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lunes, 4 de febrero de 2013

Romano Guardini, maestro de vida II

El volumen que hoy reseñamos ya ha sido tema de una entrada en este blog. Sin embargo, no podía dejarlo de  lado dentro esta serie de entradas sobre la vida y la obra de nuestro autor. Inevitablemente me repetiré, pero creo que aportaré algunos datos nuevos. El volumen recoge de modo original y sintético la vida y la obra de Romano Guardini evidenciando los vínculos que entrelazan ambos ámbitos. Este es el mayor  valor del escrito. Conocemos ya a su autor, D. Alfonso López Quintas, por haber reseñado la semana pasada otro libro suyo. 

Romano Guardini, maestro de vida (Palabra, Madrid, 1998), se vertebra en dos grandes secciones: Gestación de la personalidad de Guardini y Punto de arranque y núcleo básico de la obra de Guardini. La primera parte es más bien biográfica, la segunda centrada en su modo de trabajo y sus intereses, sin embargo no están concebidas ni redactadas de modo aislado, sino que una reclama a la otra y la comprensión total de una implica el conocimiento de la otra. 

Siempre he subrayado con Julián Marías, que " (...) se filosofa en una circunstancia determinada, por ciertos motivos que obligan a hacerse algunas preguntas, aceptadas o rehuidas, según los casos. No se puede entender la filosofía de manera abstracta, prescindiendo de la situación personal e histórica del filósofo, como si fuese un mero conjunto de enunciados o tesis” (Julián Marías, Razón de la filosofía, Alianza editorial, Madrid, 1993, 28). El presente libro es una prueba de lo que dice Julían Marías. El por qué Guardini llega a pensar lo que piensa, afronta ciertos problemas, los resuelve de la manera que los resuelve tiene mucho que ver con su biografía y la circunstancia histórica que le tocó vivir. 

En la primera parte del volumen que hoy reseñamos se hace referencia a su vida a partir de su labor como educador de la juventud, docente universitario y pastor. En la segunda se aborda su legado académico aportando interesantes reflexiones a su modo y estilo de trabajo, al cultivo de su vida espiritual, los grandes temas en relación a la formación de la juventud, las características generales de su pensamiento, etc. 

En resumen, el libro cumple perfectamente con el propósito que el autor señala en el prólogo: "Mi propósito en esta obra es trazar su biografía intelectual. mostrar cómo se desarrolló su existencia y cómo de su compleja trama fueron surgiendo espontáneamente sus diversos escritos" (Alfonso López Quintas, Romano Guardini, maestro de vida, 8).

Termino remitiendo al mejor blog sobre Romano Guardini que conozco cuyo titular es D. Alfonso López Quintas. En él podemos encontrar multitud de escritos en castellano de las obras de Romano Guardini. Su dirección es ésta: www.guardini.wordpress.com



lunes, 28 de enero de 2013

La verdadera imagen de Romano Guardini

Prof. Dr. D. Alfonso López Quintás Catedrático
Emérito de la Universidad Complutense de Madrid
Empiezo esta entrada con cierta precaución porque en ella voy a comentar un libro del que podemos considerar el mayor experto de Romano Guardini en el ámbito hispano y uno de los más importantes a nivel internacional: D. Alfonso López Quintás. La verdadera imagen de Romano Guardini (EUNSA, Pamplona, 2001), es una excelente introducción al pensamiento y principales obras de Romano Guardini. 

Antes de reseñar brevemente su contenido debo anotar que el volumen está dedicado a Ángel Sánchez-Palencia Martí, profesor de antropología de la Universidad Francisco de Vitoria (Madrid). El profesor Sánchez-Palencia realizó su tesis doctoral guiado por las manos expertas de D. Alfonso. Tuve el placer de conocer al Dr. Angel Sánchez-Palencia y trabajar junto a él cuando dirigía el departamento de humanidades de la citada universidad. En esos años entablamos  una verdadera relación de amistad. De esa amistad de la que habla C. S. Lewis en su libro Los cuatro amores y que se funda en el común afecto hacia una misma cosa (en nuestro caso un modo y un estilo peculiar de vivir la universidad y ser universitario) y que hace exclamar con sorpresa a quienes participan de ella lo siguiente: "¿Cómo, tú también? Yo pensaba ser el único" (C.S. Lewis, Los cuatro amores, Rialp, Madrid, 2000, 77).

La verdadera imagen de Romano Guardini está estructurada en ocho capítulos. Los dos primeros dedicados a la actualidad y vigencia del pensamiento de Romano Guardini. En el  tercer capítulo se habla de Guardini como educador de la juventud y los escritos relacionados con ello, como por ejemplo Cartas sobre la formación de sí mismo (Palabra, Madrid, 2000). Los cinco restantes se centran en el contenido de una obra o varias obras claves del pensamiento de Romano Guardini. 

Así, Las etapas de la vida (Existen tres ediciones en castellano de esta obra) viene tratado en el capítulo 4. Lo interesante de López Quintás es que no se limita a resumir el contenido de una obra, sino a descubrir el sentido de ella en el contexto de la vida y el pensamiento de nuestro autor. Así, Don Alfonso relaciona las diversas etapas de la vida con otros libros y con la misma biografía de Guardini. 

La ética es el tema que configura todo el capítulo quinto a la luz del comentario de algunos pasajes de la tantas veces citada en este blog Ética. Lecciones en la Universidad de Munich (BAC, Madrid, 2000) y de otro escrito del que algún día tendremos que comentar y profundizar titulado Una ética para nuestro tiempo (Cristiandad, Madrid, 2002).

 El capítulo sexto está dedicado a qué significa ser cristiano. Parte un libro que recoge las últimas lecciones de Romano Guardini en su cátedra de Munich, poco antes de su jubilación: La existencia del cristiano, (BAC, Madrid, 1997). La cosmovisión cristiana del mundo y la existencia del cristiano están intimamente relacionadas. Cómo configura la fe la vida y la existencia del cristiano hasta el punto de que podemos hablar de la persona cristiana vienen comentados en este capítulo a través de la obra citada y de otras.

La vida de oración copa el capítulo séptimo. En él se habla de la importancia que daba Romano Guardini a la vida de oración, sus formás básicas, su aportación en el ámbito de la liturgía y también de diversas formas de oración popular como el Rosario, el Vía Crucis, etc. Sobre ellas escribió Guardini algunos opúsculos que han sido reeditados recientemente (El vía crucis de nuestro Señor, Desclée de Brouwer, Bilbao 2008 y El Rosario de Nuestra Señora, Desclée de Brouwer, Bilbao 2009). Aunque el libro clave en este tema, al que también se hace referencia, es Introducción a la vida de oración, (Palabra, Madrid, 2002). Este libro me ha hecho personalmente muchísimo bien y no miento cuando digo que habré regalado a amigos y familiares alrededor de unos quince ejemplares.

Concluye el libro con un capítulo dedicado a los contrastres como clave de interpretación de la vida humana. Ésta no está llena de contradicciones sino de contrastes. Evidentemente es un comentario al conocido ensayo escrito en los años 20 El contraste. Ensayo de una filosofía de lo concreto viviente (BAC, Madrid, 1996) y que Don Alfonso domina perfectamente al haber sido tema de sus tesis doctoral y tener publicados estudios sobre el tema (Romano Guardini y la dialéctica de lo viviente, Cristiandad, Madrid, 1966).

Cierran el volumen dos apéndices sobre la vida de nuestro autor y sobre su bibliografía. En general es un libro excelente para introducirnos en la obra de Guardini escrito por uno de sus mayores conocedores y que fue alumno suyo en Munich.

lunes, 21 de enero de 2013

Apuntes para una autobiografía

Hace unas semanas prometí dedicar algunas entradas a libros sobre la vida y la obra de Romano Guardini. Pero, justo en ese momento, se cruzó por mis clases el tema de la autoridad y cambié de planes. Retomó esta semana aquello que prometí. A partir de hoy voy a comentar los siguientes volúmenes: 

1. Romano Guardini, Apuntes para una autobiografía, Encuentro, Madrid, 1992.
2. Alfonso López Quintás, La verdadera imagen de Romano Guardini, Eunsa, Pamplona, 2001.
3. Alfonso López Quintás, Romano Guardini. Maestro de vida, Ediciones Palabra, Madrid, 1998. (Ya existe una entrada en este blog sobre este libro)
4. Hanna-Barbara Gerl, Romano Guardini. La vita e l'opera, Morcelliana, Brescia, 1998.

Posiblemente caiga en mis manos algún otro libro durante estas semanas que también podamos traer al blog para darlo a conocer. Evidentemente tengo que empezar con la autobiografía de Guardini: Apuntes para una autobiografía.

Residencia de Guardini en Mooshausen
Apunto de cumplir los sesenta años (entre 1943 y 1945), expulsado de su cátedra de Berlín (1939) y retirado en  Mooshaunsen, Romano Guardini decidió emprender la tarea de escribir su biografía. La interrupción de la docencia provocada por las circunstancias históricas del momento, con la disponibilidad de tiempo que esto conllevó, le ofrecían la oportunidad para hacerlo. Así mismo, desde un punto de vista existencial también había llegado el momento. A sus casi sesenta años escribe:

"Los diversos motivos e influjos que tejen la extraordinaria trama que se llama existencia han tenido ya tiempo de mostrarse; las grandes orientaciones se han entrelazado y las principales decisiones se han tomado ya; de este modo la mirada puede reconocer perfectamente una coherencia interna que posibilita la reflexión y la gratitud, dando luz y fuerza a la parte del camino que aún queda por recorrer" (Apuntes para una autobiografía, 8). 

Emprendió esta tarea, pero no como quien escribe unas memorias, relatando cronológicamente, año tras año su vida. Guardini no era un hombre de recuerdos y no se sentía capacitado para hacerlo en forma de una biografía al uso. Busco una manera, un poco más original, y quizás también más adecuada en orden a la compresión de una vida humana, y decidió, como él mismo narra, "hablar de un período determinado de mi vida e intentar hacer ver cómo en él los distintos hilos se han entrelazado formando un todo"(Apuntes para una autobiografía, 11). Desde esta perspectiva podemos entender las dos partes en las que se estructura el libro: Carrera universitaria y actividad docente por un lado; y por otro Búsqueda de la vocación. Sacerdocio y actividad pastoral.

 En la primera parte, Carrera universitaria y actividad docente, nuestro autor inicia su narración en el momento en que empieza a trabajar en lo que será su tesis doctoral. A partir de este hecho,  progresivamente nos va descubriendo sus luchas y visicitudes para encontrar lo que debía e iba a ser su tarea desde un punto de vista académico.  Ésta puede resumirse con la palabra Visión (Weltanschauung) cristiana del mundo. Él explica esta tarea "como la mirada sobre la realidad del mundo que se hace posible a partir de la fe, y la doctrina de la Weltanschauung como la búsqueda teorética de sus presupuestos y de su contenido" (Apuntes para una autobiografía, 52).

En la segunda parte Búsqueda de la vocación. Sacerdocio y actividad pastoral, encontramos valiosas aunque breves referencias a la infancia de Guardini, al ambiente familiar, a sus dudas e incertidumbres a la hora de elegir los estudios universitarios, así como, también a un hecho importantísimo y cargado de trasncendencia como fue su conversión y el papel que la Iglesia, como institución tuvo en esa decisión. Durante sus años de incertidumbre universitaria Guardini padeció una crisis de fe. Nos lo narra así:  “Una noche discutí sobre religión con un estudiante que llevaba un vida dispendiosa y que afirmaba ser kantiano. Le expuse los argumentos habituales a favor de la existencia de Dios y él me rebatió siguiendo los procedimientos del pensamiento de la Crítica Kantiana. Toda mi fe se desvaneció entonces; o, más exactamente, noté que ya no tenía fe. Era el verano de 1905" (Apuntes para una autobiografía, 94).

No tardará mucho en volver a la fe. Tras varias visicitudes que por brevedad no podemos narrar, Guardini quedó cautivado por el contenido de la siguiente frase evangélica: "quien quiera conservar su alma la perderá, quien la dé la ganará´". A la luz de esto Guardini escribe:

“Dar mi alma, pero ¿a quién? ¿Quién pude pedírmela? ¿Pedírmela de tal modo que ya no sea yo quien pueda disponer de ella? No ‘Dios’ simplemente, ya que cuando el hombre pretende arreglárselas solo con Dios, dice ‘Dios’ y está pensando en él mismo. Por eso tiene que existir una instancia objetiva que pueda sacar mi respuesta de los recovecos de mi autoafirmación. Pero sólo existe una instancia así: la Iglesia Católica con su autoridad y precisión.” (Apuntes para una autobiografía, 99)

El capítulo IV de esta segunda parte está dedicado a este hecho. En esta segunda parte también se trata de su vocación al sacerdocio, su vida en el seminario, así como los inicios de su actividad pastoral.

Apuntes para una autobiografía es el primer libro que leí de nuestro autor. La comprensión profunda de esta obra corre paralela al conocimiento progresivo que uno va teniendo del pensamiento de Guardini.

lunes, 14 de enero de 2013

La obediencia

La próxima semana iniciaremos un nuevo tema de reflexión en nuestro blog. Esta semana quisiera concluir con un apéndice a todo lo dicho antes de Navidad (periodo durante el cual hemos dejado inactivo el blog) sobre la autoridad. Nuestras reflexiones quedarían incompletas (siempre quedarán de algún modo incompletas) si no dedicáramos por lo menos unas breves  líneas a la cuestión de la obediencia. Aunque ya abordamos la cuestión en la primera entrada me permito insistir en la misma ¿Qué es obedecer? Es la respuesta a la autoridad. Frente a la obligación moral que surge de una instancia personal el hombre puede responder de diversas maneras. Realizando lo que la autoridad le sugiere o actuando al margen de ésta. En el primer caso obedece.

La obediencia tiene la misma estructura que la autoridad. Es decir, por un lado una norma que debe estar en consonancia con el bien y por otro una realidad personal a la que obedecer. Si falta esta última no se da la obediencia. Guardini insiste mucho en este aspecto. Para obedecer no es suficiente que quien lo haga entienda y conozca que lo que se le pide es conforme al bien. Es cierto, y esto también lo subraya Guardini, que el hombre capta que lo bueno debe realizarse. Escribe: "Hablando con propiedad, el cumplimiento del deber ético es algo lógico y natural, tanto que puede sentirse con tal fuerza que casi parezca descartarse la posiblidad de obrar en contra" ( Ética. Lecciones en la Universidad de Munich, BAC, Madrid, 2000,  369). Sin embargo, insiste que, como en la autoridad, debe existir una instancia personal, como los padres o el estado, a la que tengo que obedecer. No se obedece a una norma sino a alguien. Esto lo revela también el fenómeno ético. Cuando percibimos el bien simultáneamente entendemos que "debemos hacerlo". Ese debemos no surge de la norma misma o del mandato ético, sino de alguien con autoridad que nos manda realizarlo. Si la norma fuera el fundamento del debes nos encontraríamos con un normativismo ético, como el de Kant.Guardini sin embargo insiste: "sólo una realidad puede decir tú debes, y esa realidad, de alguna forma, es el Dios que habla y que captamos en el Corazón" (Ética. Lecciones en la Universidad de Munich, 375).  La respuesa a la llamada de Dios a partir del "tú debes" que captamos en el fénomeno moral es la obediencia. Y esto configura la ética como encuentro personal entre creatura y creador que desemboca en el amor. Obedecer, implica, por lo tanto, un encuentro personal. Más aún, el hombre en cuanto hombre se realiza en ese encuentro. Oigamos a Guardini: 

" En todo esto hay una verdad liberadora: el hombre debe obedecer, no porque sea inmaduro, sino porque es hombre; no porque sea todavía incapaz de recnocer la norma ética, sino porque, sencillamente no existe uan norma ética abstracta. Porque la interpelación ética no es la confirmación de una legitimidad abstracta, sino un encuentro vivo. Y obedecer signifca que el hombre realiza ese encuentro".

La tarea ética no se realiza ya en soledad. El mismo Dios se implica en la tarea de nuestra conquista personal. Y esto puede aplicarse también al ámbito de los padres.

El tema de la obediencia puede ser abordado en Guardini desde otra perspectiva, por ejemplo, la epistemológica, como obediencia a lo real. Dado que se sale del ámbito de la autoridad que ha sido el tema central de nuestras reflexiones, no comentaremos nada sobre ello aparcando el tema para otra ocasión. 

lunes, 17 de diciembre de 2012

La autoridad (V): la autoridad de la Iglesia

1. ¿Qué es la Iglesia? 

Antes de introducirnos en la autoridad de la Iglesia, creo conveniente aclarar qué es para Guardini la Iglesia. Para ello, partamos del siguiente hecho: "Cristo era consciente, y lo dijo expresamente, de que el efecto de lo que Él era, el desarrollo de lo que El había revelado, el influjo de su obra redentora serían de una importancia decisiva para 'todas las gentes....hasta la consumación del mundo' (Mt 28, 19-20)" (La existencia del cristiano, BAC, Madrid, 1996, 366). Ahora bien, ¿cómo se iba a realizar esto? No como ha sucedido con otros pensadores o grandes hombres, cuyo pensamiento se transmite a través de sus discípulos, libros, textos. El Señor no trajo únicamente ideas: "El Señor sabe que lo que El trajo es una realidad, una verdad y una instrucción divinas; tiene, pues, que ser conservado en su sentido originario y seguir ejerciendo su influjo" La existencia del cristiano, 366-367). Se trataba de conservar, transmitir y hacer real lo que Cristo trajo: la redención. La Iglesia, que nace en Pentencostés, asumirá esa misión. Ella no sólo custodia el mensaje de Cristo y lo transmite, sobre todo dispone de los medios necesarios para hacerlo real a través de lose de ls sacramentos. Para realizar esta tarea la Iglesia tiene autoridad.


2. La autoridad de la Iglesia
En la autoridad de la Iglesia se dan las dos carácterísticas que hemos subrayado como propias de toda autoridad. La obligación moral de obedecer que se da frente a la autoridad de la Iglesia surge en primer lugar porque en Ella, como en ningún otra instancia, está Dios. Cristo la dota de esa autoridad divina: " Los que en ella hablan no son sólo hombres, por bien dotados e inteligentes que sean y muy encumbrados que estén; el que habla a través de ellos es Cristo, según lo afirma El con toda claridad: El que a vosotros oye a mí me oye, y el que a vosotros desecha a mí me deshecha.' (Lc 10, 16) (La existencia del cristiano, 413)"

Pero también la Iglesia tiene autoridad por la obra que realiza y el mensaje que comunica. La relación de los creyentes con la Iglesia, no es la de unos hombres que examinan un mensaje, lo analizan y fruto de ello asienten con lo que ella dice o no. Puede ser que alguien me diga que debo comportarme de una manera u otra o que, según su parecer, en determinadas cuestiones se debe proceder de este modo o de este otro. En este caso
"Su hablar no es más que la transmisión de una teoría que verificada, estoy justificado a aceptar o rechazar. No ocurre eso con la palabra de la Revelación, que llega a mí por medio de la Iglesia. Aquí hablan de una verdad que debe salvarme, es decir, llevarme más allá de mí mismo. Rebasa mi capacidad de juicio; por eso, la actitud que manifiesto a la misma es la de la fe. Evidentemente, aquí se presupone que se sabe lo que es la Iglesia y que, a través de ella, habla la Revelación. La fe no es echarse una carga encima a ciegas. A base de una experiencia a veces larga y de una examen y un estudio a fondo, el que hasta entonces no había sido alcanzado por el mensaje llega a comprender que es lo justo: cree en la Iglesia y a la Iglesia porque su propia conciencia se lo exige " (La existencia del cristiano, 413).
3. Conflictos con la autoridad de la Iglesia.
Señala Guardini un par de dificultades que pueden surgir y de hecho han surgido en relación al ejercicio de la autoridad de la Iglesia. En primer lugar cuando ejerce su autoridad como lo hace la autoridad del Estado, es decir, "(...) que el comportamiento de la autoridad eclesiástica, la manera de concebirse ésta a sí misma y el modo de autoafirmarse se adapten al esquema de los procedimientos estatales"  (La existencia del cristiano, 413).  Al ser la Iglesia una realidad concreta y estar insertada en la historia y sometida sus visicitudes puede haber caído en este error. Pero estas equivocaciones tienen a veces raíces históricas que no siempre han sido suficientemente valoradas: "Recordemos, por ejemplo, el hecho de que sus obispos, los abades de sus monasterios, etc., fueron durante la invasión de los bárbaros -y depués, a lo largo de siglos- los más importantes  promotores del orden, la civilización y la vida intelectual y, hasta la Alta Edad Media, los más importantes soportes de los emperadores y su acción de gobierno. Todo esto trajo consigo muchas veces una asimilación del ejercicio de su autoridad al ejercicio de la autoridad profana" (La existencia del cristiano, 414).

En segundo lugar pueden aparecer dificultades entre doctrina y modo de vivir autoritarios de un lado  y el juicio individual sobre la verdad y forma personal de vida por otro. Este conflicto puede desembocar en un final trágico. Todo depende "de que el portador de la autoridad comprenda que debe tener en cuenta la libertad de las personas individuales, (...) Pero también depende de que los particulares vean en la Iglesia el órgano viviente transmisor de la Revelación" (La existencia del cristiano, 415) y no una policía de la fe.

En todo caso, el que cree de verdad en la Iglesia sabe que en Ella se da una verdad que supera los límites de la búsqueda personal  individual y que bajo su guía alcanza una libertad interior superior. También sabe que en Ella renació a una nueva vida por el Bautismo y que en cierto sentido la Iglesia es su madre. Esto genera una confianza capaz de superar los conflictos y dificultades que hemos señalado.

4. Epílogo
Quedo insatisfecho con la breve introducción a la Iglesia que se hace en este escrito. En las páginas 335 a 415 de La existencia del cristiano encontraremos un breve tratado de eclesiología a la luz del pensamiento de Romano Guardini.

lunes, 10 de diciembre de 2012

La autoridad (IV): El estado

1 ¿Qué es un Estado? 

La segunda forma básica de la autoridad es el Estado. De algún modo también se encuentra ligada al origen de la vida pero de modo distinto al de los padres. El niño no nace aislado en una familia, sino que ésta pertenece a una comunidad. "El estado tiene el deber, de acuerdo con los padres de ordenar la vida que se renueva constantemente partiendo de la vida del conjunto del pueblo" (Preocupación por el hombre, Ediciones Cristiandad, Madrid, 1965, 116). A partir de la legislación que emana del Estado se ordena la vida de la comunidad en busca del bien común. Cuando yo me encuentro con una ley percibo la obligación de obedecerla.

Para entender adecuadamente la autoridad del Estado debemos aclarar en primer lugar ¿qué es un Estado? Lo podríamos definir a partir de tres elementos. Por un lado un pueblo entendido como comunidad de invididuos que comparten un mismo territorio, una misma leguna y cultura, un historia común. Por otro lado, a todos estos elementos se le añade un elemento unificador que es el poder político y económico, el poder de quien dirige a esa comunidad o grupo. Por último, se encuentra el orden, entendido éste como la integración de voluntades e intereses comunes y las ventajas que esto reporta,  virtud que lleva consigo el descubrimiento de que los individuos son personas que poseen una dignidad y de que ésta debe guiar moralmente la ordenación de la comunidad. Es decir, "la conciencia, por tanto, de que la vida no es sólo un acuerdo de intereses en lucha, sino también obra de muchos, que son personas; y que el acuerdo reposa, en definitiva en una trama de obligaciones morales, en cuya virtud cada uno puede fiarse del otro (La existencia del cristiano, BAC, Madrid, 1996, 407)". Por último, hay tercer elemento que hace parte de la naturaleza del hombre y que los griegos supieron captar y realizar de modo excelso. Con palabras de Guardini: "La voluntad política que siente que la comunidad moralmente ordenada de muchos constituye uno de los valores más grandes y su realización es esencial y bella" (La existencia del cristiano, 407).

2. El fundamento de la autoridad del Estado: la soberanía

El Estado desarrolla su autoridad a partir de las leyes. Éstas buscan el orden y el bien común de la comunidad política. Pero  la obligación en el cumplimiento de estas leyes no reside en su eficacia, sino en que han sido promulgadas por el Estado en el que reside "la soberanía". Esta soberanía puede adoptar diversas formas, monárquica, democrática, república, etc. Lo importante es que es ella reside la autoridad del Estado.

Ahora bien, el Estado tienen sus límites en su ejercicio de promulgar leyes. La obligación de obedecerlas desparece, como pasa con los padres, cuando ordena algo en contra del bien moral: "En cuanto manda algo que ca contra la ordenación ética, esto se anula. En cuanto manda algo pernicioso, surge en todo caso la posibilidad de la crítica; sólo que es preciso un procedimiento objetivamente ordenado para darle vigencia." (Preocupación por el hombre, 117). Otro límite, o quizás el mismo pero desde otra perspectiva, es la libertad de la persona misma. La autoridad está ligada esencialmente a la libertad a la que intenta proteger y de algún modo fomentar. Esto lo vimos ya en el ámbito de la familia. Pero ocurre también con el Estado:
"El derecho del Estado a promulgar leyes encuentra su límite en que los miembros del Estado no son individuos de una colonia animal, sino personas, es decir, tienen libertad y responsabilidad propia, y su libertad sólo puede ser limitada por el Estado en la medida en que sea necesario para hacer posible la máxima libertad de todos. De la autoridad del Estado ha de decirse en todo caso que forma parte de su deber animar la autodeterminación ciudadana del individuo, y desplegarla conforme a sus posibilidades" (Preocupación por el hombre, 116-117) .

3. La crisis de la autoridad del  Estado Moderno

Pero quizás, lo más interesante en relación a la autoridad del Estado, son las reflexiones de Romano Guardini sobre el proceso histórico que ha desembocado en la crisis del Estado Moderno. En los tres escritos que estamos usando para elaborar estas reflexiones sobre la autoridad del Estado habla de ello. El punto de partida de nuestro autor es el origen mítico de la autoridad del Estado:
"(...) los comienzos del orden estatal se expresa de ordinario en un mito, según el cual un ser divino se une con un ser humano. De esa unión nace un hijo, un héroe, que, gracias a su visión superior de las cosas, su valentía y poder personales, pero también, y esto es lo decisivo, debido a la confirmación proveniente de su origen metafísico, domina el caos, peligro primordial de toda existencia histórica; funda ciudades, impone leyes instauradoras de orden, suscita actividades útiles, promueve la vida del espíritu, etc. Esa confirmación o sanción religiosa combina los dos aspectos del poder y la razón, el influjo fáctico de las instancias que ejercen dominio en la función de los mediosy la obligación que procede de la validez de la razón y la norma moral. Esta unidad se llama autoridad" (La existencia del cristiano, 408-409).
De algún modo este mito se encarnó en Occidente o tomó vida en el agustinismo político y en otras formas de gobierno medievales que encontraron "(....) su última expresión conceptual en esa idea para nosotros hoy tan extraña, de que el rey lo es por la gracia de Dios." (Etica. Lecciones en la Universidad de Munich, BAC, Madrid, 2000, 358.)

Con la modernidad desaparece Dios del horizonte cultural. Evidentemente que esto afectó a muchos elementosculturales que se transformaron o desparecieron. También el Estado se vió afectado. Al desaparecer el elemento religioso el Estado de algún modo perdió autoridad o la tuvo que buscar o encontrar en otra parte. Así surge el principio de "Toda la autoridad reside en el pueblo mismo, que nos que ordena su existencia partiendo del poder pleno que le es propio, o traspasa las tareas de gobierno a personas que él mismo determina: primero, a unos representantes suyos que legislan (...)" (Etica. Lecciones en la Universidad de Munich, 359). Aquí contemplamos una migración del poder del Rey al  pueblo. Si nos fijamos bien, el elemento religioso no termina de desaparecer. Los nacionalismo del XIX y también XX, entrañan en su concepción de pueblo o nación una última instancia metafísca: "Desde esta perspectiva el pueblo aparece, por una parte, como una relaidad histórico-empírica y por otra, como una realidad metafísica. Es lo primigenio, igual que su polo opuesto, la personalidad individual. (...) De aquí la aceptación del carácter inapelable de la voluntad popular, la veneración mágica del resultado electoral" (Etica. Lecciones en la Universidad de Munich,359).

Sin embargo, este elemento o transforndo metafísico ha ido progresivamente desapareciendo y con él también de algún modo la capacidad de obligar el Estado. La obediencia a la ley se va fundando poco a poco en su eficacia, en su poder fáctico en la resolución de cuestiones, etc. Pero esto también va desapareciendo dando lugar a la crisis del Estado Moderno: "El Estado ya no se justifica ni por el sentido de las cosas ni por su eficacia, sino que tiene su fundamento en la desconfianza y la fuerza. Yendo a lo concreto: la policía adquiere una importancia cada vez mayor. Y esto no es más que desconcierto e impotencia" (Etica. Lecciones en la Universidad de Munich, 360-361). Conclusión: un Estado que impone las leyes por la fuerza hace tiempo que ha perdido su autoridad. La encarnación de este tipo de estado son las dictaduras y los totalitarismos


lunes, 3 de diciembre de 2012

La autoridad (III): la autoridad y la familia

Como ya hemos comentado anteriormente Guardini entiende que para que se de la autoridad se deben dar dos condiciones: a) aquello que me propone la autoridad me interpela de modo ético o moral, de tal modo, que me siento obligado a obedecer, pues es conforme a lo bueno; b) la instancia que  propone esa exigencia ética es concreta, es decir, es una realidad humana, sea individual, los padres, o una institución social e histórica como el estado (Cfr. Preocupación por el hombre, Ediciones Cristiandad, Madrid, 1965, 115). Hoy vamos a hablar de una de esas instancias:  los padres.

1. La autoridad de los padres como autores de la vida

La cultura actual ha ido difuminando progresivamente la figura y el papel de los padres. Se ha reducido su función al ámbito meramente pedagógico. Sin embargo, los padres son los auctores vitae, es decir, la fuente de la vida. Tienen en sus manos la vida de sus hijos, con su devenir y su destino. Éstos proceden, dependen y viven confiados a ellos. Desde este punto de vista "Lo que ellos dicen no es solamente consejo para el niño, no es solamente ayuda, no es solamente ejemplo o aleccionamiento, sino que le vincula en conciencia" (Preocupación por el hombre, 115). Así pues, lo dispuesto por el padre y la madre obliga moralmente a sus hijos. Evidentemente esto tiene un límite, cuando lo mandado no es conforme con lo bueno entonces desaparece la obligación. Pero mientras se respete esto, los hijos están llamados a obedecer a sus padres confiadamente. Así pues, "Autoridad y obediencia son una misma forma de realización del bien, impuesta por el hecho de que el hombre llega a la vida sin responsabilidad, y la ordenación moral se aparece encarnada por medio de los autores de la vida" (Preocupación por el hombre, p. 116).

Ahora bien, esta autoridad no está llamada a ejercitarse indefinidamente. Incluso desde la niñez los padres deben ir haciendo su autoridad innecesaria, de tal modo que los hijos vayan madurando y asumiendo progresivamente su responsabilidad moral. Como dice Guardini "(...) la autoridad de los padres tiene la obligación de hacerse superflua a sí misma, esto es, de no estorbar la incipiente capacidad del niño para su autodeterminación moral, sino animarla, despertarla e incluso formala conscientemente." (Preocupación por el hombre, p. 116). En otro momento también dice, "(...) los padres deben saber que están ante una libertad creciente, y no tienen que limitarla, en obsequio al orden, sino incluso han de fomentarla, en tal obsequio, hasta el día en que cesa en abosoluto su autoridad y la persona joven toma posesión de sí misma."  (Preocupación por el hombre, p. 118)

2. Fundamento de la autoridad de los padres

 El fundamento de la autoridad en la medida que ésta es un fenómeno ético y ligado esencialmente a la ética se remite al fundamento del bien. No podemos encontrar un fundamento dentro de este mundo. La autoridad de los padres no obliga en razón de lo útil o eficiente. La autoridad no obliga en razón de estrategias pedagógico-didácticas que colaboran en el desarrollo de los niños, del adolescente o del joven. La autoridad de los padres obliga moralmente, es decir, éticamente, en razón del bien. Y su fundamento por lo tanto no es intramundano sino que trasciende lo meramente humano para asentarse en lo religioso, en lo divino. Guardini desarrolla esto detenidamente en la las páginas 372 a 374 de la Ética. Lecciones en la Universidad de Munich (BAC, Madrid, 2000). En La existencia del cristiano (BAC, Madrid, 1997) habla de ello en estos términos: "En su autoridad se manifiesta un aspecto que no dimana de la realidad humana de los padres, sino que es de naturaleza trascendente; ellos son represetantes de la soberanía ordenadora del que es auctor vitae, autoridad absoluta: Dios" (La existencia del cristiano, 404). En Preocupación por el hombre  también lo subraya: "Los padres, conforme a su sentido más profundo, no son sólo personas que cumplan sus determinadas funciones, y, para poderlo hacer de modo más eficaz, tengan un peso especial recibido del arjé, del principio de la vida, sino que represetan una isntancia que está sobre ellos; hacen presente a Dios como el creador de toda la vida, como el auctor vitae absoluto" (Preocupación por el hombre, p. 118).

Quizás a la luz de esto podamos entender lo que en el fondo se quiere signifcar con "Honrarás a tu padre y a tu madre". Con ello no se indica un deber de gratitud, de cuidado, de respeto a quienes ya son mayores. El verbo "Honrar" quiere decir mucho más. Guardini le da un sentido religioso. Dice lo siguiente, y con ello terminamos por hoy: "Indica que el hijo, si se rebela contra los padres, no sólo daña una ordenación inmanente, sino que falta contra algo que ostenta un carácter religioso" (Preocupación por el hombre, p. 117). Sobre esto último puede también consultarse la Ética. Lecciones en la Universidad de Munich en su página 366.