Rito de la imposición de la ceniza |
Obras Vol. 1. Edic. Cristiandad |
Donde se hace palpable esta secularización y donde podemos constatar sus consecuencias es en el ámbito de la vida humana. El nacimiento, la muerte, el matrimonio, el trabajo, etc. En todas estas provincias de lo humano lo religioso y trascendente está despareciendo rápidamente. Así pues, hoy "(...) el nacimiento no es más que la aparición de un individuo de la especie humana; el matrimonio, una vida en común de hombre y mujer, con determinadas consecuencias personales y jurídicas; la muerte, el final de un proceso total llamado vida" (El poder: una interpretación teológica, 213). Al desaparecer lo religioso ha desaparecido cierto respeto que protegía todas estas realidades abriendo la puerta a su posible manipulación por parte del poder político, económico, científico, etc.. Muchos de los debates éticos y bioéticos de hoy en día tienen parte de su raíz en cuanto venimos comentando. En un escrito de Romano Guardini que acaba de volver a reeditarse por Descleé de Brouwer, concretamente, El principio de las cosas. Meditaciones sobre los tres primeros capítulos del Génesis encontramos el sigueinte texto que ejemplifica como el sentido religioso del descanso protegía al hombre del abuso del trabajo: "Resulta muy sintomático que la época misma que ya no reconoce a Dios como señor de la existencia, sino que quiere ser autónoma, esclavice al hombre en el trabajo de un modo sin precedentes. El séptimo día ha de dar al hombre la libertad d ela existencia sin trabajo, para que llegue ahí a la plena conciencia de su nobleza." (El principio de las cosas en Meditaciones teológicas, Cristiandad, Madrid, 1965, 37). El sentido religioso del trabajo y del descanso protegían al hombre de una posible explotación y manipulación laboral.
Hace meses participé en la presentación del libro El hombre y sus alrededores (Cristiandad, Madrid, 2013), del profesor y compañero Higinio Marín. Entre los temas que se abordan en el volumen se encuentran el matrimonio, la familia, la autoridad o la universidad. En cada uno de ellos el autor termina sus reflexiones desvelándonos de nuevo el sentido religioso que estas realidades entrañan. Con ello hace justicia, porque no trata de reintroducir a Dios artificialmente en medio de un mundo ateo o indiferente, sino de hacerlo brotar de manera espontánea y natural de la esencia misma de las cosas. Se agradece esta labor, nunca mejor dicho, tan justa y necesaria.
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