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lunes, 8 de octubre de 2012

Misión de la Universidad en Guardini II

La semana pasada hicimos una síntesis de la primera parte de la conferencia La responsabilidad del estudiante para con la cultura que se encuentra publicado en el libro Tres escritos sobre la Universidad. En esta entrada quisiera comentar la segunda parte titulada "Examen de Conciencia" que omitimos por cuestión de espacio hace siete días y que a mi juicio guarda pensamientos valiosos y de gran actualidad para el hombre y la cultura de hoy. Me centraré en dos puntos:  a) El examen a que somete Guardini  la tarea y la labor del investigador; b) La tarea que impone a la actividad filosófica en la universidad.

Investigadora de la Universidad CEU Cardenal Herrera
¿Qué idea tenemos de lo que es un investigador? La de alguien dedicado a desentrañar la realidad material con el fin de obtener conocimientos que puedan posteriormente ser fuente de aplicaciones técnicas, es decir, útiles para la sociedad. Bien, pues esta visión es revisada por Guardini en la medida que pueda darse una primacía de lo útil frente a lo verdadero. Es decir, la apliación técnica de los conocimientos científicos debe estar guiada éticamente por la verdad y el bien integral del hombre. Si la ciencia no está normada y guiada por la verdad puede, y de hecho lo ha estado y lo está en muchos casos, quedar sometida a los intereses económicos o políticos, y lo útil puede convertirse en perjuicial para el hombre, como lo demuestra, por ejemplo, la aplicación bélica de muchos descubrimientos científicos o ciertos comportamientos que últimamente viene denunciando la bioética. Guardini rescata la figura del científico responsable y consciente de las posibles consecuencias éticas de sus descubrimientos. Escuchémosle:
"Esto ha de llevar a una trasnformación del ethos académico mismo. Antes vivía en él la conciencia de una especial responsabilidad. Esta consistía no solo en que sus resultados deberían ser correctos -porque de lo contrario en cualquier parte salta por los aires una máquina-, sino que estaba relacionado con el concepto de investigar y de la verdad como tales, y con la importancia que estos tenían para la integridad de la existencia en general. Más aún y ante todo: aquella responsabilidad residía en la dignidad del servicio a la verdad como tal. Todo esto ha desaparecido en gran medida. El científico se ha identificado con su rendimiento; y este vale tanto como su utilidad. Así, el científico pierde su antiguo lugar en el conjunto de la existencia." (Tres escritos sobre la universidad, EUNSA, Pamplona, 2012, 46).
Guardini impone a la universidad la difícil tarea de volver a fundar la investigación sobre pilares que trascienden la mera utilidad pero sin los cuales la investigación científica puede peligrar. Sólo así, la aplicación técnica encontrará su lugar adecuado en el conjunto de la existencia humana, colaborando al  bien integral del hombre y la humanidad:
"La invesigación de lo que puede orientarse a un aumento de lo útil y poderoso logra su fiabilidad científica última solo porque hay ámbitos de investigación en los que no se puede hablar en absoluto de utilidad y de poder. Tan pronto como ese concepto de investigación deja de determinar la actitud científica, aparecen las posibilidades de confusión más funestas" (Tres escritos sobre la universidad, 43-44).
Fuera ya del ámbito científico y por concluir la segunda parte de La responsabilidad del estudiante para con la cultura, quisiera comentar lo que dice Guardini en relación a la actividad filosófica en la universidad. Concretamente critica lo que denomina periodismo filosófico, la filosofía impuesta (utilización por parte de las ideologías y los totalitarismos de la filosofía) y el vago e impreciso escepticismo que empezaba a imperar en su época. Esta última renuncia a la verdad le preocupa especialmente, pues,
"Esto no constituye, por ejemplo, una actitud escéptica a partir de una aguda crítica, o una desconfianza provocada por la larga experiencia de los aspectos cuestionables de lo humano, sino mucho más: una debilidad en el punto inicial del pensar, una indiferencia respecto a los criterios absolutos, un ablandamiento en el núcleo de la persona, y con ello, en el núcleo de la historia." (Tres escritos sobre la universidad, 51).
Instalaciones de la Universidad CEU Cardenal Herrerra
El actual relativismo y escepticismo, lejos de ser filosóficamente riguroso, es una debilidad intelectual, una falta de compromiso personal con la verdad, una pereza a la hora de pensar que destruye de manera inconsciente al hombre y que lo deja, sin que él tenga conciencia, en manos del poder político, cuando no de la publicidad, las modas o los falsos líderes o mesías. Por eso, reclama perentoriamente la vuelta a principios y valores absolutos, pues la humanidad sin principios es fácilmente presa de los totalitarismos
"Pero allí donde falta la fuerza de una definición intelectual y de una toma de posición personal, entra en su lugar algo distinto: la violencia. El totalitarismo se hace posible precisamante en tanto que el individuo disminuye la voluntad de lo incondicionado. Sin la fuerza para un sí o un no, no hay libertad. La tiranía del Estado y la debilidad del núcleo personal son dos caras de la misma realidad" (Tres escritos sobre la universidad, 51).  
Guardini concluye que la universidad está llamada a recuperar el amor y el compromiso con la verdad, ella es el ámbito cuyo ethos está determinado por la verdad. Si renuncia a ella la universidad quedará reducida a centro de formación meramente profesional. 

Con esto hemos terminado de comentar la segunda parte de la conferencia La responsabilidad del estudiante para con la cultura. Queda una tercera sección titulada "La responsabilidad mayor" que esperamos abordar la próxima semana y que mucho tiene que ver con el ensayo La cultura como obra y como riesgo (en Obras, Vol. 1, Cristiandad, Madrid, 1981, 135-158).



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