Páginas

lunes, 29 de julio de 2013

Guardini: ascetismo y plenitud de vida humana

Una ética del poder, es decir, un recto uso y dominio de las posibilidades técnicas que nos ofrece el avance científico, presupone antes el dominio del hombre sobre sí mismo. Dominar las cosas rectamente exige antes dominarse humanamente. Para ello, decía Guardini en un texto que citamos la semana pasada, el hombre debe volver a la ascésis. Y este el tema que quisiera abordar hoy. Vuelvo, por ello,  a retomar un libro al que le hemos dedicado varias entradas en este blog: Una ética para nuestro tiempo, Ediciones Cristiandad,  Madrid, 2002. Allí aparece un capítulo dedicado al ascetismo que será el hilo conductor de nuestras reflexiones. 

Lo primero que debemos afrontar es la mala fama que arrastra el término desde hace siglos. Ascetismo parece evocar una perspectiva vital oscurantista, enemiga de la vida y del mundo. Dice Guardini:  "Hubo un tiempo en que se hablaba no sólo con aversión, sino con irritación, sobre todo lo que se llama ascetismo, como si se tratara no sólo de algo torcido, sino innatural y perjudicial" (Una ética para nuestro tiempo,213).  Pero este modo de considerarla procedía de una visión vitalista, en el sentido más nietzcheano del término, y con ello  de "(...) un falso concepto de la vida; dicho con más exactitud, del modo como crece y se hace fecunda." (Una ética para nuestro tiempo, 214).  Efectivamente, no sólo desde un punto de vista popular, sino también como contenido de la filosofía de algunos de los autores más relevantes del siglo XIX y XX, el desarrollo de la vida humana debería asemejarse al modo como alcanzan su plenitud vital los animales. ¿Cuál es ese modo? El animal sigue y da cumplimiento a sus tendencias. La vida humana alcanzaría su punto álgido en la medida que quedaran satisfechas, como en el mundo animal, sus tendencias sensibles muchas de ellas de carácter instintivo. Sin embargo, en el hombre este tipo de tendencias tienen otro dinamismo y juegan un papel parecido pero distinto. La presencia del espíritu las transforma, no en el sentido que las elimina, todo lo contrario, al caer los instintos bajo el dominio del espíritu pueden quedar potenciados perdiendo el orden, sentido y mesura que encontramos en el mundo animal. De este modo: 
"Ningún animal sigue la tendencia a la alimentación de la misma manera que el hombre, que convierte el placer en objetivo por sí mismo y se daña a sí propio. En ningún animal alcanza la tendencia sexual una desmesura y arbitrariedad como en el hombre, que se deja arrastrar por ella a la destrucción de la vida y el honor. Ningún animal tiene tal gusto por matar como el hombre, cuyo belicismo no tiene ninguna auténtica correspondencia en el reino animal." (Una ética para nuestro tiempo, 215).
Las tendencias sensibles en el hombre quedan potenciadas pero sin el orden que le impone la naturaleza de la propia vida animal donde están arraigadas. Precisamente porque quedan desprotegidas el hombre puede también ordenarlas bajo el imperio político del espíritu. Estas tendencias no están llamadas a agotar la vida del hombre, sino a conducirle a su plenitud vital como hombre, como vida humana y personal y no meramente animal. Quedan perfeccionadas por el espíritu que las eleva y conduce a cotas que jamás alcanzarían por sí solas en la naturaleza meramente salvaje de las que proceden. Así el instinto sexual se transforma en amor esponsal, la alimentación en un modo de compartir los propios bienes y en un encuentro personal, etc. Desde esta perspectiva es donde debemos indagar el significado y sentido del ascetismo . Guardini dice: "Ascetismo, en cambio, significa que el hombre se decida a existir como hombre. De ahí surge para él una necesidad que no existe en el mundo animal,a saber: mantener sus tendencias en ordenación libremente querida y superar la propensión a la desmesura o a la mala realización (Una ética para nuestro tiempo, 217).  Ahora podemos entender también lo siguiente: 
"La motivación del auténtico ascetismo no reside en tal combate contra la vida de las tendencias, sino en la necesidad de ponerlas en el orden adecuado. Éste está determinado por lo más diversos puntos de vista: las exigencias de la salud, la atención a los demás hombres, las obligaciones respecto a la profesión y al trabajo. Cada día se presentan nuevas exigencias de mantenerse en orden a sí mismo, y eso es ascetismo. Esa palabra -del griego askesis- significa ejercicio, entrenamiento, ejercicio en la correcta orientación de la vida" (Una ética para nuestro tiempo, 218).
Cuanto hemos desarrollado sólo abarca el primer nivel de ascetismo. No solamente hay que ordenar tendencias sensibles. Existen también las tendencias espirituales y valores que exigen un orden que se alcanza ascéticamente. De ello hablaremos la próxima semana.




1 comentario: