamos entender lo que en el fondo se quiere signifcar con "Honrarás a tu padre y a tu madre". Con ello no se indica un deber de gratitud, de cuidado, de respeto a quienes ya son mayores. El verbo "Honrar" quiere decir mucho más. Guardini le da un sentido religioso. Dice lo siguiente, y con ello terminamos por hoy: "Indica que el hijo, si se rebela contra los padres, no sólo daña una ordenación inmanente, sino que falta contra algo que ostenta un carácter religioso" (Preocupación por el hombre, p. 117). Sobre esto último puede también consultarse la Ética. Lecciones en la Universidad de Munich en su página 366.


lunes, 26 de noviembre de 2012

La autoridad (II)

La semana pasada hablamos de la autoridad y lo vamos a seguir haciendo durante algunas semanas. El tema aparece en la Etica. Lecciones en la Universidad de Munich, como vimos la semana pasada, pero también en otros dos volúmenes por lo menos. El primero de ellos es La existencia del cristiano (BAC, Madrid, 1997, 402-415) al hablar de la autoridad de la Iglesia. El segundo es Preocupación por el hombre (Ediciones Cristiandad, Madrid, 1965, 111-123) que recoge diversos ensayos y conferencias, uno de ellos titulado "El ateismo y la posibilidad de la autoridad". De algún modo, los tres textos tienen sintonía en el sentido que hablan todos de lo que no es la autoridad, de la esencia de la autoridad y su especificidad, de los ámbitos propios de la autoridad: los padres y el estado. Por último también en todos encontramos una referencia al fundamento último de la autoridad en Dios. Así pues, he decidido crear una serie de entradas sobre el tema de la autoridad y seguir el siguiente esquema: la esencia de la autoridad, la autoridad de los padres, la autoridad del estado, la autoridad de la Iglesia. 

1. Dificultad para entender la autoridad

Volvemos en esta entrada a la esencia de la autoridad de la que ya hablamos la semana pasada. Recordemos que la autoridad es la obligación moral que surge no tan sólo de la norma o mandato recibido sino también de la misma instancia de la que emana ese mandato. Y la primera idea que quisiera subrayar es la dificultad que presenta este fenómeno para examinarlo y comprenderlo. Y esto por varios motivos: 

a) El primero es que la autoridad es un experiencia lejana y ausente en la cultura actual. Desde la Edad Moderna hasta nuestros días la autoridad ha sufrido un constante desprestigio hasta hacerla incomprensible para el hombre de hoy:
"tenemos que hablar ahora de un fenómeno que le resulta muy lejano al hombre de hoy: el de la autoridad. Hemos de habérnoslas con una sensacion de extrañeza e incluso de resistencia interior, (...). La idea de autoridad -y sobre todo la viviencia y la actitud que le dan soporte- se encuentra destruida; se ha diluido y sus elementos no sólo son irreales sino que se consideran peligrosos" (Etica. Lecciones en la Universidad de Munich, 357).
Esta lejanía que provoca incomprensión, hace que se la iguale en ocasiones al totalitarismo o la dictadura. "Hoy día hay un temor generalizado a la autoridad. Se la equipara con la violencia, la represión, la dictadura y se la rechaza en nombre de la libertad." Sin embargo, continua Guardini "En realidad, la autoridad está esencialmente relacionada con la libertad, de modo que no sólo presupone a ésta sino que la protege" (La existencia del cristiano, 411).

b)  Por otro lado "(...) el fenómeno mismo -como sucede en todo lo realmente vivo- se resiste a la razón."  (Etica. Lecciones en la Universidad de Munich, 363). Es decir, se resiste a la tendencia, también moderna, de abstraer, racionalizar, conceptualizar en exceso a la hora de intentar comprender los fenómenos vitales de la realidad y del hombre. En el fondo, Guardini está haciendo referencia al "contraste" como clave de interpretación y compresión. Pero esto nos llevaría muy lejos. En todo caso, lo que quiere decir Guardini queda bien explicado en la introducción a su obra El contraste. Ensayo de una filosofia de lo viviente-concreto. (BAC, Madrid, 1996).

c) También dificulta la comprensión de la autoridad la disolución de una de las  instancias donde de manera natural se da, como es la familia: "La actual desintegración de la familia pone de hecho en tela de juicio la autoridad de los Padres. (...) El hombre de hoy no tiene ya, por lo general, ninguna sensibilidad para la idea de autoridad, sino que considera a los padres en plan práctico, en su función de dar cobijo, alimento y ayuda en el curso de la vida." (La existencia del cristiano, 404). Así, el individuo contemporáneo pierde uno de los ámbitos donde se experimenta de manera natural y originaria la autoridad. Pero de ello tendremos ocasión de hablar cuando hablamos de la autoridad y familia. 

d) Por último la desaparición del elemento religioso en la sociedad termina por obstaculizar la experiencia y la compresión de la autoridad. Esto se entiende fácilmente si volvemos al ejemplo de la familia. La autoridad de los padres remite a una instacia superior: la divina. Su capacidad de obligar moralmente al hijo no reside en ellos sino que apunta hacia el bien absoluto que es Dios. "La existencia de Dios y la fe en Él, la conciencia de su autoridad absoluta, en el que manda y el que obedece, son esenciales para que sea posible la autoridad . (...) En la medida en que desaparece la fe en Dios, la relación con Él percibida de modo viviente, se deshace la autoridad." (Preocupación por el hombre, 122).

2. Lo que no es autoridad y las formas intermedias de autoridad

Como modo de evidenciar lo que es la autoridad, Guardini la distingue de otras formas aparentes de autoridad y de lo que denomina modos intermedios de autoridad. 

a) La primera forma falsa es la obligación que nace de la fuerza.  La obligación moral que apela a nuestra conciencia no puede ser impuesta por la violencia. Por esto mismo la fuerza, la coacción física, la violencia política están muy lejos de ser autoridad, aunque el estado o el poder político usen ese término. La autoridad apela a la libertad del individuo desde un punto de vista moral y no mediante amenazas física o psíquica. La fuerza obliga de modo externo al individuo mientras que la autoridad apela a su conciencia, su interioridad. Como es habitual, hay una referencia explícita al nazismo cuando ejemplifica esto. (Cfr. Etica. Lecciones en la Universidad de Munich, 363-364).

"Tampoco podemos hablar de ella cuando un hombre aparece ante otro con la fuerza espiritual, psicológica e incluso corporal a que nos referimos al decir que alguien tiene una fuerte personalidad." (Etica. Lecciones en la Universidad de Munich, 364).  Aquí todavía no tenemos la presencia de la autoridad. A veces afirmamos que cierta persona es una autoridad en tal campo de la ciencia. Sin embargo este modo de hablar es una analogía. Del mismo modo, incluso, cuando afirmamos la autoridad del "hombre que vive ejemplarmente. Ejerce influjo especial, un efecto de formación moral. Y -a diferencia del mero maestro- no sólo por su palabras y el peso de sus argumentos, sino por su ejemplo y por todo su ser: por el hecho de que también procura hacer él mismo lo que proclama: por la fuerza estimulante y contagiosa de su personalidad" (Preocupación por el hombre, 114). Aquí podemos constatar que ciertos individuos influyen en otros pero no existe la obligación que constatamos en la autoridad.

Por ultimo conviene destacar lo que denomina Guardini formas intermedias de autoridad. Veámos como lo explica:

"Pero existen tambien una serie de formas intermedias. Tienen un carácter de autoridad delgada para hacer frente a determinadas tareas. La autoridad originaria, tanto la de los padres como la del Estado, se orienta a la vida dentro del campo respectivo; tienen algo de creativo y, gracias al carácter primigenio de su poder, procuran el orden obligando. En cambio, las formas intermedias de las que hablamos estás limitadas: el profesor, a la escuela; el maestro de taller, a la fábrica, etc." (Etica. Lecciones en la Universidad de Munich, 369).

lunes, 19 de noviembre de 2012

La autoridad

Debería hablar esta semana de algunos libros sobre la biografía o la obra de Romano Guardini. Pero voy a aparcar esa tarea porque hoy he tratado con mis alumnos del tema de la autoridad y hemos descubierto cosas que no puedo dejar de comentar. Guardini habla de la autoridad en innumerables ocasiones. Yo me voy a centrar en lo que aparece en  un libro tantísimas veces citado en este blog: Ética. Lecciones en la Universidad de Munich (BAC, Madrid, 2000, 357-381). Demasiado extenso sería resumir su contenido en la entrada de un blog. Así pues selecciono algunas ideas que me han parecido especialmente interesantes.

1. La autoridad

La autoridad es la obligación moral o ética que percibimos al recibir una orden o mandato de alguien. Y nos obliga moralmente por la misma naturaleza de la orden que es conforme al bien como por la persona de la que emana esa orden, por ejemplo, nuestros padres.  La cuestión aquí es ¿en qué se funda esa obligación? en otras palabras ¿por qué experimento esa obligación? Guardini rechaza diversas opciones bastante razonables pero a su juicio inexactas. Por ejemplo, porque lo mandado es razonable o conforme a mi opinión; porque quien me lo pide tiene cierta ascendencia psicológica, personal, carismática sobre mí (padre, maestro, etc). Estos elementos de carácter psíquico influyen en la obediencia a aquel mandato, pero en ellos no se asienta la obligación de realizarlo. ¿De dónde pues nace esa autoridad? Nuestro autor habla de que en el caso de la autoridad se da una unión entre la persona y el sentido ético que de manera natural ella comporta y el carácter ético de la norma o mandato que recibo.Con palabras de Guardini:
"Precisamente esto es lo que quiere decir el concepto de autoridad: el hecho de que en determinadas relaciones de la vida en común la realidad concreta de una persona y el sentido ético de lo que ella representan forman un verdadera y propia unidad." (Ética. Lecciones en la Universidad de Munich,  366-367).
 Cuando hablamos de autoridad es muy importante el carácter ético del mandato que recibimos. Si este mandato va en contra de la norma moral la obligatoriedad desaparece, se debilita, pierde vigencia. "Mejor dicho: mientras siga teniendo legimitimidad, permanece también su autoridad (en nuestro caso, el padre sigue siendo padre), pero esta autoridad ya no convence, sino que sólo exige. Y entonces su reconocimiento por parte de los destinatarios representa una gran esfuerzo. (Ética. Lecciones en la Universidad de Munich,  367)."

Pero cuando hablamos de autoridad es esencial y clave la persona de quien emana la norma o mandato pues ella hace parte del sentido ético de ese mandato o norma, hace parte esencial de la obligatoriedad que nace de la misma: "(...) Cuando se habla la verdadera autoridad, la persona de quien la ostenta es un elemento del entramado de sentido mismo. (...) Esto es autoridad: la unión radical del sentido ético y de la realidad concreta que anuncia dicho sentido" (Ética. Lecciones en la Universidad de Munich,  367). De ahí que no es lo mismo que un profesor nos diga que aquí hay una norma ética y debiéramos cumplirla que esto mismo lo recibamos de nuestro padre. La autoridad en sentido propio se da en la partenidad.

Prescindiendo de lo religioso Guardini afirma que en sentido propio las formas originarias de autoridad son los padres y el Estado. 
"Pero existen también una serie de formas intermedias. Tienen un carácer de autoridad delegada para hacer frente a determinadas tareas. La autoridad originaria, tanto la de los padres como la del Estado, se orienta a la vida dentro del campo respectivo; tienen algo de creativo y, gracias al carácter primigenio de su poder, procuran el orden obligando. En cambio, las formas intermedias de las que hablamos están limitadas: el profesor, a la escuela; el maestro de taller, a la fábrica, etc. (Ética. Lecciones en la Universidad de Munich,  368-369)."
2. Fundamento de la autoridad

La autoridad no puede fundarse en la persona que la ostenta. De algún modo ella está también obligada a la norma ética, de modo que el bien la trasciende. En sus formas más originarias la autoridad encuentra sus raíces en el ámbito religioso. Es decir "(...) la verdadera autoridad es Dios mismo. Él es el ser absoluto. Él es independiente de todo lo que no es Él. No tiene necesidad de ninguna cosa ni del conjunto de las cosas, del mundo. Tiene consistencia en sí mismo y se basta a sí mismo". (Ética. Lecciones en la Universidad de Munich,  372).

Quienes critican la dimensión religiosa lo hacen muchas veces alegando un estado de inmadurez, sea en el desarrollo del propio individuo o de la historia misma de la humanidad. Lo religioso pertenecería al mundo de la infancia o a pueblos primitivos. Del mismo modo, 
"(...) el rechazo a la autoridad como instancia ética, sea instintivo o racional, presupone la convicción de que la autoridad y la obediencia son formas de conducta ética primitivas, con un sentido puramente pedagógico y un lugar mientras el hombre no es independiente. El niño debe obedecer porque su espíritu es todavía incapaz de juzgar y su facultad de decidir aún no está a la altura de la realidad, pero en cuanto llega la madurez esto se acaba. Lo mismo vale para el hombre en general:  conforme crece a lo largo de la historia, la autoridad retrocede."(Ética. Lecciones en la Universidad de Munich,  375).
Para Guardini esto es falso. La autoridad es una experiencia ética originaria y por lo tanto propia de la existencia humana. La experiencia ética del hombre no es la de encontrarse con la norma ética de modo abstracto y frío que nos impera su cumplimiento obligatorio. Normalmente la recibimos de una autoridad que nos invita y ayuda y se compromete con nosotros en la tarea de realizarla. La ética no es cumplimiento de normas, es la obediencia a las mismas y la obediencia supone respuesta y la respuesta implica llamada y la llamada alguien que llama.
 "¿Qué significa esto desde la perspectiva de la vida? Que yo nunca me encuentro solo con la norma. Siempre está por medio el Dios vivo. Más exactamente: si Él me obliga, Él se hace por así decirlo, responsable de esa obligatoriedad, Él está implicado en la realización ética. Consiguientemente, él nos garantiza que dicha relación tiene el sentido que pretende y también que es posible realizarlo."(Ética. Lecciones en la Universidad de Munich,  376).
Obedecer por lo tanto es un encuentro no con una norma abstracta sino con la realidad personal de Dios. Y en cuanto encuentro personal puede darse el amor. Éste surge en una experiencia ética originaria. Esto se entiende mejor si trasladamos este esquema al mundo de la familia:
 "También aquí comineza -no; está ya- el amor. Al ejercer su autoridad desde el respeto a la libertad del hijo, y al mismo tiempo desde su responsabilidad sobre él, los padres entran en comunión ético personal con él, en la responsabilidad del yo paterno para el tú filial. Pero al hacerlo, los padres, a su vez, obedecen a Dios, que le exige que asumen el derecho y el deber, la soberanía y la carga de la autoridad. Al hacerlo ellos así, Dios mismo se implica en la relación, y en todo este entramando de mando y obediencia opera la relación con la autoridad absoluta. Esto significa la frase de que los 'padres representan a Dios'. (Ética. Lecciones en la Universidad de Munich,  377).







lunes, 12 de noviembre de 2012

Iniciación a la lectura de Romano Guardini

Algunos compañeros y amigos que han descubierto la figura de Romano Guardini a través de este blog me ha formulado la siguiente pregunta: ¿Qué libros y en qué orden debo leer para introducirme en el pensamiento de Romano Guardini? No es fácil responder a este interrogante. Además, creo que todavía no conozco suficiente la obra de nuestro autor para acertar con el elenco. De todos modos voy a intentar ofrecer un pequeño listado de sus obras en castellano que espero sirva al fin del que venimos hablando. Atentos, lo que a continuación haremos no tiene nada que ver con listado bibliográfico de toda la obra de Guardini. Se trata de algunas obras para iniciarse en el pensamiento de nuestro autor.
La primera de ellas es Apuntes para una autobiografía (Ediciones Encuentro, Madrid, 1992). Se trata de un libro de apenas 180 páginas donde Guardini da cuenta biográficamente de dos cosas: a) el inicio y desarrollo de su carrera académica; b) la vocación sacerdotal y su ministerio. En  el fondo estas son las dos facetas, académica y sacerdotal, en las que podríamos resumir su vida. Facetas que vivió de manera unitaria.

En relación a su pensamiento dividiría en este momento en dos áreas sus obras: filosóficas y teológicas (conscientemente me dejo las de comentario e interpretación literaria. Creo que no son las adecuadas para inciarse). Con respecto a lo primero, la filosofía, aconsejaría la lectura del primer volumen de la triología Obras (Cristiandad, Madrid, 1981), donde podemos encontrar los siguientes ensayos: Europa, realidad y tarea; El Ocaso de la Edad Moderna (este ensayo es muy importante); El poder. Una interpretación teológica. Todos ellos se encuentran como digo en este primer volumen que recoge una selección de obras de Romano Guardini. También filosóficamente, entiendo que es muy importante el volumen Mundo y Persona (Encuentro, Madrid, 2000) y el libro Preocupación por el hombre (Editorial Guadarrama, Madrid 1965). Este último volumen hay que buscarlo en librerías de segunda mano y contiene conferencias  ensayos muy interesante. Algunos de ellos se han reditado hace poco en el volumen Escritos Políticos (Palabra, Madrid, 2011).

Sus obras teológicas son igualmente atractivas. Elijo tres: en primer lugar El Señor. Meditaciones sobre la persona y la vida de Jesucristo. (Ediciones Cristiandad, Madrid, 2002); mi segunda obra hay que adquirirla en librerías de segunda mano y es Meditaciones teológicas (Ediciones Cristiandad, Madrid, 1965) donde encontraremos  "Meditaciones sobre los tres primeros capítulos del Génesis", "Meditaciones sobre el Padre Nuestro","Sabiduría de los Salmos" ..etc; en tercer lugar, aunque debía aconsejarlo como el primero Introducción a la vida de oración (Palabra, Madrid, 1999) que es uno de los libros espirituales que más bien me han hecho y no me canso de regalar.
Dejo para el final un par de obras sencillas dirigidas al gran público, a aquellos que no suelen moverse por el mundo académico. Éstas son: Las etapas de la vida (Palabra, Madrid, 1997) y Quien conoce a Dios sabe del hombre. (PPC, Madrid, 1997). Especialmente este último ensayo, al que se puede acceder en internet con un click en el título del mismo, creo que es de los mejores textos introductorios para acercarse al pensamiento de nuestro autor.
Espero que esto haya servido. La próxima semana comentaré algunos libros sobre la vida de Romano Guardini que también son camino de aproximación a nuestro autor.

domingo, 4 de noviembre de 2012

Libertad y Verdad en Romano Guardini II (La familia)

Llevamos dos semanas comentando una conferencia de Romano Guardini titulada Libertad  (en Preocupación por el hombre, Editorial Guadarrama, Madrid, 1965, 127-142). La semana pasada identificamos el núcleo vertebrador de todo este escrito, es decir, lo que Romano Guardini denominaba convicción y que no es otra cosa que el conjunto de principios éticos que configuran la conciencia del hombre a partir de los cuales construye su existencia. Guardini afirma que el ejercicio de la libertad exige la convicción tal como acabamos de explicar, y aterriza esta idea en varios ámbitos humanos: la profesión, la familia, la enseñanza, la vida política, la libertad de información. Hace una semanas nos detuvimos en la profesión, hoy lo haremos en la familia.  

"Libertad significa que la persona llegada a responsabilidad pueda estructurar su familia conforme a la voz de su corazón y al juicio de su conciencia" (Libertad en Preocupación por el hombre, 132). Esto se concreta en la libertad de elegir a la mujer o al hombre que se ama sin que esta decisión esté condicionada por leyes raciales, medidas económicas o de otra índole impuestas por el estado, que el hombre y la mujer puedan crear esa comunidad básica que se llama familia, que el hogar que habiten tenga carácter privado y no pueda ser allanado por el Estado, que tenga y acojan los hijos que deseen, que "sobre su educación deben decidir ante todo los padres, y sólo luego, y de acuerdo con ellos, los poderes públicos" (Libertad en Preocupación por el hombre, 132). En resumen: "Libertad significa que el hombre tenga la posibilidad de fundar según su conciencia esa célula básica de toda comunidad humana que se llama familia, de desarrrolar como le parezca justo esa forma elemental de toda cultura, sin miedo de que lo que construye para que sea su casa sea destruido desde fuera, bien por el Estado, bien por el partido o por lo que sea" (Libertad en Preocupación por el hombre, 133).

Ahora bien, todos estos derechos naturales de la persona humana adquieren su verdadero sentido en la medida que se tiene una convicción clara sobre lo que es el matrimonio y la familia. Y esto se da en primer lugar cuando la persona humana ha llegado a una edad o madurez que le permiten ejercer ese derecho: "No tiene sentido reclamar esa libertad de elección amorosa e inviolabilidad de la casa si antes el hombre y la mujer no conocen y están preparados para la responsabilidad de esa elección y la fidelidad a la comunidad del matrimonio y casa" (Libertad en Preocupación por el hombre, 134).

Y en segundo lugar, y volvemos a la idea vertebradora, en la medida que exista en los individuos una convicción clara de lo que es el matrimonio y la familia y estén dispuestos a asumir lo que esto comporta. De ahí que Guardini vuelva a recordar lo siguiente: 
"Hemos de volver a considerar con claridad que esa exigencia sólo tiene en sí un núcleo de realidad cuando detrás de ella hay algo más que una simple aventura erótica o una ordenación jurídica: es decir, cuando hay una decisión de persona a persona que funda fidelidad y produce vida de comunidad: cuando los padres saben que en cada hijo se trata de un destino humano que les está confiado y se esfuerzan por darle la formación de conciencia, la configuración de contenido vital que luego puede servirle para construir su existencia. Todo esto ha de ser deseado realmente, en disciplina y renuncia. Si no ocurre así, si la familia se convierte en esa forma suelta que cada vez es más ¿qué habrá de significar áun el derecho a su libertad? ¿la posibilidad de que cada cual haga lo que se le antoje?" (Libertad en Preocupación por el hombre, 133).
Cuando desaparecen la convicciones sobre lo que es el matrimonio y la familia y el deseo de hacerlas vivas desaparece también entonces su derecho y libertad y surge el totalitarismo: "La coerción totalitaria sobre el matrimonio sólo se hace posible cuando el portador vivo de la libertad, el hombre responsable, ha perdido hace mucho el deseo de comunidad de fidelidad, de vinculación familiar, de configuración viva de la casa" (Libertad en Preocupación por el hombre, 133).

Todo lo dicho me hecho reflexionar sobre lo que considero ingerencias del Estado en el ámbito del matrimonio y la familia a través de una nueva legislación. Ha sido posible y sólo es posible, en la medida que ha desaparecido de una gran parte de los individuos de la sociedad la seriedad para vivir con resposabilidad lo que implica el matrimonio y la familia. Los valores como la fidelidad, la generosidad, la entrega y el amor recíproco y estable, según lo pide la dignidad de la persona, no resultan atractivos y no se encuentran vivos en los individuos. No se cree en ellos. Por ello, el Estado, bajo el sofisma de reconocimiento de derechos y en nombre de la libertad, ha podido imponer dictatorialmente nuevas formas de familia y de unión personal, que no fomentan la estabilidad de estas comunidades humanas, sino todo lo contrario, al hacerlas efímeras,  pasajeras o reversibles. El amor humano que debería fundarlas se ha convertido en epidérmico o superficial.  Se dice que se quiere fomentar la libertad, pero ésta exige búsqueda sincera de la verdad, convicciones sobre la realidad y obediencia a la misma. En la medida en que esto desaparece, la libertad se transforma en arbitrariedad que no se somete a ningún principio vinculante, sino a la voluntad del individuo (o del Estado), que no respeta la verdad y busca imponerse (a veces con violencia o totalitariamente) a los demás.






lunes, 29 de octubre de 2012

Libertad y verdad en Romano Guardini

La semana pasada iniciamos la lectura de la conferencia Libertad que podemos encontrar en el libro Preocupación por el hombre (Editorial Guadarrama, Madrid, 1965, 127-142). Comentamos en esa ocasión las circunstancias históricas que dieron lugar a esta conferencia y nos detuvimos en el tema de la profesión que se aborda secundariamente y siempre en relación a la libertad. Hoy queremos centrarnos en la idea clave a partir de la cual Romano Guardini vertebra toda la conferencia: la libertad y su relación con la verdad. 

Al inicio de sus reflexiones nuestro autor se refiere a la libertad en términos generales, es decir, como la ausencia de coacción, sea del estado, de un individuo o de un grupo social, en el modo de conducirse en la vida siempre que en ello no perjudique al prójimo: "Soy libre en la medida que puedo hacer sin estorbos lo que corresponde a mi ser humano en la medida en que no daño el derecho análogo de otro" (Libertad en Preocupación por el hombre, 128). Sin embargo, no tarda mucho en entrar de lleno en lo que él va a considerar requisitos o presupuestos fundamentales de una libertad madura y responsable. Por ejemplo, cuando indica que la libertad no se realiza de manera pasiva, ha de ser buscada por sí misma y es tarea del individuo: "La libertad no se realiza por sí misma, sino que ha de ser deseada. Está cimentada en la disposición natural, madurada por la historia, garantizada por la ordenación de la comunidad, pero también es tarea y obra de cada individuo. No hay libertad pasiva" (Libertad en Preocupación por el hombre, 128). 

En este contexto de búsqueda y conquista de la libertad Romano Guardini introduce el elemento clave a partir del cual va a construir el pensamiento central de toda su conferencia: la convicción. Ahora bien, ¿qué se entiende en esta conferencia por convicción? El conjunto de principios éticos o valores morales a partir de los cuales un inidividuo maduro y responsable configura toda su existencia, es decir, el derecho 
"(...) a pensar sobre el sentido de la existencia tal como le parezca justo: a dar su juicio sobre vida y muerte, trabajo y propiedad, familia y Estado y todas las demás cuestiones posibles de la existencia, según lo requiera su conciencia de verdad; la posibilidad de decidir su propia opinión y vivir conforme a ella, dentro de las frontreras que establece el derecho análogo a los demás. Más aún: hay libertad cuando no sólo el individuo tiene la posibilidad de hacerlo así, sino cuando la actitud de la generalidad considera justo y hermoso que lo haga así, y lo aguarda para él" (Libertad en Preocupación por el hombre, 129).
Este tipo de convicción debe distinguirse de la despreocupación o de la arbitariedad en el pensar o en las simples opiniones sobre cuestiones políticas o de otra índole.  Se trata de que esas convicciones descansan sobre lo siguiente: "que haya una conciencia de que existe la verdad, un deseo de encontrarla y un empeño en defender lo reconocido." (Libertad en Preocupación por el hombre, 130). O dicho con otras palabras: "la libertad no es el derecho  la despreocupación ni  la arbitrariedad en la opinión, sino que descansa en una relación auténtica con la verdad" (Libertad en Preocupación por el hombre, 129).

Este es el requisito fundamental para que pueda darse. De este otro modo la libertad se convierte en mera propaganda política o en una quimera idealista. La libertad exige por parte del individuo, y también de la sociedad, el empeño serio y responsable por dilucidar y encontrar la verdad sobre las grandes cuestiones de la existencia humana. En opinión de Romano Guardini la ausencia de esto debilita al ser humano y lo predispone a la manipulación del totalitarismo estatal. Escuchemos a Guardini: 
 "Ese empeño es lo que da a la exigencia de la libertad el peso personal, que hace de ella algo más que la mera pretensión de seguir el humor de las ideas o poder repetir lo que ha dicho un compañero de la oficina. Sin ese empeño, se vacía. En lugar de la convicción, con su fuerza de carácter, aparece el azar de las opiniones del día, hasta que la falta de base interior se hace tan grande que pueden irrumpir la violencia política, la doctrina partidista y las prescripciones del Estado para decidir: ¡Tienes que pensar así! Entonces el hombre queda esclavizado, por bien que le vaya y por grandes que lleguen a ser sus logros en ciencia y técnica" (Libertad en Preocupación por el hombre, 130).
A partir de esta idea Romano Guardini analiza a libertad en la elección de la profesión, en la constitución de un matrimonio y familia, en la libertad de enseñanza,  en la misma democracia y la libertad de información. De todo ello esperamos hablar la próxima semana.

Otros textos sobre la libertad en las obras de Romano Guardini.
 Etica. Lecciones en la Universidad de Munich, BAC, Madrid, 2000, 116-120.
Cartas sobre la formación de sí mismo, Palabra, Madrid, 2000, 107-130.
Libertad y responsabilidad. La Rosa Blanca en Escritos Políticos, Palabra, Madrid, 2012, 13-25.

lunes, 22 de octubre de 2012

¿Qué es la profesión?

Durante las próximas semanas nos ocuparemos de la conferencia que Romano Guardini pronunció el 19 de julio de 1960 en el antiguo ayuntamiento de Munich como motivo del 20 aniversario del atentado contra Hitler. En recuerdo de las personas que intentaron salvar a Alemania del Nazismo, nuestro autor habló de la libertad. El texto es muy rico. En futuras entradas profundizaremos en él. Hoy quiero detenerme en un tema secundario que aparece en relación a la libertad: la profesión.

¿Qué es la profesión? Creo que todos sabríamos definirla pero no con el acierto, la riqueza y la profundidad como lo hace Guardini. Leamos con atención: “La profesión es el punto de intersección de la existencia individual y la colectiva: el lugar donde el individuo se encuentra en la conexión del todo y donde la totalidad recibe vida de la obra del individuo.” (Libertad en Preocupación por el hombre, Guadarrama, 1965, 130-131).
 
Es decir el ejercicio profesional es el punto donde me encuentro con la comunidad, con la sociedad y ésta se encuentra conmigo. ¿En qué consiste este encuentro? En el servicio, es decir, donde la comunidad recibe vida a través de la obra, del trabajo del individuo. Al mismo tiempo, el individuo entra en conexión con la totalidad, conoce sus necesidades y le sirve según el modo y manera como se siente llamado. Este aspecto vocacional de la profesión también es reseñado por Guardini. Así escribe: “Se refiere a la actividad a que soy llamado por parte de mi ser: si entrar ahora en si la vocación profesional viene aún de más lejos. Naturalmente hay gradaciones de evidencia y fuerza. Es afortunado el que puede decir: Sé que estoy dotado para esto: me siento impulsado a esto: mi tarea vital ha de ser ésta, y ninguna otra” (Libertad en Preocupación por el hombre,131). No siempre podemos decir que el ejercicio profesional responde a una llamada vocacional tan nítida como la antes descrita. Por eso, Guardini también reconoce que “Ese ser llamado puede debilitarse y verse como: Dentro de las posibilidades dadas, eso es lo que mejor corresponde a mis disposiciones. Incluso puede limitarse a un punto de vista superficial, pero muy real: De esa manera puedo servir, del modo más decente, al sustento vital mío y de mi familia” (Libertad en Preocupación por el hombre, 131). Por lo tanto, la profesión tiene también raíces alejadas de la  vocación pero igualmente legítimas.

 En el contexto de la conferencia que estamos analizando Guardini señala que la profesión la debe elegir el individuo y nadie más que él. Pero esta libertad presupone por parte de cada uno cierta madurez humana y responsabilidad, es decir: “Presupone que la persona, llegada a responsabilidad, sepa que está, dentro del contexto del conjunto social, en un puesto que, a la vez que para él, tiene importancia para todos. Es real en la medida en que, quien la reclama, sienta la responsabilidad por la cosa y el gusto por su buena realización” (Libertad en Preocupación por el hombre, 131-132). También presupone por parte del Estado facilitar la libertad de elección por todos los medios que tenga a su alcance, especialmente los referentes a la formación.  Lo puesto por el individuo como la tarea del Estado es igualmente importante. Porque si desaparece la responsabilidad y madurez del individuo como la conciencia de lo que implica y es el ejercicio de la profesión para él y para toda la comunidad, entonces, es fácil que aparezcan los totalitarismos (en forma de estado u otras variantes) y se señale al individuo su lugar de trabajo al margen de su libertad. Para nuestro autor, la aparición de los totalitarismos, como tendremos ocasión de ver en próximas entradas, no es consecuencia de fuerzas externas que se imponen con violencia al individuo, sino que proceden de la debilitación interna del individuo que al carecer de principios absolutos, valores trascendentes y convicciones queda indefenso y por lo tanto a merced del más fuerte. La violencia que se ejerce sobre él puede ser política, pero también mediática, social, etc. De este último aspecto tendremos ocasión de hablar en más ocasiones.

 

 

lunes, 15 de octubre de 2012

Misión de la universidad en Romano Guardini III

Con esta entrada terminamos nuestro comentario a la conferencia La responsabilidad del estudiante para con la cultura publicada en el volumen Tres escritos sobre la universidad. La tercera parte de la conferencia es un resumen del ensayo La cultura como obra y como riesgo (en Preocupación por el hombre, Ediciones Guadarrama, Madrid, 1965, 25-52).  Quien desee ahondar y profundizar en los temas que ahora abordaremos debe necesariamente ir a este último ensayo. Allí queda bien explicado el proceso de la creación cultural y los riesgos que ello comporta. Precisamente esos riesgos son los que comenta Guardini en La responsabilidad del estudiante para con la cultura. En definitiva, ¿de qué se trata? Nuestro autor constata un peligro: "Este peligro ha ido aumentado a lo largo de la historia y ahora se agudiza: la cultura se vuelve contra quien la ha creado" (Tres escritos sobre la universidad, 53).
El principal obstáculo para tomar conciencia de esta situación se encuentra en el mito del progreso. Hasta hace un siglo el ser humano había identificado el paso del tiempo con el progreso hacia una sociedad y un mundo más humano y más justo, sin embargo, el desarrollo de la historia humana no sigue un paralelismo con el de la historia natural desde un punto de vista evolutivo. El avance de la cultura no comporta necesariamente una configuración social más humana y conforme a la existencia humana. Guardini no denuncia el desvarío ético en el que puede caer la técnica, por ejemplo, los decubrimientos científicos orientados hacia la producción de armas. Lo que le preocupa es algo de mayor entidad y calado, es decir, el hecho que se está generando una cultura inhumana, donde cada rama del saber permance desviculada de las otras y no se atiene a una visión orgánica de la vida y la existencia humana. 
 "La idea de la autonomía del crear humano ha llegado a un punto en el que cada una de sus distintas formas de trabajo (ciencia, política, arte, economía, etc.) se ha desarrollado a partir de sí misma preocupándose poco de otras. Con respecto al todo cultural, se trata de un proceso análogo a como si en un organismo los órganos particulares se desarrollaran en exceso y sin entrar en relación con los otros. Nuestra cultura se compone en gran medida, de funciones particulares hipertrofiadas" (Tres escritos sobre la universidad, 56).
Dicho esto Guardini se pregunta quién tiene conciencia de ello y a quién le preocupa esto: "¿vive esta preocupación como un elemento de nuestra cultura, como un factor que ejerce alguna influencia? Me temo que no. Pero ¿y si de que esto suceda dependiera nuestro futuro? ¿Y si de ello dependiera la posibilidad de la continuidad de la existencia o, en todo caso, la posibilidad de una vida con sentido y humanamente digna?" (Tres escritos sobre la universidad, 59).

Propone Guardini crear una actitud frente a la cultura que de algún modo la juzgue, la norme, la critique, la dirija humanamente. Esta disposición debería contener los siguientes elementos:
  1.  Recuperar la unidad perdida en la modernidad. La existencia humana no es una suma de elementos sino un todo vivo donde cada una de sus dimensiones, tareas, facetas está interrelacionada con otras. Escuchemos a Guardini: "Sobre todo, debería superar la idea de que los diversos ámbitos culturales son autónomos, pues la existencia humana constituye un todo - hoy más que nunca, y en una medida cada vez más rapidamente creciente."(Tres escritos sobre la universidad, 60).
  2. Se debería tomar conciencia de la falsedad del mito del eterno progreso. (Cfr. Tres escritos sobre la universidad, 61)
  3. Es necesaria la ascesis: "Nada grande se logra sin ella; pues la ascesis no es otra cosa que la autodisciplina que renuncia a algo deseable para alcanzar algo más alto; reduce un efecto parcial para que crezca el todo; en la economía del propio ser, potencia las fuerzas de penetración intelectual, de libertad y responsabilidad frente al impulso y la indolencia." (Tres escritos sobre la universidad, 61). Creo que esto lo podríamos identificar con lo que hoy llamamos la cultura del esfuerzo.
  4. En el centro de la cultura debería encontrarse la persona y a partir de ella debería conducirse el progreso cultural, político, económico y social.  Así lo escribe Guardini:
"Y, en fin, este comportamiento debería de tener un punto de referencia respecto al cual puedan juzgarse y ponerse en relación los aspectos particulares de la cultura. Tal punto de referencia es una correcta idea de la persona humana. Hay que conocer qué es el hombre; cómo existe en el tiempo; qué jerarquía de valores vale para él; qué es importante y qué no lo es; qué es fin y qué es medio"  (Tres escritos sobre la universidad, 62).
Estos elementos configurarían una actitud que debería tomar cuerpo en los individuos de la sociedad, en todos y cada uno de ellos. Pero indudablemente, algunas instituciones están llamadas a asumir la responsabilidad de proponer esta actitud cultural y preocupación por el hombre. Entre ellas, la universidad tiene un lugar destacado. Se pregunta Guardini
"¿No podría ser la universidad un lugar donde se reflexione sobre estas cuestiones, donde se reconocieran estas tareas y donde se pudiera adquirir la conciencia que haga posible su realización? ¿no debería ella, que era y sigue siendo -a pesar de todo detrimento- el lugar más importante de la investigación de la verdad; no debería ella asumir especialmente esta preocupación?" (Tres escritos sobre la universidad, 64).
Subraya por último Guardini de que no se trata simplemente de una tarea meramente teórica, sino profundamente pedagógica, pues consiste en "formar una viva conciencia de la existencia humana; una sensibilidad para los efectos recíprocos que desempeñan un papel en ella; una viva responsabilidad a la vista del caos interior emergente y cada vez más inquietante; una auténtica preocupación por el hombre y por su obra" (Tres escritos sobre la universidad, 64).

lunes, 8 de octubre de 2012

Misión de la Universidad en Guardini II

La semana pasada hicimos una síntesis de la primera parte de la conferencia La responsabilidad del estudiante para con la cultura que se encuentra publicado en el libro Tres escritos sobre la Universidad. En esta entrada quisiera comentar la segunda parte titulada "Examen de Conciencia" que omitimos por cuestión de espacio hace siete días y que a mi juicio guarda pensamientos valiosos y de gran actualidad para el hombre y la cultura de hoy. Me centraré en dos puntos:  a) El examen a que somete Guardini  la tarea y la labor del investigador; b) La tarea que impone a la actividad filosófica en la universidad.

Investigadora de la Universidad CEU Cardenal Herrera
¿Qué idea tenemos de lo que es un investigador? La de alguien dedicado a desentrañar la realidad material con el fin de obtener conocimientos que puedan posteriormente ser fuente de aplicaciones técnicas, es decir, útiles para la sociedad. Bien, pues esta visión es revisada por Guardini en la medida que pueda darse una primacía de lo útil frente a lo verdadero. Es decir, la apliación técnica de los conocimientos científicos debe estar guiada éticamente por la verdad y el bien integral del hombre. Si la ciencia no está normada y guiada por la verdad puede, y de hecho lo ha estado y lo está en muchos casos, quedar sometida a los intereses económicos o políticos, y lo útil puede convertirse en perjuicial para el hombre, como lo demuestra, por ejemplo, la aplicación bélica de muchos descubrimientos científicos o ciertos comportamientos que últimamente viene denunciando la bioética. Guardini rescata la figura del científico responsable y consciente de las posibles consecuencias éticas de sus descubrimientos. Escuchémosle:
"Esto ha de llevar a una trasnformación del ethos académico mismo. Antes vivía en él la conciencia de una especial responsabilidad. Esta consistía no solo en que sus resultados deberían ser correctos -porque de lo contrario en cualquier parte salta por los aires una máquina-, sino que estaba relacionado con el concepto de investigar y de la verdad como tales, y con la importancia que estos tenían para la integridad de la existencia en general. Más aún y ante todo: aquella responsabilidad residía en la dignidad del servicio a la verdad como tal. Todo esto ha desaparecido en gran medida. El científico se ha identificado con su rendimiento; y este vale tanto como su utilidad. Así, el científico pierde su antiguo lugar en el conjunto de la existencia." (Tres escritos sobre la universidad, EUNSA, Pamplona, 2012, 46).
Guardini impone a la universidad la difícil tarea de volver a fundar la investigación sobre pilares que trascienden la mera utilidad pero sin los cuales la investigación científica puede peligrar. Sólo así, la aplicación técnica encontrará su lugar adecuado en el conjunto de la existencia humana, colaborando al  bien integral del hombre y la humanidad:
"La invesigación de lo que puede orientarse a un aumento de lo útil y poderoso logra su fiabilidad científica última solo porque hay ámbitos de investigación en los que no se puede hablar en absoluto de utilidad y de poder. Tan pronto como ese concepto de investigación deja de determinar la actitud científica, aparecen las posibilidades de confusión más funestas" (Tres escritos sobre la universidad, 43-44).
Fuera ya del ámbito científico y por concluir la segunda parte de La responsabilidad del estudiante para con la cultura, quisiera comentar lo que dice Guardini en relación a la actividad filosófica en la universidad. Concretamente critica lo que denomina periodismo filosófico, la filosofía impuesta (utilización por parte de las ideologías y los totalitarismos de la filosofía) y el vago e impreciso escepticismo que empezaba a imperar en su época. Esta última renuncia a la verdad le preocupa especialmente, pues,
"Esto no constituye, por ejemplo, una actitud escéptica a partir de una aguda crítica, o una desconfianza provocada por la larga experiencia de los aspectos cuestionables de lo humano, sino mucho más: una debilidad en el punto inicial del pensar, una indiferencia respecto a los criterios absolutos, un ablandamiento en el núcleo de la persona, y con ello, en el núcleo de la historia." (Tres escritos sobre la universidad, 51).
Instalaciones de la Universidad CEU Cardenal Herrerra
El actual relativismo y escepticismo, lejos de ser filosóficamente riguroso, es una debilidad intelectual, una falta de compromiso personal con la verdad, una pereza a la hora de pensar que destruye de manera inconsciente al hombre y que lo deja, sin que él tenga conciencia, en manos del poder político, cuando no de la publicidad, las modas o los falsos líderes o mesías. Por eso, reclama perentoriamente la vuelta a principios y valores absolutos, pues la humanidad sin principios es fácilmente presa de los totalitarismos
"Pero allí donde falta la fuerza de una definición intelectual y de una toma de posición personal, entra en su lugar algo distinto: la violencia. El totalitarismo se hace posible precisamante en tanto que el individuo disminuye la voluntad de lo incondicionado. Sin la fuerza para un sí o un no, no hay libertad. La tiranía del Estado y la debilidad del núcleo personal son dos caras de la misma realidad" (Tres escritos sobre la universidad, 51).  
Guardini concluye que la universidad está llamada a recuperar el amor y el compromiso con la verdad, ella es el ámbito cuyo ethos está determinado por la verdad. Si renuncia a ella la universidad quedará reducida a centro de formación meramente profesional. 

Con esto hemos terminado de comentar la segunda parte de la conferencia La responsabilidad del estudiante para con la cultura. Queda una tercera sección titulada "La responsabilidad mayor" que esperamos abordar la próxima semana y que mucho tiene que ver con el ensayo La cultura como obra y como riesgo (en Obras, Vol. 1, Cristiandad, Madrid, 1981, 135-158).



lunes, 1 de octubre de 2012

Misión de la Universidad en Guardini I

Publicamos hace unos meses una breve reseña sobre el libro Tres escritos sobre la universidad. Al inicio de este curso académico he propuesto su lectura a mis alumnos de 1º de Derecho y Ciencias Políticas. El volumen contiene tres ensayos acerca de la universidad. He pedido en clase que se lea el segundo, es decir, el titulado La responsabilidad del estudiante para con la cultura. El texto es una conferencia que impartió Romano Guardini en un congreso de estudiantes universitarios el 3 de mayo de 1954.

Campus de la Universidad CEU Cardenal Herrera

La primera parte del escrito está dedicada a responder a la cuestión  ¿qué busca quien viene a la universidad? y lleva por título la tarea del conocimiento. Propone Guardini hasta cuatro modos distintos de responder a este interrogante. El primero de ellos dice así: "La etapa de la universidad  constituye por lo general el trecho vital entre la escuela y la profesión. Ciertamente exisge disciplina y rendimeinto, pero a la vez tiene el carácter de una libertad peculiar. La escuela, con sus coerciones, ha pasado; la profesión, con su rigor inexorable, no es todavía. Así se abre una posibilidad de encontrarse con cosas, personas, ideas a partir de un impulso interior" (Tres escritos sobre la unviersidad, EUNSA,  Pamplona, 2012, 28). La negrilla es mía. Esta respuesta viene condicionada por la edad a la que se accede a la universidad, la juventud. Etapa ascendente caracterizada por la libertad, que hay que aprender a gestionar, por la fuerza ascendente de la vida y la potencialidad de encontrarse con multitud de personas, de ideas, de cosas. Por lo tanto, la universidad se convierte en el marco adecuado para el descubrimiento de la vida humana y todo lo que ésta conlleva.

Responde también Guardini que la Universidad es el lugar donde uno se prepara para el ejercicio de lo que será su profesión. A la hora de ejercer esta misión nuestro autor señala que la universidad en sus programas formativos "(...) debería contener, por tanto, la idea viva de lo que es un maestro, un hombre de derecho, un ingeniero ..., o sea, cómo se hallan en el conjunto de la vida y partir de que ethos han de desempeñar su trabajo" (Tres escritos sobre la unviersidad, 31). Vuelve Guardini a la forma o figura, es decir, a la "Gestalt" o imagen que se debe tener presente a la hora de organizar unos estudios profesionales. Antes que nada ¿qué es un médico y qué tarea ética está llamado a desempeñar en la sociedad? Los programas de estudios deben poseer un orden y estructura, pero deben ser estructuras dinámicas, deben estar abiertos y nunca cerrados pues la figura que quieren engendrar es una forma viva. El reto está en transformar el saber en una forma viva profesional. Esto no es fácil.

Una tercera respuesta a nuestra cuestión es la investigación. Dado el carácter libre de la investigación que busca saber sin necesariamente un posterior aplicación técnica, puede entrar en conflicto con el anterior fin de la universidad: la preparación profesional: "Por tanto, es absolutamente inevitable que la voluntad de investigar entre en conflicto con aquel esfuerzo de conocimento que conduce a la profesión" (Tres escritos sobre la unversidad, 32). Sin embargo, Guardini sabe resolver, a partir de su teoría del contraste, aunque no lo diga explícitamente, esta aprente contradicción. "Pero por otro lado vemos también que el saber profesional presupone a su vez el impulso de la investigación. Si en la esfera de una ciencia disminuyera la voluntad del investigador, el saber profesional se agarrotaría y ser convertiría en una cuestión de transmisión esquemática" (Tres escritos sobre la unversidad, 33).

En cuarto lugar y por último la unverisidad se busca la verdad. "Tan pronto como la verdad deja de estar como norma en la conciencia de la unviersidad, ésta se pone enferma" (Tres escritos sobre la unviersidad, 34). Guardini cita a Platón repetidamente en estas páginas dedicadas a la verdad para indicar que no nos encontramos simplemente ante la verdad científica (en el ensayo habla de corrección) sino la verdad en sentido filosófico, es decir, aquella que descubre el sentido de las cosas manifiestando su esencia. A partir de ella, aparece una tarea importantísima: "Aquí se pone de manfiesto una tarea que reclama mayor atención de la que habitualmente se le presta, a saber. Una fundamentación filosófica de las ciencias particulares (de la ciencia del lenguaje, del derecho, de la salud y la enfermedad, de la educación, etc.). Y esto con la intención de proporcionar a la especialidad correspondiente, así como al trabajo profesional que se basa en ella, la fundamentación de sentido que necesita, si es que ha de comprenderse correctamente y poder insertar su función en el todo de la cultura" (Tres escritos sobre la unviersidad, 37).

Cada una de estas funciones de la universidad están ordenadas en el orden expuesto, es decir, la investigación no es posible sin la fuerza de la verdad, y la profesión sin la ayuda conveniente de la investigación, y la profesión ordena de manera ética el impulso ascendente y vital que procede de la juventud. "Así, en lo que hacemos en la universidad se muestran estratos de sentido distintos pero ordenados unos a otros" (Tres escritos sobre la unviersidad, 39).

El ensayo La responsabilidad del estudiante para con la cultura tiene dos secciones más: Examen de conciencia y La responsabilidad de mayor. Espero comentarlas próximamente.

domingo, 23 de septiembre de 2012

Síntesis del concepto de persona en Romano Guardini

Durante siete entradas hemos analizado el concepto de persona en Romano Guardini. Con la finalidad de ordenarlas todas y dar una visión de conjunto de lo que hemos estado haciendo durante algunos meses, he decidido elaborar un esquema que sirva de síntesis de nuestro trabajo. Así pues, ofrezco la siguiente guía:  
Las fuentes. El 28 de mayo iniciamos nuestra breve investigación indicando las fuentes principales donde informarse sobre el concepto de persona en nuestro autor. 
Los estratos de la persona. El 4 de junio hablamos de los tres estratos en los que Guardini configura a la persona humana: a) conformación (Gestalt), b) individualidad (Individualität) y personalidad (Persönlichkeit).
Lo específico de la persona. El 11 de junio examinamos los dos rasgos que especifican a la persona humana: la autoposesión y su carácter único.
Los peligros de la persona. El 18 de junio concluimos la primera serie de entradas sobre la persona hablando de los pelígros que la pueden hacer enfermar: la exclusión de la verdad, el amor y la justicia de la vida personal.
El encuentro. Ya en septiembre,  iniciamos el curso con algunas reflexiones sobre el encuentro y la persona.
La persona y el Estado Moderno. El 9 de septiembre apareció en nuestro blog unos comentarios sobre uno de los grandes enemigos de la persona en la modernidad: los estados totalitarios.
La persona y Dios. Por último, el 17 de septiembre, evidenciamos la clave de compresión de la persona en Romano Guardini, su relación con Dios.
Con todo ello no hemos agotado el tema, pero creo que sí hemos logrado introducirnos a él abriendo el horizonte a quienes deseen profundizar en la antropología de Romano Guardini.

domingo, 16 de septiembre de 2012

La persona en Romano Guardini (VII). La persona y Dios

Escribir en un blog de antropología filosófica implica una y otra vez enfrentarse con cuestiones que superan los límites de exposición que debe caracterizar un blog. El tema que nos ocupa hoy, confirma una vez más esta idea. Así pues,  cuanto digamos a continuación debe ser considerado un esbozo o esquema de trabajo para una ulterior profundización por parte de los lectores. 

Para Romano Guardini, la persona no puede entenderse sin su relación con Dios. Es cierto que el hombre está llamado a relacionarse con las cosas y con otras personas, siendo esto ultimo muy importante. Sin embargo, "La relación con Dios es para el hombre de un importancia totalmente distinta; es absolutamente esencial" (La Existencia del Cristiano, BAC, Madrid, 1997, 27). Esto se desprende en primer lugar del carácter finito de la persona humana. Ésta no puede dar razón de sí misma, no encuentra en ella el fundamento de su existir. Cierto que 
"El hombre puede engañarse respecto al carácter esencial de su relación con el Absoluto. Es capaz de desfigurar este hecho, y para ello dispone de un arsenal de conceptos. Puede cegar el sentimiento de lo trascendente, hacerse indiferente y superficial; pero, cuando penetra más, debe acpetar que no es capaz de pensarse a sí mismo, sino en relación con el Ser absoluto, o, dicho claramente, con Dios; porque sólo de este Dios puede recibir el fundamento de su ser y su sentido" (La Existencia del Cristiano, 28).
 Así pues, todo lo finito depende metafísicamente de lo absoluto, y la persona humana se encuentra en estos parámetros. Sin embargo, el modo como se encuentra la persona humana frente al absoluto es distinto de cómo se encuentran los demás seres finitos. El modo y manera como Dios ha creado las cosas es muy distinto de cómo ha creado al hombre. 
“Con la proposición de que Dios ha creado la persona se dice algo distinto a lo que se expresa con la proposición de que Dios ha creado un ser impersonal. Lo más, impersonal, inanimado como animado, es creado por Dios sin más, como objeto inmediato de su voluntad. A la persona no la quiere crear de tal manera, porque ello carecería de sentido. La crea, más bien, por un acto que siente de antemano y fundamento por ello su dignidad: por la llamada. Las cosas surgen por el mandato de Dios; la persona por su llamada. Ésta, empero, significa que Dios llama a la persona a ser su Tú, o más exactamente, que Dios mismo se determina a ser el Tú del hombre” (Mundo y persona, Encuentro, Madrid, 2000, 123).
Así pues, la persona humana se debe concebir como relación con Dios y sin ella pierde su sentido 
 “Sin Dios no puede existir la persona finita. No sólo porque Dios me ha creado y en él solo encuentro el sentido de mi vida, sino porque existo orientado hacia Dios. Mi persona no está conclusa en lo humano, de tal suerte que pueda situar su Tú en Dios, o renunciar a ello o rechazarlo, y, sin embargo, seguir siendo persona. Mi ser-yo consiste, más bien, de modo esencial, en que Dios es mi Tú” (Mundo y persona, Encuentro, Madrid, 2000, 122)


Romano Guardini pone como fundamento de la dignidad de la persona humana su relación con Dios. 
“La persona posee una dignidad absoluta. Ésta empero, no puede provenir de su ser, que es finito, sino de algo absoluto en sí mismo. Y no de un algo absoluto en abstracto, de una idea, de un valor, de una ley o como quiera denominarse. Esto podría fundamentar el contenido de su vida concreta, pero no de su persona. El valor de la persona deriva del hecho de que Dios le ha conferido la condición de persona” (Mundo y persona, 112).


La Modernidad ha destruido esta relación y continuamente nuestro autor habla de ello. La modernidad ha rebajado al hombre a una parte de la naturaleza o lo ha exaltado como un ser absoluto. Sin embargo, el hombre no se encuentra e ninguno de estos dos ámbitos. Ninguna de las ciencias humanas ha logrado acertar con el núcleo de la persona humana:
“Ahí está, en primera línea el hecho, cada vez más destacado, de que la cultura de la Edad Moderna –ciencia, filosofía, pedagogía, sociología, literatura- ha tenido una visión falsa del hombre; no sólo en ciertos detalles, sino en su apreciación fundamental y, por consiguiente, en su totalidad. ” ( El ocaso de la edad moderna,en Obras Vol. 1, Cristiandad, Madrid, 1981, 91).
A la luz de todo lo dicho podemos entender una de las tesis fundamentales de la antropología de Romano Guardini: la verdad sobre la persona humana emerge a la luz de la Revelación. En la medida que el hombre se aleja de Dios se aleja de sí mismo, en la medida que se acerca a Dios se conoce más a sí mismo: 
 “Un puente es un arco que el arquitecto construye de una a otra orilla de un río. Y yo no puedo decir: el puente puede pasar o no a la otra orilla sin dejar de ser puente. Esto sería un sinsentido, puesto que el ‘puente’ sólo es puente si parte de una orilla y llega hasta la otra. Algo así sucede con el tema que nos ocupa. El hombre es hombre sólo en su relación a Dios. El ‘de-Dios’ y el ‘a-Dios’ son el fundamento de su ser” (Quien sabe de Dios conoce al hombre, PPC, Madrid, 1996),
Todo lo dicho de modo esquemático en esta entrada es el inicio o punto de partida para explicar en qué consiste la persona cristiana, tema que ya abordamos en  la interioridad cristiana.

Bibliografía sobre la persona y Dios en Guardini

Romano Guardini: Mundo y persona, Encuentro, Madrid, 2000, 122-136; La Existencia del Cristiano, BAC, Madrid, 1997, 27-30; 467-470; Quien sabe de Dios sabe del hombre, PPC, Madrid, 1996.

Fidalgo, José Manuel, Conocer al hombre desde Dios. La centralidad de Cristo en la antropología de Romano Guardini,  EUNSA, Pamplona, 2010. 
Fayos Febrer, Rafael: La verdad del hombre frente al relativismo moderno en el pensamiento de Romano Guardini, en  "Actas VIII Congreso de Católicos y vida Pública. El desafío de ser hombre, Tomo I", CEU ediciones, Madrid, 2007,195-204; El concepto de persona en Romano Guardini en  “Espíritu” , volumen LIX - 2010, número 139, 301-320.