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lunes, 1 de septiembre de 2014

La Iglesia (II). "La iglesia despierta en las almas"

"La Iglesia despierta en las almas". Esta es una de las sentencias de Romano Guardini más citada por todos aquellos que han entrado en contacto con su pensamiento, sean teólogos, intelectuales, filósofos o hasta incluso pontífices. Pero, ¿qué quiso decir Guardini con ella? El primer paso para responder a este interrogante es colocar la frase en su contexto, porque sólo se alcanza el sentido profundo de las palabras situándolas en el ámbito en el que fueron pronunciadas. "La Iglesia despierta en las almas" aparece en el primer párrafo del primer capítulo del libro El sentido de la Iglesia, del que nos propusimos hablar en nuestra última entrada. Concretamente se dice: "Se ha hecho presente un acontecimiento religioso de enorme trascendencia: la Iglesia despierta en las almas". E inmediatamente se añade: "esto debe ser entendido correctamente" (El sentido de la Iglesia, San Pablo, Buenos Aires, 2010, 15).

Para empezar, Guardini intuía una vuelta a la realidad de las cosas, es decir, ya no era tan importante lo que el sujeto pensaba sobre la realidad o la experiencia subjetiva sobre ella, cuanto la realidad misma, las cosas en su ser, tal y como se presentaban en sí mismas. Además, se detectaba una recuperación del sentido de la comunidad a partir de la cual vive el individuo. Comunidad que no se pensaba como mera asociación de individuos, ni como organización o estructura social, sin como ámbito desde el que vivía el sujeto, como comunidad realmente de vida. Por último, y gracias a esa vuelta a lo real, el racionalismo se desmoronó y la mente se abrió a una consideración de la realidad que iba más allá de los límites que le imponía,  por ejemplo, los métodos de las ciencias experimentales. 

Este cambio de mentalidad influyó poderosamente en la concepción de la Iglesia. Surgió así, un nuevo modo de concebir la Iglesia que décadas más tarde con mayor o menor intensidad nosotros hemos experimentado y qué de algún modo, y esto es opinión personal, ha quedado reflejado en los documentos del Concilio Vaticano II.   Este nuevo modo de concebir la Iglesia gira entorno a un concepto: Comunidad. El cristiano ya no se piensa sólo sino en relación a la comunidad eclesial. "La existencia religiosa ya no procede sólo del yo, sino que, al mismo tiempo, surge del polo opuesto, es decir, de la comunidad objetiva organizada. La existencia religiosa vive también gracias a ésta, o sea que surge de ambos polos, de la comunidad y del individuo  (El sentido de la Iglesia, 25)".  Y esto es algo muy importante, porque sólo a través de lo que entendemos por comunidad, la Iglesia puede tener sentido y significado para el individuo. Sólo por la comunidad, y lo que ella comporta, la Iglesia adquiere sentido en la vida personal. Esto puede vivirse de tal modo y manera que el individuo no se entienda a sí mismo y no pueda dar razón de sí y su existencia fuera de esa comunidad que es la Iglesia. Creo que los diversos movimientos y realidad eclesiales que han ido surgiendo en las últimas décadas, poseen todos este denominador común que es la vida comunitaria. 

La comunidad eclesial posee una unidad, "(...), que no es una experiencia caótica o un simple sentimiento desbordante, por el contrario, es una comunidad configurada por el Dogma, la Liturgía y el Derecho Canónico. Esa unidad no es una mera agrupación, es una comunidad; no es un movimiento religioso, es una vida eclesial; tampoco es romanticismo espiritual, sino una realidad eclesial (El sentido de la Iglesia, 23)". Las normas y los preceptos no aparecen de este modo como limitadores del individuo sino como condición de posibilidad de la vida misma de la comunidad y del individuo en ella.

Nos preguntábamos al inicio que quiso decir Guardini con la famosa sentencia "La Iglesia despierta en las almas". Ante todo contempló un acontecimiento. ¿En qué consistió?: "Si este acontecimiento denominado movimiento eclesial progresa y avanza, deberá conducir a una renovación y revitalización de la conciencia comunitaria. Éste es el modo adecuado de experimentar la Iglesia." (El sentido de la Iglesia, 26).Quizás la vivencia de la vida cristiana  como realidad comunitaria nos parezca una obviedad, pero hace un siglo, esto no era tan obvio.







2 comentarios:

  1. En mi opinión, la vivencia del cristianismo como una realidad comunitaria sigue siendo tan poco obvia como hace un siglo, con el agravante de que ahora oímos hablar mucho de ello y nos creemos que ya sabemos de qué va la cosa. Pero la realidad es que en demasiados ámbitos de la Iglesia que damos por muy sanos y potentes se sigue viviendo el cristianismo de un modo individualista y devocional, lo que desvirtúa la esencia de la experiencia cristiana. Y teñido todo de un clericalismo que es incompatible con una genuina vivencia comunitaria de la fe. Bueno, eso creo yo.
    Gracias por tu blog, querido amigo.
    Antonio Sastre

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  2. Hola Antonio, estoy de acuerdo contigo en parte. Creo que algo se ha avanzado como podemos constatar en algunas realidades eclesiales. La vida comunitaria característica de una vida clerical (monjes, religiosos, etc.,) ha invidadido la vida de los seglares, pero todavía debe inrrumpir, por ejemplo, en las parroquias y en otros muchos ámbitos. En el prólogo del libro que comento, Johannes Spörl, amigo de Guardini, reconoce que una década después, al publicarse la tercera edición, Guardini hubiera querido matizar algunas de su afirmaciones al ver que el movimiento que él anunciaba avanzaba mucho más lentamente de lo esperado, se encontraba, usando una expresión propio de Guardini, en camino. Todavía creo que lo estamos quizás mucho más lentamente de lo que se debiera. Un abrazo y siempre es una alegría saber de ti, Rafael

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