Páginas

lunes, 25 de noviembre de 2013

Los polos del espacio existencial

Si nos preguntaran cuál es el espacio en el que se desenvuelve la vida humana no dudaríamos en afirmar que aquel constituido por las tres dimensiones: altura, anchura y profundidad. Con ello no erraríamos pero tampoco agotaríamos el tema. Junto al espacio físico habría que señalar que en la vida humana juegan un papel importante desde el punto de vista corporal y cultural los términos arriba y abajo. Así
 "El arriba a aparece aquí como la zona del intelecto, de la libertad de elección, de la voluntad dominadora y ordenadora, de las ideas, normas, órdenes. El abajo aparece como el ámbito de los impulsos y de las exigencias de crecimiento, como la esfera de las necesidades orgánicas, psíquicas y de destino, como la zona de la vida tal que corre bajo el individuo, como la zona de subconsciente y del inconsciente" (Mundo y persona, Encuentro, Madrid 2000, 40)
Pero con esto tampoco agotaríamos los ámbitos espaciales de la existencia humnana. Quizás uno de los elementos más originales de la antropología de Romano Guardini sea la descripción del ámbito espiritual en el que se desarrolla la persona en cuanto persona. Este espacio espiritual viene denominado en algunos de sus escritos como "polos del espacio existencial". Guardini reconoce que sea el espacio físico en el que se encuentra situada la corporalidad y su desarrollo natural, así como el arriba y abajo al que se refiere el texto que acabamos de citar son insuficientes para dar razón de la vida del espíritu y del hombre en cuanto persona. Existe el espacio espiritual determinado por lo que nuestro autor denomina altura e interioridad. Este es el ámbito donde se mueve la persona en cuanto persona. Pero, ¿en qué consiste? En primer lugar en la altura.  Ésta señala el lugar de aquello que espiritualmente tiene valor, lo que realiza a la persona en cuanto persona o no, a lo que ella tiende como bueno o aparentemente bueno. Pero a esta altura no se le puede contraponer un abajo, una profundidad: 
"inmediatamente se impone, sin embargo, una consecuencia: a este arriba que coincide con lo valioso no se le puede contraponer ningún abajo, a esta altura no se le puede contraponer ninguna profundidad. Si se hace así, surge enseguida la polarización dualista que, para salvar para el todo la zona del abajo, del mal, la convierte en el contrapolo necesario del arriba, del bien" (Mundo y persona, 41).
 De este modo se rechaza que la vida personal sea un equilibrio entre el bien y el mal como encontramos en algunas doctrinas orientales o también en ciertas formas religiosas como el maniqueismo que se extendió con algún éxito en el occidente cristiano. Junto a la altura se encuentra la interioridad. Es el lugar desde el que la persona se realiza. No es a lo que tiende sino desde donde busca alcanzar sus fines. El espacio espiritual en el que se mueve la persona, por lo tanto,  no está determinado por dos polos contrapuestos en los que la persona se encuentra continuamente eligiendo. Es cierto que hablamos de dos elementos, pero estos actúan como punto de partida desde y como valor al que se tiende o se busca alcanzar. Desde aquí se  desarrolla la vida personal en un sentido espiritual. Y esa vida espiritual puede ser sana  moralmente hablando, o puede estar caracterizada por su falta de adhesión a la verdad y el bien. Guardini lo explica así:
 "Estos polos se llaman lo alto y el interior y son, en principio y como tales, axiológicamente indiferentes. Dicho más exactamente: representan las condiciones bajo las cuales puede afirmarse o negarse el valor. (...) Entre lo alto y lo interior se extiende el espacio existencial  espiritual-personal. Entre ambos se encuentra el lugar de la persona, un lugar que contiene la situación ética de ella" (Mundo y persona, 42-43).
 En un intento de arrojar luz sobre lo que estamos explicando diríamos que la interioridad podría identificarse como el corazón, entendido como el lugar de donde procede la acción, la mirada, las consideración ética de la persona, donde se gesta su adhesión al bien o queda seducida por el mal. Mientras que la altura consistiría en el horizonte de valores espirituales a los que el corazón tiende, acoge, cultiva o intenta realizar.  Así a la persona se le puede preguntar de dónde vienes, es decir, qué hay en tu corazón desde el que contemplas la realidad y determinas tus acciones; también se le puede preguntar por su altura, es decir, hacia donde vas, a qué apunta tu corazón, qué valor pretendes realizar. Sirva lo dicho de introducción, porque en las próximas dos entradas quisiera seguir abundando en la interioridad y altura para llegar a determinar exactamente qué entiende Guardini por interioridad y altura cristianas que es el reto que me he propuesto alcanzar con el fin de ayudar e iluminar el trabajo de una de las lectoras de este blog.

lunes, 18 de noviembre de 2013

La interioridad y la altura: desde dentro y hacia arriba

Hay un fenómeno en relación a este blog que desde hace tiempo quería comentar. Quien se haya lanzado a la aventura de dar origen y sobre todo mantener vivo un blog sabe que en todo momento podrá tener acceso al número de visitas y el lugar de procedencia. De España y de Argentina son la mayoría de los lectores de este blog. También podemos saber cuáles son las entradas más leídas como otros datos de carácter estadístico: visitas semanales, mensuales, etc. Ahora bien, nunca sabemos, a menos que se deje un comentario quien visita el blog. Alguna vez he recibido un felicitación o un comentario, pero en general son escasos e inusuales. Nadie piense que estoy reclamando comentarios. Todo cuanto he contado viene a cuento porque el tema del que quiero tratar hoy tiene origen en uno de esos escasos comentarios o contactos esporádicos con uno de los lectores del blog. Por cierto, estoy abierto a publicar también comentarios de otros autores si quieren enviarme sus reflexiones. 

Una de las ideas claves de la antropología cristiana de Guardini es la interioridad. De ella hemos hablado aquí en varias ocasiones. Pero gracias a las preguntas de una de las lectoras del blog he caído en la cuenta de la importancia de la altura como categoría correlativa sin la cual no se puede entender la interioridad. Para quienes deseen profundizar en el tema las páginas claves se encuentran en Mundo y persona, Encuentro, Madrid, 2000, 38-59. Allí se habla de la interioridad desde un punto de vista humano y posteriormente de la interioridad cristiana. Y lo mismo se dice en relación a la altura. Espero en las próximas semanas profundizar en estas dos categorías. Hoy, a modo de introducción, me limito a citar un texto que complete cuanto aquí ha aparecido sobre la interioridad de modo que altura e interioridad, el desde dentro y hacia arriba que constituye la vida cristiana queden finalmente esclarecidos: 
"Hemos definido la interioridad cristiana como aquel lugar 'en' el creyente donde Cristo está; de modo análogo, decimos ahora, que la altura cristiana es aquel lugar donde Cristo está sobre el creyente . 'Así pues, si habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde Cristo está sentado a la diestra de Dios. Aspirad a las cosas de arriba, no a las de la tierra'. Col. 3, 1-2" (Mundo y persona, 54).
Es interesante referir, y con ello terminamos, que en Cristo según nuestro autor ambos polos se hacen uno. En la medida que la existencia meramente humana (como veremos en próximas semanas) y por ende también cristiana, se manifiesta en ambas categorías, Cristo está también presente en ellas. "El dentro como el arriba son la misma y una apoteosis, desde la cual Cristo se acerca al mundo"  (Mundo y persona, 59).





lunes, 11 de noviembre de 2013

Clásicos, humanidades y universidad

Joseph Fiennes en el papel de William Shakespeare
Entre los muchos síntomas que evidencian la muerte de Europa, entendida ésta como proyecto cultural de Occidente, se encuentra el olvido de los clásicos. Este destierro que vienen sufriendo Sócrates, Platón y Aristóteles en el ámbito de la filosofía junto a los grandes de la Literatura como Skakespeare, Tostoil o Cervantes, por poner un ejemplo, tiene grandes consecuencias en la configuración del sistema de valores y juicios éticos a partir de los cuales se conduce el hombre contemporáneo. Como escribe Guardini 

"Al fin y al cabo las figuras máximas de las que habla la historia de la investigación científica, el arte, el derecho, la sabiduría y la experiencia religiosa no están para que se escriban libros sobre ellas y con los conocimientos que sobre ellas se tienen se rindan exámenes. Han precisado pautas para distinguir entre el bien y el mal. Han destacado órdenes jerárquicos que establecen lo que es noble y lo que es vil. Nos han enseñado leyes espirituales con arreglo a cuya validez inconmovible el acontecer histórico es fecundo o destructivo.  (La cuestión judía, Editorial Sur, Buenos Aires 1963, 14-15; Traducción de Pablo Simón del original Verantowortung,  Kösel-Verlag, München, 1954).

Estas palabras se encuentran en una conferencia en la que nuestro autor trata y aborda lo que él denomina la cuestión judía. Ante la barbarie nazi se pregunta que dirían las grandes figuras de la cultura occidental. Y en un momento llega a escribir: "Un Dante, un Heráclito o algún otro de los representantes sublimes del espíritu trágico quizá diría: Una humanidad, de la que al cabo de milenios de lucha por elevación espiritual y moral ha podido surgir aquello, es un caso perdido y no tiene sentido de hablar de cultura." (La cuestión judía,16). 

Occidente, sino quiere definitivamente morir, debe una vez más confrontarse con sus raíces, es decir, con aquellos hombres que le han dado vida y peso intelectual, y que en el fondo la han dotado de identidad. En todos ellos late algo que vamos perdiendo cada vez más: el respeto a la persona. La reducción de ésta a cosa y por lo tanto su dominio, uso y manipulación es la ley que rige las relaciones políticas, económicas y también personales en nuestra sociedad. Quizás, eso es lo que se quiere decir cuando se afirma que en las raíces de la crisis económica se encuentra una crisis ética. 

Leon Tolstoi
Ahora bien, ¿qué se puede hacer? La historia no se rige por un determinismo inexorable, todo lo contrario, "Todos los procesos históricos, aun los de mayor envergadura, se originan en acciones personales, y éstas son libres" ( La cuestión judía, 20). No hay nada inevitable en la historia. Hay filosofías y también teorías políticas que defienden el determinismo histórico, pero " No existen tales inevitabilidades. El mismo concepto según el cual el acontecer histórico tiene lugar en procesos inexorables es un recurso del Estado totalitario. Es falso; más aún, es inmoral" (La cuestión judía, 20). Por lo tanto, como reza un libro de Popper El porvenir está abierto.   

Asumiendo la responsabilidad que a cada uno le asigna el lugar y puesto que ocupa en la sociedad, un servidor, desde el ámbito académico donde trabaja, exige de nuevo, la vuelta de las humanidades a la universidad. Ellas proporcionan el contacto espontáneo con los clásicos. Necesitamos mirar con sus ojos no sólo cuanto nos ha sucedido, sino cuanto nos sucede hoy para poner las bases de un porvenir verdaderamente humano. De otro modo, no es extraño que los clásicos en un futuro, desde sus creaciones filosóficas, artísticas y literarias,  señalen y apunten a nuestros tiempos exclamando: "Ahí, se puso de manifiesto hasta qué punto ha quedado incumplida la tarea a la que dedicamos nuestros afanes, lo terribles que son todavía las potencias del caos y la destrucción." (La cuestión judía, 15).