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lunes, 23 de julio de 2012

Las edades de la vida: la niñez

Como indicaba la semana pasada, he empezado a leer el volumen Ética. Lecciones en la Universidad de Munich (BAC, Madrid, 2000) de Romano Guardini este verano, en busca de textos, ideas y planteamientos que puedan servir para enriquecer mis cursos de antropología filosófica. El capítulo III lleva por título “Las edades de la vida y el conjunto del proceso vital” y abarca de la página 441 hasta la 490. Este capítulo ha sido publicado como volumen propio, y yo conozco dos ediciones en castellano, una argentina (Lumen, Buenos Aires, 1964) y otra mucho más reciente llevada a cabo por la Editorial Palabra. La edición argentina viene acompañada de un ensayo valiosísimo titulado la Aceptación de sí mismo que aconsejo vívamente. 

Hoy quisiera comentar cuanto dice Guardini acerca de la niñez, pero antes de ello quisiera hacer un preámbulo. El punto de partida de nuestro autor es el carácter dinámico de la persona que siendo siempre la misma no es siempre lo mismo, es decir, la persona puede abordarse desde muchas perspectivas: 
"Uno de esos puntos de vista consiste en la auténtica contraposición entre la identidad de la persona, siempre la misma, y los cambios que se producen en su presentación más inmediata" (Etica. Lecciones en la Universidad de Munich BAC, Madrid, 2000, p. 441).
Desde esta perspectiva la vida humana se despliega a lo largo de una serie de fases o etapas que poseen en sí mismas un sentido propio. Así, escribie Guardini, que
"Estas fases constituyen auténticas figuras de la vida, y el carácter y el sentido de cada una de ellas no pueden deducirse de otras. La actitud del joven no puede deducirse de la del niño; ni tampoco la existencia del niño puede entenderse como preparación de la del joven. Cada fase tiene su propio carácter, que en ocasiones puede marcar tanto, que al sujeto que vive en ella le resulte difícil pasar a otra." (Etica. Lecciones en la Universidad de Munich, p. 441-442).
El último elemento preliminar que quisiera destacar es que Guardini realiza una división en fases donde cada una de ellas es muy amplia, esto debido a las limitaciones de tiempo que las lecciones académicas le imponían. Sin embargo, el esquema vital que propone no deja de ser claro y en cierto modo original dado que divide la vida humana en seis fases precedidas cada una de ellas por una crisis: 
 niñez - (crisis de la pubertad) - joven - (crisis de la experiencia) - mayoría de edad - (crisis de la vivencia de los límites) - madurez - (crisis del desapego) -  vejez  - (crisis del desvalimiento) - ancianidad.
Paso a comentar, dejando muchos otros elementos que contiene este rico texto, la fase o la figura vital de la niñez que se caracteriza por dos grandes pilares que la sostienen y cuatro notas que la caracterizan. En relación a los primeros, Guardini refiere que el individuo en esta fase debe aprender a vivir como tal, es decir, progresivamente debe independizarse y realizar ciertas tareas por sí mismo, que van desde el comer hasta el caminar, tomando este término no sólo literalmente sino simbólicamente (caminar por la vida). El otro pilar es la protección de los padres frente al mundo. Éste, en un inicio, le es hostil al niño pues en parte está lleno de peligros. Los padres de algún modo median entre el niño y el mundo: "En general, la actitud y el influjo de la madre son una constante traducción existencial del mundo de los adultos al del niño, y a la inversa" (Etica. Lecciones en la Universidad de Munich, p. 441-442).

Nos detenemos ahora en las cuatro notas que describen la niñez. La primera de ellas se refiere a una sensibilidad muy despierta, a la capacidad de ser impresionado por multitud de estímulos e imágenes, que son recibidos con asombro, estupor, desconcierto y admiración. Y esto debido a la novedad con que entra en contacto con las realidades del mundo por primera vez. En segundo lugar entra en contacto con el mundo de manera directa: "Su actitud frente a las demás personas y frente a las cosas es directa, se deja llevar y habla sobre ellas sin rodeos. De aquí la veracidad característica de los niños que, por otra parte, puede ir unida perfecta mente a un mundo de fantaísa y de sueños" (Etica. Lecciones en la Universidad de Munich, p. 449). Además está, en tercer lugar, la capacidad simbólica del niño muy unida a su receptividad tan amplia y sensible. Por último en el niño se da una religiosidad directa que le permite establecer una relación con Dios fácil e intensa. 

Terminamos con dos advertencias de Guardini que pueden impedir la compresión adecuada de esta etapa de la vida: "Para entenderla hay que huir de interpretarla por referencia a la edad adulta, y también naturalmente, del otro peligro: el de ideailzar al niño o tratarlo románticamente y convertirlo en un ser misterioso" (Etica. Lecciones en la Universidad de Munich, p. 450).

Cuanto hemos dicho apenas es un esquema pero al contario de la Ética, Las etapas de la vida recientemente reditadas por Palabra puede ser un excelente libro, claro, sencillo, ameno y breve para este verano.


 

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