"Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo."
Por lo tanto, no se trataba de conservar y transmitir meramente un mensaje, de ahí que el Señor no escribiera o mandara escribir un libro. Cristo nos deja una realidad: la redención. Y esta obra es a la que habría que dar continuidad. Escribe Guardini: "El Señor sabe que lo que Él trajo es una realidad, una verdad y una instrucción divinas, tiene, pues, que ser conservado en su sentido originario y seguir ejerciendo su influjo" La existencia del cristiano, (366-367). Y en esto Jesús de Nazareth se distingue radicalmente de cualquier lider religioso o maestro moral. Sus discípulos a través de la historia no deberán conservar y transmitir meramente sus ideas plasmadas en un libro o de modo oral. Jesús no trae simplemente una doctrina, sino una nueva realidad, una nueva vida. A ella se accede a través de la Iglesia. Ésta es la portadora de la nueva vida que Cristo nos han traído, de la redención. Pero la Iglesia también ejerce otra misión. La fe cristiana, como acabamos de explicar, no consiste en un mero asentimiento de ideas. Se trata de una entrega a una persona, Cristo, que nos redime y nos abre la puerta a una nueva existencia en él. Es, por tanto, una entrega personal. Esta entrega del creyente a Cristo queda custodiada y garantizada en la Iglesia. En ella, Cristo se dirige y se entrega a todos los hombres y en ella, los hombres entregan de manera objetiva a Cristo. Estas ideas son patentes no sólamente en la obra que estamos comentando (ver La existencia del cristiano, 367-373), sino en su misma biografía de Guardini cuando comenta su conversión:
"Dar mi alma, pero ¿a quién? ¿Quién puede pedírmela? ¿Pedírmela de tal modo que ya no sea yo quien pueda disponer de ella? No ‘Dios’ simplemente, ya que cuando el hombre pretende arreglárselas solo con Dios, dice ‘Dios’ y está pensando en él mismo. Por eso tiene que existir una instancia objetiva que pueda sacar mi respuesta de los recovecos de mi autoafirmación. Pero sólo existe una instancia así: la Iglesia católica con su autoridad y precisión" (Notas para una autobiografía, Encuentro, Madrid, 1999, 99).

El segundo escrito publicado cuando Guardini tenía 80 años, en 1965, está dedicado a Juan XXIII y lleva por título La Iglesia del Señor. Meditaciones sobre la esencia y la misión de la Iglesia. Se trata de cinco meditaciones escritas al final de la vida de Guardini. No sé hasta dónde llegaremos con esta serie de entradas sobre la Iglesia en Romano Guardini. Por lo pronto, centraré mis lecturas de vacaciones en este tema y estos libros.
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