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lunes, 24 de marzo de 2014

La desaparición del sentido religioso

Rito de la imposición de la ceniza
Hace pocos días me comentaba el capellán de un colegio católico que varios niños habían expresado sus reticencias, o mejor dicho, las reticencias de sus padres, a participar en el rito de la imposición de la ceniza con el que la Iglesia Católica comienza el periodo de Cuaresma. "Me ha dicho mi madre", decía uno de ellos, "que hasta que no sepa que tiene ese polvo no me lo pongas en la cabeza." Otro afirmaba, "a mí no me pongas esa ceniza, porque mi madre me ha dicho que tengo la cabeza limpia y no quiere que me la ensucies". Más allá de lo anecdótico que tienen estos hechos revelan una característica muy propia de la configuración cultural de nuestras sociedades a partir de la Modernidad. Me refiero a la pérdida del sentido religioso y a una visión del mundo, de la cultura y del hombre meramente profana y horizontal.


Obras Vol. 1. Edic. Cristiandad
Romano Guardini en su ensayo El poder: una interpretación teológica (en Obras Vol. 1, Ediciones Cristiandad, Madrid, 1981, 170-260) comenta la pérdida del sentido religioso que progresivamente ha invadido nuestras sociedades.  Para el hombre medieval y sobre todo para el hombre antiguo todo tenía connotaciones religiosa: "Los patrones con que se mide y el dinero con que se paga; los útiles y las armas; el umbral de la casa y los límites del sembrado; la situación de la ciudad y su configuración, que le viene de estar la plaza en el centro y los muros alrededor; (…)” (El poder: una interpretación teológica, 211-212). Esto nos hace ver que no había realidad humana en la antigüedad y en el medievo que de algún modo y de manera natural no remitiera a la divinidad. Hemos de hacer notar aquí que cuando Guardini subraya la pérdida del sentido religioso no se refiere a la desaparición del cristianismo en las sociedades occidentales. Concretamente dice: “Con esto no nos referimos a que la fe cristiana pierda influencia sobre las condiciones generales –cosa que desde luego también ocurre-, sino a algo más elemental: a que el valor religioso inmediato de la existencia va disminuyendo” (El poder: una interpretación teológica, 212).

Donde se hace palpable esta secularización y donde podemos constatar sus consecuencias es en el ámbito de la vida humana. El nacimiento, la muerte, el matrimonio, el trabajo, etc. En todas estas provincias de lo humano lo religioso y trascendente está despareciendo rápidamente.  Así pues, hoy "(...) el nacimiento no es más que la aparición de un individuo de la especie humana; el matrimonio, una vida en común de hombre y mujer, con determinadas consecuencias personales y jurídicas; la muerte, el final de un proceso total llamado vida" (El poder: una interpretación teológica, 213). Al desaparecer lo religioso ha desaparecido cierto respeto que protegía  todas estas realidades abriendo la puerta a su posible manipulación por parte del poder político, económico, científico, etc.. Muchos de los debates éticos y bioéticos de hoy en día tienen parte de su raíz en cuanto venimos comentando. En un escrito de Romano Guardini que acaba de volver a reeditarse por Descleé de Brouwer, concretamente, El principio de las cosas. Meditaciones sobre los tres primeros capítulos del Génesis encontramos el sigueinte texto que ejemplifica como el sentido religioso del descanso protegía al hombre del abuso del trabajo: "Resulta muy sintomático que la época misma que ya no reconoce a Dios como señor de la existencia, sino que quiere ser autónoma, esclavice al hombre en el trabajo de un modo sin precedentes. El séptimo día ha de dar al hombre la libertad d ela existencia sin trabajo, para que llegue ahí a la plena conciencia de su nobleza." (El principio de las cosas en Meditaciones teológicas, Cristiandad, Madrid, 1965, 37). El sentido religioso del trabajo y del descanso protegían al hombre de una posible explotación y manipulación laboral.

Hace meses participé en la presentación del libro El hombre y sus alrededores (Cristiandad, Madrid, 2013), del profesor y compañero Higinio Marín. Entre los temas que se abordan en el volumen se encuentran el matrimonio, la familia, la autoridad o la universidad. En cada uno de ellos el autor termina sus reflexiones desvelándonos de nuevo el sentido religioso que estas realidades entrañan. Con ello hace justicia, porque no trata de reintroducir a Dios artificialmente en medio de un mundo ateo o indiferente, sino de hacerlo brotar de manera espontánea y natural de la esencia misma de las cosas. Se agradece esta labor, nunca mejor dicho, tan justa y necesaria.  


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