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lunes, 8 de julio de 2013

La técnica y el hombre I: Cartas del lago de Como

He empezado a leer Cartas de lago de Como (Dinor, San Sebastián, 1957). Creo que este libro no se ha reeditado en español desde los años cincuenta. Quizás las editoriales juzguen que ha quedado atrapado en su tiempo. Su contenido tiene poco o nada que ver con el mundo y la cultura de hoy y por lo tanto no sintoniza con el hombre actual. Todo ello queda confirmado por la fecha en que fueron redactadas dichas cartas: entre 1923 y 1925. Sin embargo, una nueva edición comentada por algunos expertos en nuestro autor seguro que tendría éxito. ¿Por qué? Cuanto allí se dice en forma de germen hoy lo vemos desarrollado en plenitud vigorosa. Aquellas cartas apuntan al nacimiento de una nueva cultura, una nueva configuración del mundo. Hoy esa cultura, ese mundo ha crecido y se ha desarrollado plenamente.

Cuanto hoy voy a exponer tiene el carácter de una intuición, todavía vaga e imprecisa, sobre la que no reina la necesaria luz. De todos modos siento el deber de exponer aquí lo que apenas empiezo a atisbar. Quizás se pueda resumir con lo siguiente frase: la técnica puede ahogar la vida.

La cultura occidental hasta la modernidad ha servido al desarrollo y plenitud de la vida humana. El conocimiento del hombre antiguo y medieval tiene origen en la contemplación, apunta a la esencia de las cosas e intenta descifrar el sentido último de éstas. En contraposición, el afán de conocer que surge en Occidente a partir del Renacimiento y que se desarrolla en la Modernidad se origina en el análisis, descompone el objeto en sus partes y lo somete a un dominio (a veces despótico) a partir de la técnica. El primer tipo de conocimiento busca servir a la vida, el segundo puede caer en su control y sometimiento. (Cfr. Cartas de lago de Como, 69-77) Lo que apunta Guardini en sus Cartas del Lago del Como es la muerte de la cultura originada por el primer tipo de conocimiento y el nacimiento y extensión de una nueva cultura generada por el segundo. Ahora bien, el nacimiento de esta nueva cultura de carácter técnico y científico no es un hecho negativo, todo lo contrario  abre al hombre a un conjunto de nuevas posibilidades que habría que humanizar. ¿En qué medida lo hemos logrado?

Lo anterior debo ilustrarlo con un ejemplo. Espero que éste ayude. La maternidad y la paternidad dependen cada día más de lo que se enseña a partir de la psicología en las llamadas Escuelas de Padres. Sin embargo, en ellas poco o nada se dice acerca de lo que es la paternidad o la maternidad. De este modo la tarea educadora sobre los hijos termina por asentar sus fundamentos en una técnica. Sin embargo, la autoridad de los padres y el sentido último de la educación de los hijos no procede la psicología. El padre y la madre deben tomar conciencia que la vida de sus hijos tiene su origen en su amor esponsal que es participación del amor de Dios, que el hijo es un don, no un derecho, es una persona, no un objeto, que el fin de la educación es la libertad en el amor y que la influencia educadora sobre sus hijos depende en primer lugar de lo que son, segundo de lo que hacen y en tercer y último lugar de lo que dicen. Hemos olvidado lo que son las cosas porque no contemplamos sino que analizamos. Conviene recordar aquí este texto de Guardini

“(...) Debemos, pues, acercarnos de nuevo a la esencia de las cosas y preguntar: ¿Qué es el trabajo, cuando se lo contempla en el conjunto de la vida? ¿Qué es el derecho y la ley, si es que deben ayudar y no estorbar? ¿Qué es la propiedad, y en qué medida está o no justificada? ¿Qué es la obediencia, y qué lugar ocupa en la libertad? (...) ¿Cuándo la atracción que se siente por otro merece llevar el gran nombre de amor? ¿Qué significa aquella unión de hombre y mujer que llamamos matrimonio, y que poco a poco se ha corrompido de tal manera que sólo muy pocas personas parecen tener una idea de él, aun cuando sustenta la entera existencia humana? ¿Existe una jerarquía de valores? ¿Qué es lo más importante? ¿Y lo menos importante? ¿Y lo menos importante? ¿Qué es indiferente? Y así sucesivamente.
Vivimos de estas realidades fundamentales, vivimos para ellas y con ellas; las manejamos, las ordenamos, las reformamos, pero ¿sabemos qué son? Es evidente que no, pues en caso contrario no las trataríamos con tanta negligencia. Debemos, pues, aprender qué son, y no sólo de manera racional, sino de tal forma que lleguemos hasta su esencia y seamos afectados por su sentido. (Romano Guardini, «El poder: una interpretación teológica». Obras (I), Ediciones Cristiandad, Madrid, 1981, 255-256).
Guardini no rehuye la cultura técnica y científica. "Nuestro tiempo se nos ha concedido como el suelo sobre el que hemos de vivir, y como misión que hemos de realizar" (Cartas de lago de Como,120-121). Nuestra cultura es técnica y no podemos vivir al margen de ella. Pero no sólo es fundamento sobre el que se apoya nuestra existencia sino que se convierte en tarea y misión a realizar, es decir, en convertir a esa ciencia y a esa técnica en verdaderos ámbitos de existencia humana.  Guardini llega incluso a oponerse a esa infundada creencia de que la ciencia y la técnica se enfrentan a Dios. Todo lo contrario, el cristianismo ha posibilitado el nacimiento y desarrollo de las mismas: "Tampoco es exacto que este nuevo orden de cosas sea anticristiano. La mentalidad que lo anima puede revestir este carácter frecuentemente; sin embargo este nuevo orden no es en sí mismo anticristiano. La ciencia, la técnica, y cuanto procede de ambos ha sido posible gracias al Cristianismo" (Cartas de lago de Como, 122).

Así pues, nuestros tiempos son oportunidad para la creación de una nueva humanidad en consonancia con los avances de la técnica y la ciencia. "Es preciso que brote una nueva humanidad de profunda espiritualidad, de una libertad y vida interior nuevas, revestida de nuevas formas y capaz, a su vez, de crearlas. (...) No pretendemos reducir la técnica, sino fomentarla. Y más exactamente, fomentar una técnica más poderosa, sensible, más humana. Fomentar la ciencia, pero inspirada en criterios más espirituales, más armónicos" (Cartas de lago de Como, 123-124). Podríamos traer más textos de Guardini que ilustren cuanto estamos exponiendo. Pero toca preguntarse si esta labor que señalaba Guardini en la década de los veinte del siglo pasado ha sido llevada a cabo o no. Si es así en qué medida. Si no se ha hecho ahondar en los motivos de esta omisión. Vuelvo a la idea inicial: la técnica puede ahogar la vida. Pero la técnica puede promoverla, defenderla, protegerla, acompañarla. ¿Cómo hacerlo? Seguiremos hablando de ello.
 
(Pido perdón. Quizás lo escrito carece de la estructura clara y diáfana que debe poseer un escrito. A lo mejor el ejemplo al que he aludido no es el más adecuado). 





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