Estoy preparando estos días una breve ponencia para el Congreso Internacional que sobre Guardini se celebrará el 4 y 5 de noviembre en Roma. El concepto de existencia en Libertad, Gracia y Destino es el tema que me han encomendado. En esta tesitura me he encontrado, al final de la segunda parte de este libro, un apéndice sobre el trabajo. Allí se explica muy bien el sentido religioso del trabajo y cómo éste protege al hombre. Así mismo, se hace ver como el secularismo de los últimos siglos ha convertido el trabajo, como en la antigüedad, en una nueva forma de esclavitud.
Efectivamente, en el mundo antiguo el trabajo era propio de esclavos. El hombre antiguo, escribe Guardini, "aborrece el trabajo y lo reserva a esclavos; él lleva la política y la guerra, vive para su formación y goce." (Libertad, Gracia y Destino, Lumen, Buenos Aires, 1987, 140). El cristianismo de algún modo dignifica el trabajo de dos modos: suprimiendo la diferencia entre esclavos y hombres libres por un lado, y por otro lado considerando el trabajo como tarea encomendada al hombre por Dios, que debe realizar bajo su ley y con responsabilidad. El hombre medieval realizará su labor bajo estos parámetros. Pero a partir del Renacimiento y de la Modernidad la cultura no sólo se desarrolla al margen del Dios cristiano sino que se hace agnóstica cuando no atea. De este modo se pierde el sentido religioso de las cosas, y entre ellas, se seculariza el trabajo. La revolución científica y técnica, ambas tan prometedoras para el bien de la humanidad, nacen y se desarrollan en este ámbito secularista sin norma ni límites, y por ello en algún momento el hombre ha temido sucumbir ante ellas.
Efectivamente, en el mundo antiguo el trabajo era propio de esclavos. El hombre antiguo, escribe Guardini, "aborrece el trabajo y lo reserva a esclavos; él lleva la política y la guerra, vive para su formación y goce." (Libertad, Gracia y Destino, Lumen, Buenos Aires, 1987, 140). El cristianismo de algún modo dignifica el trabajo de dos modos: suprimiendo la diferencia entre esclavos y hombres libres por un lado, y por otro lado considerando el trabajo como tarea encomendada al hombre por Dios, que debe realizar bajo su ley y con responsabilidad. El hombre medieval realizará su labor bajo estos parámetros. Pero a partir del Renacimiento y de la Modernidad la cultura no sólo se desarrolla al margen del Dios cristiano sino que se hace agnóstica cuando no atea. De este modo se pierde el sentido religioso de las cosas, y entre ellas, se seculariza el trabajo. La revolución científica y técnica, ambas tan prometedoras para el bien de la humanidad, nacen y se desarrollan en este ámbito secularista sin norma ni límites, y por ello en algún momento el hombre ha temido sucumbir ante ellas.
Recuperar pues, el sentido religioso del trabajo, es importante para proteger al hombre mismo. Y para ello, lo primero es redescubrirlo. Escribe Guardini, "(...) La semejanza del hombre con Dios consiste en su capacidad de dominar sobre el mundo, pues Dios es el Señor Absoluto; y el trabajo es el conjunto de actividades en el cultivo, manejo y la organización del mundo con que el hombre ejerce su señorío. Por eso sólo conserva su sentido cuando el que trabaja lo hace bajo la obediencia del Señor Supremo" (Libertad, Gracia y Destino, 139). Recuperar el sentido religioso del trabajo debe hacerse en primer lugar por un sentido de justicia, de dar a cada uno lo que le corresponde, es decir, de ofrecer a Dios lo que de suyo le pertenece por ser quién es, el creador. Esto beneficia al hombre, pues al recuperar Dios sus derechos sobre el trabajo el hombre también recuperar los suyos (por ejemplo, el descanso dominical). En segundo lugar, porque la configuración del trabajo a partir de la Modernidad ha disuelto al hombre en el trabajo, copando su vida y quedando absorbido en él. Ya no se trabaja para vivir sino se vive para trabajar.
El mismo descanso sería también un medio óptimo para recuperar el sentido religioso del trabajo. Pero al igual que el trabajo, el descanso ha perdido su sentido religioso. El descanso, ya no es contacto con lo eterno, lo espiritual, aquello en lo que de verdad puede reposar el alma humana. Con la secularización del trabajo "(...) al mismo tiempo olvida el hombre todos estos actos y actitudes, que llamaríamos con un nombre genérico contemplativas: la capacidad, no sólo de reposar después del trabajo, sino de vivir el reposo; la posibilidad de vivir sin proyectos; la comunicación con el mundo de la interioridad, de lo sublime y eterno" (Libertad, Gracia y Destino, 143).
Sin el sentido religioso en el trabajo y en el descanso lo que queda en la vida del hombre es el vacío: trabajar mecánicamente y divertirse impulsivamente. Esto quizás es lo que refleja el siguiente texto de Guardini con el que terminamos: "Ahora está entregado por completo al trabajo, pues ¿qué podra hacer si no trabaja? Solo le queda gozar, y esto también sin protección superior, entregado y a la fuerza. Trabajar y buscar el placer; si no hace esto se abre al vacío interior" (Libertad, Gracia y Destino, 143).
El mismo descanso sería también un medio óptimo para recuperar el sentido religioso del trabajo. Pero al igual que el trabajo, el descanso ha perdido su sentido religioso. El descanso, ya no es contacto con lo eterno, lo espiritual, aquello en lo que de verdad puede reposar el alma humana. Con la secularización del trabajo "(...) al mismo tiempo olvida el hombre todos estos actos y actitudes, que llamaríamos con un nombre genérico contemplativas: la capacidad, no sólo de reposar después del trabajo, sino de vivir el reposo; la posibilidad de vivir sin proyectos; la comunicación con el mundo de la interioridad, de lo sublime y eterno" (Libertad, Gracia y Destino, 143).
Sin el sentido religioso en el trabajo y en el descanso lo que queda en la vida del hombre es el vacío: trabajar mecánicamente y divertirse impulsivamente. Esto quizás es lo que refleja el siguiente texto de Guardini con el que terminamos: "Ahora está entregado por completo al trabajo, pues ¿qué podra hacer si no trabaja? Solo le queda gozar, y esto también sin protección superior, entregado y a la fuerza. Trabajar y buscar el placer; si no hace esto se abre al vacío interior" (Libertad, Gracia y Destino, 143).
Estimado Rafael:
ResponderEliminarParece que hoy la ilusión de un progreso indefinido, o el solo tener por tener nos ha dejado vacios... y a la primera reacción puede ser volver a la cosmovisión del Mundo Antiguo, que importante es recuperar el sentido religioso de las cosas y proponerlo.!
Efectivamente, y aunque parezca difícil hay que pensar que esta visión es connatural al hombre mucho más que la visión moderna y posmoderna del mundo y del trabajo en concreto.
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